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Un enfoque paso a paso para reanudar las
reuniones presenciales
La
idea es proponer un plan de cuatro pasos con actividades modificadas que
nuestras iglesias pueden usar. Este plan paso a paso contiene actividades que
pueden incrementarse o disminuirse dependiendo del nivel de infección en la
comunidad.
Durante
esta pandemia, el plan tiene como objetivo ayudar a nuestras iglesias a:
•
Vivir nuestro llamamiento a las misiones.
•
Satisfacer nuestras necesidades sociales,
emocionales y espirituales.
•
Proporcionar protección contra la COVID-19.
•
Apoyar el esfuerzo más amplio para contener la
enfermedad.
Al
adaptar este plan a su iglesia, es muy importante respetar las normas del
gobierno; por lo tanto, el número de personas permitidas para reunirse en el
plan que usted elabore para su iglesia puede diferir del plan aquí presentado
debido a las regulaciones locales. Las actividades en el mismo paso están
destinadas a ser implementadas en aproximadamente el mismo nivel de infección
en la comunidad. Al tomar decisiones sobre cómo se pueden llevar a cabo otras
actividades de forma segura, tenga en cuenta los factores antes mencionados.
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Vivir nuestro llamado a las misiones a través
de reuniones en grupos pequeños
A
medida que se flexibilizan las órdenes de estancia en el hogar, con frecuencia
se permitirá reunirse en grupos pequeños, también conocidos como células, pero
esta vez en la iglesia. Por lo tanto, este tipo de reuniones puede ser la
primera actividad que se implemente. Debemos estar entusiasmados con esto,
porque las reuniones de grupos pequeños son una manera maravillosa de vivir el
llamado de Dios. En grupos pequeños podemos construir relaciones más profundas,
crecer en la Palabra de Dios, fomentar un ambiente más seguro para la mutua
rendición de cuentas y alentarnos unos a otros al amor y a las buenas obras.
También pueden ser útiles como un tiempo de preparación y pueden reunirse cada
semana para la adoración mientras se espera la reanudación de los servicios
presenciales de mayor tamaño.
Al
igual que los cristianos perseguidos en Hechos 8, que fueron esparcidos más
allá de Jerusalén, nuestros ministerios han sido esparcidos también y obligados
a salir del confinamiento de nuestro edificio de la iglesia. Al construir
grupos pequeños y organizarnos alrededor de ellos para el eventual regreso a
las actividades normales, estamos construyendo una base sólida y flexible para
el ministerio de la iglesia.
El
riesgo de transmisión del virus en estos grupos es bajo y puede reducirse aún
más manteniendo exigencias de cuidado mutuo como el uso de mascarillas
faciales, control de temperatura al presentarse, uso de alcohol gel y de ser
posible guantes, elementos que inclusive algunas iglesias de sus fondos pueden
proporcionar a sus miembros.
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Satisfacer nuestras necesidades sociales,
emocionales y espirituales
Todos
necesitamos contacto humano, pero en ocasiones este contacto se siente
superficial. Esta pandemia nos está ofreciendo la oportunidad de construir
relaciones más profundas. Para reducir el riesgo de infección, debemos reducir
el número de personas con las que estamos en contacto; sin embargo, reunirnos
con las mismas personas todo el tiempo y reunirnos sólo con personas de nuestro
reduce el riesgo de infección.
Imagine
la estrategia como la creación de pequeñas burbujas de seguridad en toda la
iglesia. Cuantos más congregantes permanezcan dentro de su burbuja, más seguros
estarán todos en la congregación durante el tiempo que permanezca la infección
en la comunidad. Reunirnos con personas que están pasando por la misma etapa de
la vida por la que nosotros estamos pasando, también puede satisfacer mejor
nuestras necesidades sociales, emocionales y espirituales.
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Proporcionar protección contra el Covid-19
Cuando
las reuniones presenciales en la iglesia se reanuden, es esencial observar una
distancia física de al menos 6 pies o 2 metros. Aunque el distanciamiento
físico generalmente se guarda a nivel individual, es importante resaltar que
también es posible guardarlo al nivel de unidades sociales. Por ejemplo,
aquellas personas que viven juntas, familias dentro del mismo techo,
representan una unidad social y por tanto, no necesitan ser separados
físicamente entre sí en la iglesia. Como unidad, más bien deben separarse
físicamente de otras unidades sociales.
Insistimos
que el uso de la mascarilla facial puede ser muy útil. Debido a que cualquiera
que entre en nuestra iglesia podría ser un portador asintomático, solicitar el
uso de mascarillas para todos los que entren en la iglesia puede contribuir a
reducir la propagación del virus. Se recomienda solicitar el uso generalizado
de mascarillas. Esto elimina el estigma sobre el uso de las mismas y usa la
presión social para que todos las usen.
Debido
a que el uso de mascarillas faciales, especialmente las caseras, no impedirá
toda transmisión, el uso de las mismas no debe reemplazar la implementación de
otros enfoques para mitigar la propagación de COVID-19. Debido a que el método
de distanciamiento físico generalmente no es práctico para reuniones de grupos
pequeños en un hogar, el uso de mascarillas faciales en dichas reuniones
resulta fundamental durante el periodo de tiempo en el que todavía haya un alto
nivel de infección en la comunidad.
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Apoyando el esfuerzo más amplio para
contener la Covid-19
Debido
a que todo parece indicar que esta enfermedad estará con nosotros en el futuro
previsible, la transmisión de este virus podría ocurrir durante la reanudación
de las actividades presenciales de la iglesia. Por lo tanto y pensando en la
seguridad de toda la congregación, así como de sus amigos y vecinos, las
iglesias deben estar preparadas para ayudar a los departamentos de salud
pública a identificar y encontrar a los contactos de las personas infectadas.
Al
trabajar con el departamento local de salud pública, la primera tarea es
identificar rápidamente a todas las personas que estuvieron en contacto con un
paciente infectado cuando éste asistió a la iglesia. Por lo tanto, las iglesias
deben estar preparadas para notificar rápidamente a dichas personas para que
puedan ponerse en cuarentena y solicitar una prueba de Covid-19. De esta
manera, incluso si estos contactos ya habían sido infectados, cualquier
transmisión posterior puede ser minimizada.
Recuerde,
la velocidad es esencial cuando se trata de la identificación de contactos y el
rastreo de los mismos. Por lo tanto, su iglesia debe establecer un sistema para
recopilar información sobre todos los participantes. A continuación, se
presentan algunas sugerencias para hacer esto:
•
Mantenga un registro de dónde se sienta cada
persona. Asigne un número de asiento y fila en las reuniones.
•
Haga una lista de todas las personas que entran
a la reunión y el lugar donde se sentaron. Sólo es necesario registrar a una
persona por hogar, pero debe enumerar el número de personas en su grupo.
•
Mantenga el registro durante al menos 3
semanas.
•
Asigne a una persona de la iglesia como
responsable de mantener el registro de la reunión y ayudar a identificar
contactos.
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Decisión sobre cuándo pasar a las
diferentes fases
Tal
vez el aspecto más difícil de usar este enfoque paso a paso es la decisión de
cuándo pasar de un paso a otro, ya sea para incrementar o reducir las
actividades de la iglesia.
Cada
iglesia debe considerar el nivel de contagios en su comunidad. Si el nivel de
infección está al alza o sigue siendo muy alto, no debemos contemplar la
reanudación de las reuniones presenciales. Pero si el nivel de infección va a
la baja o es bajo, entonces podemos considerar nuevos planes.
Específicamente,
sería ideal ver una tendencia constante a la baja en el número de casos y
muertes durante al menos 3 semanas antes de considerar abrir. Pero la tendencia
a la baja no es suficiente, también debemos tener bajos niveles de infección.
Cuando
existe una tendencia a la baja y un bajo nivel de infección, podemos considerar
otros factores que pueden ayudarnos a decidir cuándo reanudar las reuniones
presenciales. Es importante involucrar al liderazgo de la iglesia y a la
congregación general en este proceso. Tenemos que ayudar a nuestros
congregantes a entender por qué y cómo estamos tomando estas decisiones.
Es
importante aclarar que aún este tipo de criterios serían solamente suposiciones
educadas, basadas en información y conocimientos limitados. Con el tiempo,
aprenderemos más y será posible brindar mejores directivas.
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Conclusión
Esta
pandemia ha cambiado drásticamente nuestras vidas y ha puesto nuestro mundo de
cabeza. Para muchos, esto ha sido difícil, muy difícil. Han pasado sólo un par
de meses desde el inicio de esta pandemia, pero, en algunos casos, el dolor y
la ansiedad para nosotros y para los que nos rodean son muy reales.
Para
nuestras iglesias, las decisiones inmediatas son cuándo reanudar las reuniones
presenciales y cómo hacerlo de forma segura. Para ayudar con estas decisiones,
he utilizado las verdades bíblicas y el conocimiento científico disponible como
guías para desarrollar un enfoque paso a paso.
Para
terminar, quisiera traer a la memoria una certeza. La pandemia de COVID-19 en
su forma actual pasará. Un día miraremos hacia atrás y veremos claramente que
Dios estaba con nosotros y que estaba trabajando en medio de nosotros para
bien. Sabiendo esto, podemos dirigirnos a Él hoy y pedirle que nos dé el
discernimiento, la compasión y la fe para dirigir nuestras iglesias en este
tiempo.
Mi
oración es que este artículo ayude a su iglesia a vivir su llamado, a
satisfacer las necesidades de sus congregantes y a proteger la salud de los
miembros de su iglesia y comunidad en este tiempo crítico.
(*)
Traducción libre del inglés. Un experto mundial en
salud sugiere un plan en fases para las congregaciones que van a comenzar a
reunirse nuevamente en medio de esta pandemia. Daniel Chin es un médico
cristiano con 25 años de experiencia en salud pública global, especializado en
medicina pulmonar, cuidados críticos y epidemiología.
Parte
2/2 S.A.G.
24 MAY 2020
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