Podríamos
apuntar esta definición que escribe sobre ella Fernando Savater
(filosofo español): "La soberbia no es sólo el mayor pecado
según las escrituras sagradas, sino la raíz misma del pecado. Por
lo tanto de ella misma viene la mayor debilidad. O se trata del
orgullo de lo que tú eres, sino del menosprecio de lo que es el
otro, el no reconocer a los semejantes".
La
soberbia es una psicopatología individual y cultural.
(Psicopatología es la disciplina que analiza las motivaciones y las
particularidades de las enfermedades de carácter mental.
Es un
mecanismo de defensa, que permite a los neuróticos enfrentarse al
mundo armándose de una máscara que los lleven a conseguir logros.
El
soberbio tiende a ser seductor y manipulador, con el objetivo de ser
siempre protagonista. Su propio ego, mascara de su baja autoestima,
lo lleva a ser egoísta, arrogante, vanidoso y cínico. Busca
constantemente ser admirado. Carece de la empatía necesaria para
crear vínculos sinceros con los otros, ya que cada relación estará
impregnada de un interés deshonesto: buscar ser admirado. Siente que
jamás se equivoca, que es infalible y prefecto. Está
insensibilizado para compartir el dolor y el sufrimiento de otras
personas.
A
veces se sienten perseguidos. Dando paso a la confabulación y a
conspiraciones para inculpar a otros de acciones que le son propias o
lo que es peor, promueve grupos de cómplices contra aquel que
cuestiona sus ideas o criterios.
La
soberbia camina de la mano del narcisismo. La prepotencia y la
arrogancia unidas a una apariencia de gran seguridad e
invulnerabilidad, han generado sujetos que se olvidan de quienes
realmente son y cuando llegan al éxito, deben seguir creciendo para
no caer en una depresión. De ahí que la mayoría de los adictos
pertenezcan a este tipo de personalidades. Deben consumir, ya sea
drogas o alcohol, para sostener algo que no son y que muchas veces el
entorno le pide que sea. Ejemplos se encuentran entre deportistas y
artistas.
Se
puede hablar de organizaciones con carácter de soberbia. Algunas
congregaciones religiosas lo son. También de sociedades donde sus
gobernantes desatienden las demandas del pueblo o que sacrifican su
medio natural en pos de logros económicos son soberbias.
A
veces, las conductas soberbias, aparecen disfrazadas tras una
aceptación social. Se presentan en un ser altanero, que trata a los
demás en modo imperativo, con tono desvalorizante, creyéndose el
dueño de la verdad. Un ser omnipotente, confiando demasiado en sí
mismo, creyendo que nadie puede hacer las cosas como él las haría o
que se puedan realizar más allá de sus propias posibilidades. Se
vanagloria de las ventajas que tiene sobre otro o se jacta de las
obras realizadas.
Adoptar
una mirada reflexiva nos llevaría a descubrir que detrás de este
tipo de personalidad se esconde el temor a asumirse tal cual es. Es
el miedo el que habla detrás de cada acto de soberbia. El miedo a no
ser aceptado, considerado, respetado o amado.
Al
soberbio le queda una salida: optar por un profundo examen de
conciencia o elegir el camino de una buena psicoterapia. Lo difícil
es que acepte su patología, simplemente porque esta seguro de que,
todo lo que emana de él, es bueno.
Hay
un abismo sin fondo entre la soberbia y la humildad. Todo pecado es
abominable ante la santidad de Dios, pero la soberbia es, sobre
todos, en gran manera inmunda.
Es
pecado irreversible, pues no admite arrepentimiento y por tanto,
redención. Por ello, Satanás ya no puede librarse de su justa
condenación. Ya no hay para él perdón ni esperanza y su odio
orgulloso contra Dios se aumenta más y más.
Dios
es justicia, aunque también es amor y perdón. Para todo pecado
tiene una expiación, mediante el arrepentimiento y la sangre de su
Hijo, pero trae juicios severísimos y casi irreversibles contra la
soberbia: esta es el mayor obstáculo para el arrepentimiento y el
perdón.
El
rey profeta David, dice que el Señor sabe nuestra condición falible
y débil. Como el Padre se compadece... Porque él conoce... Se
acuerda que somos polvo. Por ello Dios estableció, en el antiguo
pacto, los sacrificios para expiación de los pecados que todo hombre
comete... Porque no hay hombre que no peque. (1ª Reyes 8:46).
Cualquier pecado confesado con arrepentimiento era expiado, pero en
la actitud de total y sincera humillación. Entonces y sólo
entonces, era posible la reconciliación con Dios.
En el
libro de Números 15:30 dice: "Mas la persona que hiciere algo
con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja a Jehová;
esa persona será cortada de en medio de su pueblo". Estas son
palabras muy serias. Se ofende y ultraja la santidad de Dios con la
soberbia y esa persona será cortada de en medio de su pueblo. No se
provee expiación sobre tal persona, sino que... Por cuanto tuvo en
poco la palabra... Enteramente será cortada. (Números 15:31).
Sabemos
que sólo Cristo es nuestro abogado ante el Padre, y nuestro continuo
ejemplo. En el reconocimiento y quebrantamiento ante Dios, obtenemos
el perdón.
La
soberbia no se inclinará jamás y por ello, no nos permitirá
arrepentirnos. Es enfrentamiento descarado y ultrajante contra Dios,
blasfemia contra el Espíritu. Y sabemos que la blasfemia contra el
Espíritu Santo no será perdonada jamás. (Marcos 3:29).
Es
soberbia no querer doblegarse ante Dios. En la soberbia hay
quebrantamiento por que Dios no tolera que nada se le enfrente. Él
es el Absoluto y ninguna mísera criatura puede pensar en disponerse
cara a cara con Él, como frente a un igual: "... pero miraré a
aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi
palabra..." (Isaías 66:2)
En su
día, Dios abate al soberbio. "... Ese día será un horno, y
todos los soberbios serán estopa..." (Malaquías 4:1).
En la
humildad trabaja Dios a su gusto, y aplica su formidable poder. ¡Qué
gran estímulo para los discípulos conocer la vía por donde Dios
gusta penetrar en el interior de sus hijos! ¡Y qué fácil para El
sacar todo de donde nada hay.
Por
el contrario, nada es más horroroso y abominable que la soberbia y
la altivez de espíritu. (Proverbios 16:18). No nos será posible, de
éste modo, acercarnos a Dios. El rey Uzías lo hizo y se volvió
leproso de por vida: su acción soberbia fue lo último que hizo en
el templo de Dios, pues, como leproso, habitó apartado del pueblo
sin poder volver a entrar en el templo. "Y se pusieron contra el
rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el
quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que
son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has
prevaricado, y no te será para gloria delante de Yahvé Dios".
(2 Crónicas 26:18..19)
Uzías
era rey de Israel, y tenía todos los privilegios y favores de Dios.
Tuvo un largo reinado y reinó desde muy joven. Pero la soberbia le
hizo querer suplantar los oficios propios del templo, que solo había
sido designado a los sacerdotes. En su orgullo se quiso imponer al
mandamiento, a pesar de los ruegos y advertencia de los legítimos
designados para ofrecer el incienso y eso le costó ser separado de
su pueblo a causa de la lepra con que Dios le castigó, De ser todo,
pasó a ser nada, por un arrebatado ataque de soberbia. Vivió y
murió leproso; y como leproso fue enterrado en los sepulcros reales.
La
soberbia es una fuerza espiritual. Es una fuerza diabólica
sobrenatural que nació de Satanás, el enemigo de la creación de
Dios: El hombre. Aún hasta este momento la soberbia ha seguido su
curso a través de la existencia del hombre y es la causante de la
desgracia más grande y la que origina problemas para los seres
humano.
El
hombre junto con los ángeles fueron creados por Dios para tener
comunión con Él y adorar a su Creador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario