Marcos
10:46...52 RV "Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus
discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba
sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a
dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí! Y muchos
le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David,
¡ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y
llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces,
arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué
quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús
le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a
Jesús en el camino."
El
coronavirus ha expuesto nuestra fragilidad humana y las equivocaciones acerca
del modo en que vivimos como sociedades. Ha desnudado el fracaso en las
relaciones de unos con otros, es decir, en esta pandemia constatamos lo ciegos
que hemos estado y seguimos siéndolo. Es un tiempo donde muchos creyentes que
decían con exigencia “aquí estoy, tómenme en cuenta” callados han desaparecido.
Se constata la verdad bíblica del regreso de solo uno de los diez leprosos.
Aun
cuando la figura de Bartimeo es muy poco conocida, esta nos dice mucho sobre
nuestra fe. Cierto es que Bartimeo apenas aparece en los relatos del Evangelio,
pero hemos de considerar que por algún motivo está ahí. Hoy, en los tiempos de
pandemia en los que toda nuestra vida ha sido confrontada y angustiada, siento
que encarnamos en Bartimeo y el ciego soy yo, eres tú, somos todos.
Hoy es
momento de asumir lo perdidos que hemos estado en muchas formas, como pordiosero
sin rumbo y sin un sitio real en el cual vivir. Antes de esta pandemia nos
encontrábamos peleando privilegios, los que ahora hemos desdeñado, creo que ha
llegado el momento de rectificar y dar el primer paso que es reconocer y asumir
esta crisis y quizás a partir de esto, podamos comenzar a buscar una nueva luz.
Bartimeo
al enterarse que era Jesús quien pasaba le gritaba desaforadamente: ¡ten
compasión de mí! Muchos lo callaban. Pero él gritaba más fuerte.
El
grito de Bartimeo surge en estos momentos como un llamado para pedir compasión,
para que otros puedan sentir lo que nosotros estamos sintiendo y así sentirnos
acompañados en este dolor.
De Bartimeo
como ejemplo, Jesús ha de darnos la fuerza para gritar más fuerte ante esta
pandemia, para allanar el camino hacia una nueva cultura del encuentro. No por
gusto ahora se están conociendo los verdaderos creyentes.
Su
decisión de ponerse en pie, abandonándolo todo, es la invitación que nos hace
Dios el día de hoy en esta crisis. Dice el relato que Jesús lo escucho, se
detuvo y dijo: Llámenlo. Lo llamaron y le dijo: Ánimo, levántate y Bartimeo quitándose
su manto, se levantó y se acercó a Jesús.
Por
más difícil que parezca la situación actual, estamos invitados como creyentes a
renovar nuestras fuerzas internas, a usar las reservas de espiritualidad y
sentido cristiano, porque no pueden apagarse por más compleja que sea la
situación. Somos capaces de ponernos de pie a pesar de nuestro quebranto y
emprender un nuevo camino. Estamos en el camino de Jesús para los que tenemos
fe, quien nos impulsa a crear posibilidades de vida en medio de esta crisis.
Ahora
es momento de abandonar todo lo que ha sido apariencia cristiana, sea material
o espiritual, para encontrar al verdadero Jesús. Con esta pandemia tantas cosas
han cambiado en un plazo de pocos meses y muchas cosas no volverán a ser igual.
Muchos deben abandonar la hipocresía en este momento siguiendo el ejemplo de
Bartimeo al lanzar esa manta que era posiblemente su única pertenencia, para
disponernos a lo verdaderamente nuevo. Nos guste o no.
Hemos
de reconocer la necesidad de ser transformados, sabiendo que solo Dios puede
devolverle la vista, que es lo que hoy necesitamos para discernir el modo en
que hemos de vivir a partir de ahora. Por eso en la cita de hoy leemos que Jesús,
le dijo: “¿Qué quieres que haga por ti? Él contestó: que recupere la vista”.
Recuperemos
la vista; la vida nos da ahora una oportunidad para repensar nuestro futuro en
todo nuestro ser. Es momento de reconocer las raíces verdaderas de nuestra
existencia cristiana en este hermoso mundo e identificar lo que realmente da
sentido a nuestra vida, separándolo de lo efímero y pasajero.
El
discernimiento será el nuevo modo de vivir y de ser, una nueva dirección y una
renovada iglesia, esta indeseable pandemia no ha sido en vano.
Es
tiempo de caminar día con día con la pregunta ¿qué quiere Dios de mí y qué
quiere que haga de mi vida a partir de ahora?
Recuperar
la vista hoy es recuperar la capacidad de ser honestos, genuinos y de tejer el
nuevo futuro.
Cuando
Jesús nos pregunta ahora a todos y cada uno, igual que a Bartimeo: ¿qué quieres
que haga por ti?, lo que está en juego es el futuro. ¿Qué respondemos a esta
pregunta? ¿Somos capaces de asumir lo que implica poder ver un horizonte más
allá de esta crisis? ¿Somos capaces de sujetarnos a lo que viene?
Nunca
hemos de olvidar que Jesús es presencia que redime, que abraza nuestra
condición rota sin juicio y nos envía a dar razón de nuestra esperanza
mirándolo todo con nuevos ojos.
Por
ello ante aquella petición de Bartimeo Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha
salvado. Y al momento recuperó la vista y lo seguía por el camino”
Ciertamente
de una u otra forma existirán los que obraron mal, los que olvidaron sus
hermanos, sus iglesias, dejando tirados sus privilegios… pero no hay una tan
sola voz de condena, no hay una voz que diga no vuelvan más, no, lo que hay es
una voz que dice vuelvan, vengan y sujétense en un nuevo orden.
Los
creyentes no hemos de ser rebeldes al accionar de Dios, nos equivocamos,
ciertamente que muchos nos equivocamos, pero su iglesia, la iglesia de Cristo
permanece, no sigamos en nuestra rebeldía y displicencia que la iglesia no se
moverá, permanecerá aquí porque sus fieles no nos movemos: Números 14:44 RV “Sin
embargo, se obstinaron en subir a la cima del monte; pero el arca del pacto de
Jehová, y Moisés, no se apartaron de en medio del campamento.”
Para
los creyentes, solo siendo genuinos en el Señor, será posible hacer el nuevo
mundo que debemos iniciar y construir desde hoy. Un mundo que renace y debe ser
recreado sobre las ruinas. sobre el dolor de esta pandemia y sobre la miseria del
creyente que ella ha develado, para honrar la vida de todos los hermanos y
hermanas que han quedado por el camino de manera inesperada.
Jesús
nos redime en medio de esta crisis y nos concede una vez más la posibilidad de
emprender rutas nuevas hacia el Reino. Nos invita a seguirlo por el camino,
aunque parezca que es de noche y sintamos ya el abrumador cansancio de cargar
esta pesada cruz.
Es
natural que estemos desorientados por los sucesos de estos meses, nunca antes
la muerte toco tan cerca de nosotros y mientras no exista una cura, nos seguirá
asediando. Cada golpe, cada experiencia, nos prepara y da la razón para
emprender un nuevo rumbo, a la gran mayoría asusta lo desconocido, lo nuevo,
pero Jesús está con nosotros, Él espera que todos estemos juntos, que
aprendamos a seguir a nuestras autoridades, Reyes 2:2 NVI "Entonces Elías
le dijo a Eliseo: —Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado a Betel. Pero
Eliseo le respondió: —Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no
te dejaré solo. Así que fueron juntos a Betel." Tomemos en cuenta que Eliseo no sabía nada
de Betel, pero fue.
Lo
dijimos desde un inicio, “muchas cosas no volverán a ser igual”, reconoce tu
grado de ceguera y empieza a reconstruir lo que abandonaste, entre esas cosas
una nueva y vigorosa iglesia, porque, que lo haremos… ¡lo haremos!
La Iglesia
de Jesús, no la detiene nada ni nadie.
S.A.G.
19 AGO 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario