Mateo 5:4 NVI "Dichosos los que
lloran, porque serán consolados."
Tal vez estés entre los más afortunados de
la crisis por el coronavirus: tus seres queridos se encuentran sanos y te estás
refugiando en casa. Sin embargo, todavía te sientes emocionalmente abrumado por
la pandemia. Esos sentimientos de incertidumbre, impotencia y agotamiento
pueden ser un duelo. Muchas de las personas con las que hablo, que escriben y
leo, incluso me incluiría a mí mismo, se sienten simplemente demolidas.
Muerto o no por coronavirus, las llamadas
honras fúnebres han cambiado y a parte de la perdida del ser amado, ese cambio
de los últimos momentos, son los que más golpean.
Casi en todos los países hemos llegados a
esos momentos en que las muertes han aumentado y ya el virus cobro la vida de
amigos, hermanos, conocidos, etc. Hemos perdido esa sensación de certeza, esa
sensación de seguridad, esa sensación de previsibilidad y por eso es lógico,
que todo esto que ahora vivimos, nos deje sintiéndonos desencajados e inseguros
sobre lo que va a pasar ahora.
Las personas están sufriendo la repentina
pérdida de sus seres queridos y la intensidad de esa situación es evidente su
dolor es profundo.
Pero el duelo puede venir de la pérdida de
cualquier cosa a la que estemos profundamente apegados: la pérdida de la
estabilidad económica, la pérdida de nuestra capacidad para movernos
libremente, la posibilidad de participar en los acontecimientos importantes de
la vida en persona.
El duelo es el sentido de pérdida que
tenemos por todo lo que pensábamos era seguro, como la pérdida de la ilusión
acerca de que tenemos el control de nuestras vidas. Estas cosas cambian según
cada persona y para algunos unas cosas son importantes y otras no, por ejemplo:
puede ser motivo de duelo, que los estudiantes de último año o en la
universidad no tengan una ceremonia de graduación, o que tú hija no viva la
boda con la que ha soñado.
Tenemos que darnos cuenta de que todas
esas pérdidas son duelos y son duelos reales. Deuteronomio 34:8 RV "Y
lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así
se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés."
Si bien es fácil mirar tu situación y
compararla con la de otros que pudieron experimentar pérdidas más profundas,
juzgar tus sentimientos no ayuda a respetarlos y a superarlos.
A estas alturas y en lo personal, ya me
tocó vivir el duelo de perder a muchos amigos, entre ellos grandes pastores,
tanto aquí en mi país como fuera de este, he perdido a hermanos en la fe, a mi
cuñada, últimamente a mi único hermano, a quien considero mi segundo papá, en fin,
me he sentido en momentos, abrumado y reconozcamos que todas las lágrimas
cuentan.
En cualquier momento, a veces hasta en los
más inoportunos e inesperados, llega la noticia de un fallecido o llama un
doliente en busca de consuelo, generalmente la impotencia por no seguir
rituales tradicionales de una vela y un entierro grupal o presencial, es lo más
reclamado, las personas suelen sentirse culpables y están molestas frente la
pérdida de una rutina, porque no tienen el control de la disposición final de
un ser querido que ha partido a la casa celestial y no comprenden que hay más que están sufriendo a igual que ellas.
Por lo general comparamos: “bueno, mi
pérdida no es tan difícil como la de ellos”. No nos sentimos cómodos y
reclamamos: Juan 11:21 RV "Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado
aquí, mi hermano no habría muerto." … negamos así reconocer nuestro duelo
porque pensamos que el duelo solo es real o válido si para el o los más
cercanos. Pero las pérdidas también son reales y válidas para otros, vivir el
duelo forma parte del cuidado de nosotros mismos. Cuando no lo respetamos,
surge de otras maneras: en nuestros cuerpos, en nuestro bienestar, físico,
emocional y espiritual, trayendo consigo un desajuste de nuestra vida.
Tener conciencia de nuestra tristeza es
importante, mientras al mismo tiempo conservamos tanta gratitud o alegría como
podamos, por el que ha partido. Es realmente importante para nosotros tener
conciencia de la pérdida mientras la atravesamos, pero también es clave estar
presente en la restauración, en el avance, en encontrar el significado de
nuestra vida, en permitir que los momentos de alegría lleguen para liberar algo
de la angustia; el llanto y los gritos son expresiones saludables de duelo,
aseguran los terapeutas. Y luego están los esfuerzos que hacemos para descansar
y centrarnos, ya sea a través del sueño, el ejercicio, la oración y alabanza o
un proyecto personal.
El autocuidado también es parte del
proceso de restauración involucrado en el duelo, pero no tiene por qué parecer
una lista de logros. Descubrir cómo sobrevivir es agotador. Pensando ’Oh, Dios
mío, ahí está, déjame retroceder dos metros. No quiero que me enferme. Eso es
agotador. Salmo 77:2 RV "Al Señor busqué en el día de mi angustia; Alzaba
a él mis manos de noche, sin descanso; Mi alma rehusaba consuelo.”
Un elemento importante para cuidar de ti
mismo es la aceptación que vivimos en un nuevo estado de cosas. La conexión es
esencial y a veces agotadora. Conectarse con los seres queridos es esencial,
pero requiere esfuerzo.
Aunque todavía podemos hablar con nuestros
seres queridos por teléfono o por Zoom y WhatsApp, debemos aceptar que el
consuelo de los abrazos y el contacto físico está descartado en muchas de
nuestras relaciones más cercanas, lo que nos priva de la experiencia que nos
ayuda a sentirnos tranquilos y queridos.
Pero la conexión virtual es mucho mejor
que nada. Conecta, conecta, conecta, conecta tanto como puedas, pero vigila de
cerca cualquier tendencia a estar más presente para otras personas que para ti
mismo.
Reconocer los momentos significativos
también ayuda a equilibrar los sentimientos de pérdida. Asegúrate que las
actividades que te traen paz y los momentos de felicidad están el centro del
cuidado de ti mismo. Lo que sea que te traiga alegría. A mí me encantan los
rompecabezas, así que estoy haciendo más de esos.
Ten compasión de ti mismo. Reconoce que
vivimos en tiempos anormales y no te critiques por sentir dolor, ya sea si la
pérdida implique una muerte o no. El cuidado de uno mismo es siempre nuestro
objetivo.
Salmo 77:2 RV "Al Señor busqué en el
día de mi angustia; Alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; Mi alma
rehusaba consuelo.
Deja que esas palabras entren: Estás en
medio de una pandemia. Ciertamente es estresante e inexplorado, pero sé amable
contigo mismo.
Dios te ama y esta ahí… a tu lado.
S.A.G. 29 JUL 2020
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