Buscando El Equilibrio En La Sumisión

Cuando una mujer es escuchada y considerada, a menudo ella reconoce que ha sido respetada. Y así también los hombres. Es lógico que el ceder será la solución más frecuentemente usada. Se puede lograr un consenso si uno cede. Y si no, personas honorables pueden someterse más fácilmente que las que no son tan honorables y se puede evitar la amargura.

Yo creo que cuando una mujer se somete a un hombre, el hombre se siente fuerte y sabio, lo cual lo anima. Cuando se es condescendiente con una mujer (o se cede), ella se siente amada y estimada, lo cual también la anima. Repito, la sumisión es una ofrenda de amor.

Cuando ninguno quiere ceder, Efesios 5:22 ofrece una solución que una esposa sabia puede elegir. Proverbios 14:1 dice que la mujer sabia edifica su casa, pero que la insensata la destruye. Efesios 5:24 la anima a ser pacificadora. (Por supuesto, que no nos estamos refiriendo a casos de abuso. A eso no se deben someter.)

Las enseñanzas de Pablo en Efesios 5:21 sobre una actitud de sumisión están, en efecto, haciendo de la madurez una clave para el dilema de hombres y mujeres. Este enfoque no disminuye el liderazgo de un esposo. Uno de los propósitos del liderazgo es contribuir al éxito de aquellos a quienes dirigen, a desarrollar sus habilidades.

Un ejemplo de amor, diligencia, fortaleza, fe y paz de un esposo cristiano puede hacer una poderosa contribución a la familia. Él también se dará cuenta de que su esposa lo fortalece en estos aspectos a medida que vayan en su viaje espiritual juntos. Él valorará sus habilidades de liderazgo en respeto mutuo.

Muchas mujeres han dejado de ser sumisas a Dios por ser sumisas a sus esposos, muchas argumentan que lo hacen en vistas a salvar su matrimonio, muchas han dejado de cumplir con los preceptos de Dios porque el esposo no las deja, nos olvidamos que estamos obligados a cumplir la leyes en todo lo que no trasgreda la palabra de Dios. Aprende a poner a tu cónyuge en las manos del Espíritu Santo y sírvele con todo tu ser a la obra de Dios.

El enfoque del cristiano de someterse a nuestro Señor nos trae equilibrio en la sumisión en las relaciones humanas.

Mateo Henry dijo "que la mujer fue tomada no de la cabeza del hombre para que no mostrara que ella era superior a él, ni para que la mujer pensara que era amo del hombre. Fue tomada no del pie, para que no se dijera que la mujer era inferior al hombre ni para que el hombre la pisara. Fue tomada de la costilla para mostrar que era su compañera, su complemento, y no esclava encarcelada; bajo el brazo, para ser protegida y no abusada; cerca del corazón, para ser amada y no aborrecida."

Hay mujeres que son muy independientes y dominantes, quieren dominar todo menos su propio espíritu. Quieren ser cabeza de la familia en vez de la costilla. Dios ha puesto la costilla en el cuerpo como soporte y para proteger el cuerpo. La costilla no puede hacer su función si está en el cuello. El cuerpo no funciona con facilidad si sus miembros no están en sus lugares legítimos. Tampoco la familia funciona bien si sus miembros no están en sus lugares designados.

Para concluir: el principio de la sujeción de la esposa al marido no se refiere a un sometido esclavizador, sino a una gozosa colaboración conjunta en una causa común. El esposo por su parte adopta el principio del amor y ama a su esposa sin reserva y entonces la obediencia de ella no se convierte en un pesado yugo como leemos en la escritura: “Así también los maridos deben amar á sus mujeres como á sus mismos cuerpos. El que ama á su mujer, á sí mismo se ama” (Efesios 5:28).

El principio de la sujeción no implica la anulación de la personalidad de la esposa, de sus gustos, de sus ideas, de sus deseos: porque presta obediencia a un esposo amante, atento y abnegado que esta dispuesto a renunciar a sus preferencias y opiniones en beneficio de su compañera. Es indudable que el hombre ha de ser el jefe de familia pero no por eso ha de mostrarse despótico ni autoritario despreciando los aportes de su compañera y ridiculizándola cuando desea colaborar en la dirección del hogar.

Dios es Amor. Hacernos participes de ese Amor no es una cuestión menor. Se necesita tiempo de escucha y de silencio interior. Sólo una escucha diaria y comprometida nos irá conduciendo en nuestro crecimiento personal en el Amor de Dios.

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