Iglesia Y Covid-19 Reflexiones Para Una Apertura Parte 2 de 2 Por Saul Guevara


Proverbios 11:14 NVI "Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros" 

“Gracias a los múltiples hermanos en Cristo que han leído y animado a mi persona a seguir tratando este tema tan actual, sea toda la honra y gloria para nuestro Señor, animado de esta manera, sigo en esta línea como nuestro Proverbios 11:14 dice, sigo escribiendo como uno de los muchos consejeros.”

1)    No hay mejor momento para aumentar los esfuerzos de oración.

Para un momento como este, la unidad es la clave, el llamar a la oración en grupo vía internet a cierta hora preconcebida y cotidianamente es creer que somos capaces de ponernos de acuerdo para orar. En un momento como este, necesitamos que cada creyente se levante y que juntos busquemos a Dios a favor de nuestras sociedades.

Es crucial que la iglesia de Cristo en tiempos de crisis, emerja y muestre un estándar alto en fe y oración; como sal y luz, la iglesia necesita mantenerse firme en el Señor para que otros puedan ver la esperanza que profesamos.

Me gustaría poder decir que mi primer impulso ha sido orar, pero probablemente sería más honesto decir que he estado al pendiente de las noticias y de las redes sociales más que nunca.

La crisis es tan grande y tangible que nos hace sentir impotentes. Pero tal vez cuando más débiles nos sentimos es cuando es más fácil reconocer nuestra necesidad de orar. La oración es la forma en que demostramos nuestra creencia y confianza en que Dios tiene el mundo entero en sus manos.

No olvidemos presentar en toda ocasión, con oración y ruego, nuestras peticiones a Dios y darle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará de nuestros corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6…7 NVI) La oración no debe ser nunca el último recurso de los cristianos; por el contrario, debe ser nuestro primer punto de acción.


2)    Espere reacciones negativas, del exterior y el interior de la iglesia.

Los comentarios instigadores sobre nuevas ideas y prácticas, aun cuando creemos no se darán en la iglesia, tenga la seguridad que surgirán y es ahí cuando la actitud del líder debe ser firme, “que tu si sea si y tu no sea no”.

La crítica es desafortunada pero inevitable. No se puede esperar que de la noche a la mañana se acepte cambiar tradiciones o normas enraizadas por años, iniciando por la estructura de un culto dominical. 

Pero la crítica más dolorosa es la que viene de los mismos hermanos cercanos acerca de cada decisión que sus líderes tienen que tomar. Si deciden reducir tiempos o separar las sillas en los cultos, se les critica por falta de fe. Si no deciden en la toma y prácticas de medidas sanitarias dentro del templo, se les cataloga como socialmente irresponsables.

Si está pastoreando una iglesia en un área donde ha habido un brote de COVID-19, prepárese para una inimaginable presión en todos los niveles: desde sus líderes ministeriales, sus colaboradores y hasta aquellos que ocupan las sillas.

Cada quien responderá con base en sus propias convicciones de fe y opiniones de salud pública. Prepárese para profundizar en la oración como nunca antes. Prepárese para la realidad de que sus decisiones no complacerán a todos.

Y prepárese hasta para perder miembros pase lo que pase. Las iglesias en algunas áreas del mundo, han reportado una disminución del 20 al 30 por ciento en la asistencia y un porcentaje aún mayor si consideramos la cancelación de reuniones para ancianos y niños.

Las crisis muestran el verdadero carácter de un cristiano. La ansiedad en torno a Covid-19 le permitirá discernir el estado espiritual real de su rebaño, ahí observara el entendimiento y grado de compromiso, hasta por el mantenimiento de la casa de Dios, hablo del templo y no del mantenimiento del pastor, a este lo mantiene Dios.

Si respondemos a esta crisis correctamente, puede llegar a ser un momento decisivo de transformación de un cristiano de palabritas y amenes, a un cristiano fortalecido y comprometido con toda la obra. Ante el peligro inminente, nuestras prioridades se reordenan. Esta es una gran oportunidad para tener conversaciones profundas con Dios para que reavivamos nuestra vida. Piense… ¿Estamos solo existiendo o realmente viviendo? ¿Estamos enfocados en lo correcto? ¿Nos mueven las motivaciones correctas? ¿Nos gobiernan los valores bíblicos o los del mundo? ¿Estamos viviendo para lo que realmente importa?

3)    Ama a tu prójimo. Las buenas obras te llevarán lejos en medio de un pueblo lleno de temor.

Si bien, gran parte de la respuesta del mundo secular al virus ha sido impulsada por el miedo y enfocada a salvaguardar la propia vida, los pastores debemos estar de acuerdo en que esta pandemia presenta una oportunidad que Dios ha dado para ser luz en medio de la oscuridad. Sin embargo, para que esto suceda, la iglesia debe mirar más allá de la preocupación por sí misma y despertar a la oportunidad.


Después de implementar las medidas necesarias en la iglesia, debemos darnos cuenta de que esta crisis representa una oportunidad para ayudar y alcanzar a la comunidad. Después del periodo inicial de adaptación a la nueva normalidad, la iglesia a de observar cómo se ha visto afectada su comunidad local. Las necesidades son prácticas, tal como el amor al prójimo nos permitan proyectarnos.

Nunca podremos eliminar por completo los elementos negativos de la sociedad, pero lo que sí podemos hacer es asegurarnos de que se generen más cosas positivas que negativas. Así que guiemos a nuestros miembros para ofrecer cuidados, ser amables y caminar la segunda milla para ayudar.

Del mismo modo, otros cristianos en el mundo, han promovido muchos actos de amor y bondad, que incluyen:
·         Una canción de esperanza.
·         Bendecir a los encargados del servicio de limpia local.
·         Dar a los menos favorecidos cubrebocas y vitaminas de forma gratuita.
·         Escribir tarjetas a mano para animar a los que trabajan en el sector salud.
·         Organizar una campaña de donación de sangre para ayudar a los bancos de sangre locales que se han quedado sin suministros.

Recuerde siempre que los virus se propagan rápidamente, pero la amabilidad también es altamente contagiosa.

Los cristianos en cualquier lugar del mundo debemos encontrar nuevos caminos para incursionar con actos de amor en tiempo del coronavirus.

Los Salmos de lamento se sentían raros antes de Covid-19; pero en medio de esta mortandad e infecciosidad, resuenan con el lamento de David más que nunca.

Nunca en nuestra historia mediática el llamado de amor, colaboración y solidaridad en nosotros los cristianos, ha sido mas valedero, hoy es el momento y hemos de recordar que Dios nos está observando.

4)    En medio de las malas noticias, las Buenas Nuevas de Jesucristo son más relevantes que nunca.

El mundo está infectado por un virus que es mucho peor que todos los virus que hemos conocido a lo largo de la historia. Ese virus es el pecado; este virus infecta al 100 por ciento de la humanidad. No hay inmunidad. No hay sobrevivientes ni esperanza. Nadie se escapa.

El mundo necesita un Salvador. El mundo necesita salvación.

Los encabezados diarios de nuestros medios noticiosos, que recuentan las muertes locales y globales en aumento son recordatorios diarios de nuestra mortalidad, lo que nos obliga a mirar más allá de la rutina y considerar lo que hay después de la muerte; no olvidemos que algún día todos moriremos, ya sea por Covid-19 o de otra manera. De ahí que es urgente que su iglesia mire más allá de las dificultades actuales y busque oportunidades para compartir la esperanza que tenemos en Cristo Jesús.

Necesitamos conversar sobre temas más profundos, como: ¿Es el propósito de nuestra existencia y tiempo en esta tierra, preservar nuestra vida por el mayor tiempo posible? ¿Es el propósito ocuparnos en cosas temporales como riquezas materiales y comodidades? ¿O es cumplir el deseo de Jesús, de que las moradas que nuestro Padre ha preparado en su casa, se llenen hasta desbordarse?”

Los tiempos de temor son una oportunidad para compartir la razón de nuestra fe. No vivimos como aquellos sin esperanza. ¡De eso se trata el evangelio! Pero tenemos amigos, vecinos y familiares que no conocen esta esperanza. Puede ser que esta crisis los lleve a hablar sobre sus miedos y preocupaciones, es su momento de escuchar y compartir nuestra fe, como escribió el profeta Daniel en el Antiguo Testamento “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Daniel 12:3).

El pánico es tangible. Pero el amor de la Iglesia también lo puede ser, estos son momentos de evangelio. Podemos difundir el amor, no el miedo ni el virus. No desperdiciemos esta pandemia.

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