Crear es producir algo de la nada: la Biblia describe cómo Dios creó el mundo. Crear es un verbo relacionado con Dios.
La primera mención bíblica de Dios es su capacidad creadora (Genesis 1.1; 14.19. Deuteronomio 3.18; Salmo 8.3; Isaías 43.15). Como derivado de eso, la iglesia cristiana, en concordancia bíblica, debe fomentar y desarrollar una actividad creadora en sus fieles.
La antropología bíblica enseña que el ser humano fue creado por Dios a su imagen y conforme a su semejanza (Genesis 1.26…27; 9.6, Santiago 3.9), naciendo así la doctrina del ser humano como imagen de Dios. De este modo surge la consideración teológica que nos conduce a enseñar que es imposible pensar en el ser humano sin pensar en Dios.
Mucho se ha especulado el significado de “imagen y semejanza de Dios”. Aquí para efecto de este estudio se dirá, que el ser humano, portador de la imagen divina, posee la facultad especial de cultivar la creatividad. La creatividad es uno de los rasgos distintivos que hacen del ser humano una especie única.
La creatividad humana surge de la necesidad biológica de explorar, intervenir e interrelacionarse con el medio ambiente. Esa naturaleza ubica al ser humano en un sitial preferencial en el planeta, dándole las herramientas para ser un investigador innato, un solucionador de problemas y un fiel cuidador de los recursos obtenido de su Padre Dios.
Equipado con la virtud de la imagen divina, el ser humano es capaz de comprenderse a sí mismo y su entorno. El salmista en una expresión litúrgica exclama: “Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies:" (Salmo 8.5…6).
Como especie única, el ser humano fue dotado por Dios con la capacidad especial de generar, comunicar y expresar sus pensamientos por medio de códigos y símbolos. Ejemplo, en Éxodo, narran las instrucciones para construir el Tabernáculo, ahí dice de Besalel, hijo de Urí de la tribu de Judá quien fue “llenado del espíritu de Dios, y de sabiduría, entendimiento, conocimientos y capacidad creativa, para hacer diseños y trabajos en oro, plata y bronce, para tallar y montar piedras preciosas, para tallar madera y para hacer cualquier trabajo artístico.” (Éxodo 31:2…5). No que duda, Dios le ha dado al ser humano la virtud única para expresar su creatividad en diferentes escenarios.
Eso lo impulsa a la curiosidad. Por esa capacidad creativa, el ser humano logra la expansión del conocimiento, el dominio de su entorno que asegura su sobrevivencia como especie y la reformulación de interrogantes que conducen a nuevas preguntas que requieren atención teológica, filosófica y científica.
La cultura es el primer producto de la creatividad humana y a su vez, la creatividad enriquece la cultura. La creatividad es así, esencial para la supervivencia humana. El mundo sería sumamente diferente sin la presencia de la creatividad, debido a que sin la misma se dificultaría el desarrollo del lenguaje y el adelanto de la cultura.
Imagínese por un momento un mundo sin símbolos, artes, herramientas, logros tecnológicos o avances en la ciencia y la medicina. Sin el surgimiento filosófico de ideas tales como el amor, la libertad, la solidaridad, la democracia, entre otras. Sin la presencia de las expresiones creativas, la humanidad estaría condenada a una existencia mecánica y empobrecida. No hubiera podido desarrollar la sociedad de la que goza hoy en día y nuestra estadía en el planeta hubiese sido efímera.
Alguna ves has pensado… ¿qué es la creatividad?, ¿qué significa ser creativo?, ¿por qué es importante estimularla?, ¿qué relación tiene con la iglesia?, ¿por qué es necesario cultivarla en la iglesia?
Howard Gardner (1), en su libro “La inteligencia reformulada”, describe la creatividad como cualquier acto, idea o producto que logre transformar un campo existente en uno nuevo. Así que una persona creativa es aquella cuyos pensamientos y actos transformen campos de conocimientos o establezcan simplemente uno nuevo.
La creatividad va más allá de generar ideas novedosas. Exige saber definir y analizar correctamente un problema, asignar los recursos necesarios para poner en ejecución la solución y evaluar el producto obtenido.
Entender la creatividad implica un reto para los sistemas educativos y la educación cristiana no es la excepción.
La creatividad, si se le visualiza como consecuencia en el hombre por haber sido hecho a imagen y semejanza de Dios, cómo es posible que históricamente es una de las áreas más descuidadas en los procesos educativos de las iglesias en sus formas de guiar a los fieles.
Si en honestidad observamos con cuidado a la mayoría de las formas educativas de las diferentes iglesias, veremos que invierten tiempo, recursos económicos y humanos en procesos educativos que terminan siendo rígidos y mecánicos. El problema principal reside en que históricamente estos procesos descansan, en gran manera, en actividades paternalistas y en la pasividad de los fieles.
Casi en todas las iglesias sean cual sea su denominación, tienen la tendencia de entender la educación y acción cristiana, como el oír pasivamente la palabra de Dios y obedecer. Lamentablemente la consecuencia principal ha sido la perpetuidad de un ambiente educativo monótono y aburrido que suprime la expresión creativa del estudiante y lo que es más, ha generado una sociedad cristiana, que se opone y niega toda posibilidad de nuevas maneras para entender y vivir la Palabra de Dios en los tiempos actuales y lo más preocupante es que la tecnología creada por la misma creatividad del hombre, mucha veces es condenada por las iglesias, olvidando que el problema en si no es la tecnología, sino su mal uso, mal uso que la iglesia condena pero no educa a sus fieles a usarla.
No hay que hacer un estudio estadístico exhaustivo para darse cuenta de que la asistencia juvenil a la iglesia está en descenso. La situación con las nuevas generaciones es más complicada. Cada mes aumenta el número de jóvenes que resisten asistir a la escuela bíblica. Aun así, reusamos abandonar el modelo educativo tradicional. En la actualidad las iglesias se enfrentan al aburrimiento y a la apatía como obstáculos que inhiben todo su vivir. Esto ha suscitado que diversas congregaciones apuesten al entretenimiento, como grupos de alabantes similares al mundo, en lugar de procesos formativos saludables, como vehículo para retener a la juventud.
Una mejor educación para el pueblo cristiano es posible. Para ello debemos considerar las siguientes preguntas: ¿Si Dios dotó al ser humano de la facultad de aprender, comprender, razonar y crear, por qué insistir en procesos tradicionales que no fomentan el desarrollo de la creatividad?, ¿Será necesario un cambio de horizonte que fomente la curiosidad, la pregunta y el cuestionamiento?
Hay que impedir con todas las fuerzas que los feligreses se fosilicen en las iglesias. No debemos olvidar que un feligrés capaz de entender y pensar su fe vive y celebra con gozo la libertad en Cristo. Rechaza ser como niño, que cambia fácilmente de parecer y que es arrastrado por el viento de cualquier nueva enseñanza hasta dejarse engañar por gente astuta que anda por caminos equivocados: " para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error" Efesios 4:14.
Cultivar la creatividad por medio de actividades educativas significativas es vital para el crecimiento intelectual, doctrinal, social, emocional y espiritual del creyente en Jesucristo.
La actitud de los Pastores y las autoridades. Primeramente, se enfrenta con la necesidad de lidiar con sus propias creencias. Si el educador no transforma su entendimiento deja que el creyente tenga derecho a la pregunta, a la curiosidad y a la expresión, simplemente no se logra la creatividad. No se debe olvidar que el énfasis de todo el esfuerzo educativo es el aprendizaje. De manera que la atención desmedida tolerancia y la enseñanza dirigida limita al aprendizaje auténtico.
La reconfiguración del momento vivencial del culto, perfectamente bien puede ser recreado.
Uso de estrategias innovadoras. El líder eclesiástico debe dominar un repertorio de estrategias educativas que adelanten un aprendizaje haciendo énfasis en la socialización, la interacción entre pares, el aprendizaje colaborativo, la autoevaluación y la motivación como pilares metodológicos.
Indudablemente, como seres creados a imagen de Dios poseemos la capacidad para pensar, crear e investigar. Hoy más que nunca es necesario forjar procesos educativos que cultiven la creatividad. Transitar en una dirección opuesta es comprometerse con la perpetuidad de una iglesia en decadencia.
No olvidemos que la vocación pedagógica de la iglesia es vital para la consecución de su misión. Sin un proceso educativo vivo e intencional difícilmente logrará comunicar al mundo la verdad del Santo Evangelio de Jesucristo. Una fe cristiana que transforme al mundo es una que debe ser entendida. Si se claudica en las funciones pedagógicas difícilmente se alcanzará la transformación de la que Pablo habla en Romanos 12.2 De ahí la importancia del nacimiento de un nuevo modelo educativo que permita el aprendizaje auténtico y creativo de la Palabra de Dios.
(1) Howard Gardner (Scranton, Pensilvania; 11 de julio 1943) es un psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard,conocido en el ámbito científico por sus investigaciones en el análisis de las capacidades cognitivas y por haber formulado la teoría de las inteligencias múltiples. Por esta teoría y por sus implicaciones en la mejora global de la educación,2 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011
S.A.G. 05 - OCT - 2020
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