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Pedro 5:5...8 NVI "Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos.
Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque «Dios se opone a los
orgullosos, pero da gracia a los humildes». Humíllense, pues, bajo la poderosa
mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda
ansiedad, porque él cuida de ustedes. Practiquen el dominio propio y
manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a
quién devorar"
Muchos
nos acercamos al fin del confinamiento cuarentenario y otros ya salieron, pero todos
encerrados o no debemos tener claro que el Covid-19, está y estará ahí afuera
al acecho buscando a quien devorar. Esta es una realidad irrefutable y lo será
por mucho tiempo, por lo que en la medida que seamos precavidos no enfermaremos
y no moriremos.
Ya
pronto abriremos las iglesias, pero aun en las iglesias debemos cuidarnos, el
virus es invasivo y lo portamos los humanos, de ahí la necesidad y
responsabilidad de los lideres eclesiásticos de adoptar medidas mínimas para
evitar el contagio de los fieles; lo recomendable para cada iglesia es hacer
una protocolo y programación de procedimientos. Eso es parte de apacentar las
ovejas y de darles vida a las ovejas.
Posiblemente
por ignorancia, aburrimiento, impaciencia, frustraciones, ansiedades, malas
crianzas, etc. algunos miembros no estarán de acuerdo con las medidas que sus
autoridades adopten, pero este no debe ser motivo para cambiar los
procedimientos, Usted, amado pastor, ore antes de iniciar a definir estas
normas y busque en ellas como finalidad el salvaguardar la vida de las ovejas
en función del bien común. Desde ya tenga la seguridad que a mas de alguno no
le gustaran y posiblemente ande como hijos del enemigo susurrando, criticando,
mal hablando, etc. pero esto para toda autoridad no es nuevo y sabemos que
hacer.
Si
bien es cierto que nuestra cita bíblica inicial tiene un llamado a jóvenes,
también es cierto que este tipo de enseñanza atañen a todos, sean niños,
jóvenes o viejos, pues todos estamos llamados a engrandecer la iglesia de
Cristo.
Las
iglesias se preparan para abrir sus puertas con todas las garantías. En este
tiempo es seguro que no se ha dejado de limpiar la Iglesia, pero ahora se hará con
más conciencia, desinfectando porque vuelve el culto; al inicio quizá sin
alabanza o alabanza modificada, sillas distanciadas para guardar la distancia
social preventiva, fieles todos con tapabocas, sin niños y ancianos por su
vulnerabilidad, zonas para familias, tiempos recortados, evitando esas largas
estancias, etc. Precauciones antes de entrar, que no tengan temperatura, tos,
etc. Nueva forma de entregar ofrendas o diezmos, posiblemente sobres a la
entrada y un recipiente a la par, pero evitaremos el pasar de uno en uno a la
colecta. Al final nada de abrazos, besos, ni manos, ni más reuniones. Se
recomienda contar con al menos una persona que se encargue de la sanitización
del lugar y una vez cerrado proceder a su desinfección con los desinfectantes
aconsejados por los especialistas. El deseo para todos ellos es claro: “que
los fieles no vuelvan enfermos de los templos”
Dicen
que en el ser humano hay por naturaleza una resistencia al cambio. Si de
cambiar el formato conocido para hacer cosas nuevas implica que hay que probar,
aprender y correr riesgos; la reacción estándar es preferir lo que ya se sabe
hacer y rechazar lo nuevo, lo que ya no demanda esfuerzo y no representa
riesgo. En otras palabras, se prefiere mantenerse en una zona de confort.
Jesús
enfrentó la resistencia al cambio cuando el grueso de los fariseos, los
sacerdotes saduceos y los escribas, presentaron un bloque en su contra porque
su ministerio y su forma de ejercerlo era completamente distinto del modo en
que ellos estaban acostumbrados a ver y hacer las cosas. El Señor se refirió a
ello con el ejemplo del error de echar vino nuevo en odres viejos.
Lucas
5:37…39 NVI “Ni echa nadie vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino
nuevo hará reventar los odres, se derramará el vino y los odres se arruinarán.
Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Y nadie que haya bebido vino
añejo quiere el nuevo, porque dice: “El añejo es mejor””
El
nuevo modelo de ministerio del Señor (vino nuevo) lo invirtió (vertió) en
personas abiertas al cambio (odres nuevos) Es decir gente con la que no tendría
que estar luchando constantemente para moldearlos a su forma. ¿Lo ve? Es la
razón por la que no fue al templo a buscar gente preparada y es que seguramente
había muchos ahí. ¿Estaban ellos preparados? sí, pero no para recibir el “Reino
de los cielos”. Estaban preparados para seguir haciendo las mismas cosas del
modo en que estaban acostumbrados. ¿Hasta cuándo? Hasta la venida del Mesías.
¡Su Mesías llegó, pero no pudieron reconocerlo!
Tan influenciados estaba por su propias tradiciones y leyes que, viendo,
eran ciegos. Si alguien hacía algo que no era a su modo, lo veían con recelo.
sospecha y resistencia. Se convertía en su enemigo.
Dos
mil años después de haber sido establecida la iglesia, la resistencia al cambio
está presente en ellas. Hay en las iglesias personas abiertas a cambios y otras
que no.
Nuestra
vida cotidiana es regida por un conjunto de costumbres, hábitos y modelos que
afectan tanto a la forma de alimentarse y vestirse, como a la de trabajar o aún
establecer relaciones con los demás. La resistencia al cambio puede provenir
ante todo del carácter coercitivo que con frecuencia tiene ese cambio.
Lamentablemente,
esta enfermedad requiere de medidas coercitivas, como lo ha sido la misma
cuarentena, pero es que también es una situación atípica, sin exageraciones
podemos decir de vida o muerte, de la noche a la mañana estamos viviendo lo
inesperado, cuando queramos regresar a la normalidad, unas cosas volverán a ser
igual, otras no; de igual algunos por la misericordia de Dios viviremos otros
no. Regresar a esa “normalidad” requiere nuevas formas.
Por
lo demás, un fenómeno de inercia, necedad e ignorancia, tiende a frenar el
esfuerzo necesario para realizar una nueva adaptación. En ese sentido, es
inevitable que la edad o el estado de cansancio refuerzan la resistencia
provocada por el cambio. Los actuales modos de conducta han sido el resultado
de un aprendizaje y de una adaptación al medio físico o social. Todo lo que
cambie lo habitual aparece como difícil y peligroso. Esa resistencia abarca
también una pérdida de prestigio en caso de fracaso o aun de menor rendimiento.
La persona siente un riesgo de desubicación, tanto respecto de los demás, como
frente a la imagen que tiene de sí mismo.
Las
personas que se resisten a los cambios suelen tener cierto desgaste emocional,
producto de las tensiones, la inquietud y la ansiedad que afectan a la
personalidad de un individuo durante un periodo de cambio. Cuando esto sucede
en una o unas de las ovejas, estas pueden ser agresivas hasta el punto de la
malcriadeza, pero no olvidemos su naturaleza de oveja.
El
hecho es que todo cambio trae consigo cierto grado de conciencia de las
personas en cuanto a su experiencia anterior en situaciones similares. Si la
experiencia previa tuvo éxito, la predisposición de las personas tenderá a ser
positiva. En caso contrario, las personas experimentarán una sensación de
amenaza, de peligro y de incertidumbre de su futuro.
Debemos
que entender que en estos tiempos lo único que permanece constante es el
cambio. O cambias o te rezagas. En nuestro caso de reabrir las iglesias, o
cambias o te mueres, no olvidemos que: “debemos tener claro que el Covid-19,
está y estará ahí afuera al acecho buscando a quien devorar”
S.A.G.
01 JUN 2020
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