El
amor mal interpretado, la sumisión de los hijos a los padres mal
enseñada, el machismo en nuestra América toda, la ignorancia, el
miedo, el terror, la vergüenza, el qué dirán social, las
enseñanzas cristianas mal dadas, los celos, los chambres, las
envidias, el alcohol, la droga, la necesidad económica, etc., etc.,
etc., son confabulantes para generar y callar un mal de todos los
días como es la violencia familiar, incluyendo los hogares de muchos
cristianos, aun cuando algunos no les gusta aceptar esta realidad.
En
ninguna parte de la Escritura, encontramos que Dios sancione
tácitamente cualquier forma de violencia doméstica. En Colosenses
3:18..19, los hombres son instruidos a moldear su amor hacia sus
esposas, de acuerdo a cómo Jesús amó a su iglesia. Esto se
describe como un amor sacrificial; que es la clase de amor que busca
lo mejor para el ser amado.
A lo
largo de mis años pastoreando, he sido testigo como matrimonios y
aun consejeros y mas de algún pastor, expresan una mala
interpretación de Efesios 5:22, lo que ha hecho que algunos crean
que el papel de sumisión permite un abuso de poder o un maltrato del
cónyuge. El verdadero significado de este pasaje, es demostrar el
papel del esposo como el iniciador de un amor incondicional, ante lo
cual la esposa responde con reciprocidad, estando dispuesta
voluntariamente a colocarse bajo su liderazgo.
Leí
sobre una esposa cristiana, que había sido víctima de violencia
doméstica por algunos años y a pesar de ser una mujer entregada a
sus servicios religiosos su situación no mejoraba. Ella no tuvo
cicatrices en sus heridas, hasta que su esposo comenzó a golpearla y
empujarla. Luego de haber sido empujada por las escaleras, ella buscó
ayuda en un refugio para mujeres abusadas. Su consejero le alentó a
que no regresara a casa hasta que su esposo estuviera de acuerdo en
buscar ayuda, en referencia a sus comportamientos agresivos y
abusivos. Luego de saber que estaba arriesgando su matrimonio, el
esposo estuvo de acuerdo en buscar ayuda. Eventualmente, él fue
capaz de aprender a expresar sus sentimientos y encontrar maneras
significativas para desarrollar su autoestima. Más tarde, ellos
asistieron a consejería matrimonial cristiana para desarrollar una
relación de amor genuino.
Y
también leí este otro caso: A los cinco años de su segundo
matrimonio con abuso, Margarita y su esposo le entregaron su vida a
Cristo. Este compromiso espiritual le dio a Margarita la esperanza de
que su tumultuoso matrimonio se podía salvar.
Pero
cuando el abuso físico continuó, se dirigió a su pastor para
buscar ayuda. Le contó los terrores de vivir con un hombre que una
vez la lanzó contra una pared y la ahorcó hasta el punto que
escuchó un chasquido en su cuello.
Su
pastor le aconsejó: Ve a casa, ora y sométete. "Si tu esposo
te mata, será para la gloria de Dios". Margarita sobrevivió
tanto el tormento cruel de su esposo así como el escalofriante
consejo del pastor. Pero como muchas mujeres que han sido
maltratadas, encontró refugio en el mundo no en la iglesia -- un
refugio para mujeres en Texas.
"La
violencia doméstica es un gran problema en Estados Unidos, América
Latina y dentro de la Iglesia", expresó el pastor y consejero
matrimonial Jimmy Evans de Amarillo, Texas, E.U.A. "Pero la
iglesia no lo está tratando como un problema serio".
Y es
que la mayor parte de los seres humanos cristianos o no, vemos el
hogar como un lugar de amor, paz y compañerismo. Al final de un
largo día de trabajo, regresamos a nuestros hogares para compartir
el resto de la tarde con nuestros seres queridos. Allí comemos,
hablamos, jugamos, descansamos y dormimos. En el mejor de los casos,
el hogar es un lugar de refugio donde estamos a salvo de los males
que azotan la sociedad.
Sin
embargo, muchos hogares, lejos de refugios, son campos de batalla.
Cada día el periódico, la radio y la televisión narran más
crímenes pasionales, más asesinatos y más abusos contra la
persona. Las estadísticas policíacas nos informan que la mayor
parte de los actos de violencia contra la mujer ocurren en el hogar,
dado que son causados por sus esposos, amantes o ex-compañeros
sentimentales.
Se habla de abuso cuando hay:
- Violencia física: La forma más clara de violencia; sus efectos son más visibles.
- Violencia sexual: Se cree que es menos común porque la mayoría de las víctimas no habla del problema.
- Abuso psicológico: Erróneamente suele creerse que es menos dañina aunque las investigaciones muestran lo contrario. El sometimiento constante al abuso emocional erosiona la personalidad al grado de que a muchas personas les cuesta mucho recuperarse.
- Destrucción de la propiedad o mascotas: Muchos abusadores destruyen premeditadamente objetos valiosos para sus víctimas o atentan contra sus mascotas sabiendo que con eso les provocarán dolor.
Sea
cual fuere la dinámica de la violencia en una relación
interpersonal, ésta dependerá del tipo de abusador, el momento del
abuso, la cultura donde se produce, las creencias y mitos de los
involucrados, etc. Muchos expertos en violencia doméstica sostienen
que la tolerancia femenina a esta realidad contribuye a perpetuar la
situación.
Todo
esto implica que el problema del maltrato de la mujer no está
restringido a un lugar geográfico o a una cultura determinada. Está
tan aceptado por la sociedad, que muchas víctimas optan por
resignarse.
Algunos
mitos están tan asentados en la cultura y en patrones de pensamiento
que la erradicación del abuso intrafamiliar parece una tarea
imposible. Es por lo tanto importante entenderlos y destruirlos para
poder enfrentar individual y corporativamente esta amenaza.
Existen
algunos mitos como:
- La violencia doméstica no afecta a muchas personas. La realidad es diferente. Las agresiones domésticas son una de las causas principales de mujeres heridas, por sobre los accidentes automovilísticos u otro tipo de accidentes. Se estima que alrededor del 50% de los hogares sufre o ha sufrido violencia intrafamiliar.
- El maltrato es resultado de un momento de furia. Lo cierto es que los abusadores tienen una conducta permanente de abuso. No es producto del momento, sino la reiteración de una conducta cotidiana.
- Sólo se da entre gente pobre y de áreas marginales. Este es un error conceptual muy extendido. Las personas que utilizan la violencia contra sus esposas o compañeras son de todos los niveles sociales y educativos. La lista de abusadores, según un estudio, incluye a médicos, psicólogos, abogados, ministros religiosos y ejecutivos.
- Solo son empujones, bofetadas o puñetazos, lo que no produce serios daños. La realidad indica que un gran número de mujeres llegan a tener secuelas invalidantes, cicatrices permanentes y muchas aun pierden la vida.
- Es fácil para una mujer maltratada huir de su abusador. Muchas mujeres viven en tal estado de esclavitud psicológica y codependencia del agresor que les resulta muy difícil alejarse del abusador.
- La mayoría de los agresores de mujeres son extraños. Muchos quisieran creer que este mito es verdadero, pero la realidad indica que el 95% de los agresores pertenecen al círculo familiar más cercano:
- La violencia familiar es producto de algún tipo de enfermedad mental. Este mito ha servido para excusar, explicar o tolerar el abuso físico o psicológico contra la mujer. La realidad indica que sólo el 10% de los abusadores parece tener algún trastorno psicopatológico.
- La violencia y el amor no son compatibles en una familia. La mayoría de los episodios ocurren en ciclos. Generalmente es un tipo de amor adictivo, dependiente, posesivo, basado en la inseguridad”.
- El maltrato emocional no es tan grave como la violencia física. La realidad señala que “el abuso emocional continuado, aun sin violencia física, provoca consecuencias muy graves desde el punto de vista del equilibrio emocional”. La verdad es que “es posible aterrorizar a una mujer y abusar de ella sin recurrir a la violencia física. La rehabilitación de una persona que ha recibido maltrato emocional es tan difícil y traumática como la de aquella que fue golpeada.
- La conducta violenta es algo innato al ser humano. Es lo que han afirmado desde hace muchos años los zoólogos, los etólogos y muchos investigadores ligados a concepciones evolucionistas. En realidad, “la violencia es una conducta aprendida a partir de modelos familiares y sociales que la definen como un recurso para resolver conflictos.
- La violencia intrafamiliar no se da en hogares de cristianos comprometidos. Muchos varones violentos asisten a la iglesia regularmente. La interpretación sexista de algunos pasajes bíblicos ha llevado a algunos hombres a creer en su preeminencia sobre la mujer y esta actitud es la base de la justificación de la violencia conyugal.
- Todo el mundo agrede, los hombres y las mujeres. Hay muchos varones que sostienen que es una exageración la supuesta violencia masculina, que las mujeres agreden por igual. Esto no es así. La agresión masculina es más común y notoria.
- A menudo las mujeres provocan la agresión masculina. La mayoría de los agresores quiere creer en este mito. Aun algunas mujeres (que evidentemente no han sido agredidas) tienden a creerlo. Sin embargo, los estudios revelan que los hombres violentos actúan independientemente de lo que hagan o digan las mujeres.
Al oponerse a la vida, la violencia se coloca en contra de
Dios, quien nos ha creado para disfrutar la vida a plenitud.
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