Leí
algo que sucedió el otro día y que quiero compartir hoy. Resulta
ser que unos policías fueron enviados a una llamada, donde alguien
había llamado al 911 y solo se escucho una discusión y después
colgaron el teléfono. El oficial que recibió la llamada trato de
llamar al teléfono de donde se origino la llamada, pero le sonaba
ocupado. Fue en este punto que se hizo la decisión de enviar
policías a la dirección registrada al teléfono. Llegaron a la
casa y tocaron a la puerta, pero nadie respondió. Ellos podían ver
que había varias luces encendidas dentro del domicilio, pero tocaban
y tocaban y nadie respondía. Al revisar el interior del domicilio
uno de los policías subió a la segunda planta y entro. Se pueden
imaginar cuan grande fue su sorpresa al encontrar que los residentes
estaban todos cómodamente en sus habitaciones profundamente
dormidos. Cuando los oficiales le preguntaron el por qué no habían
respondido a la puerta, ellos dijeron que no los habían oído.
¿Interesante
verdad?
Ahora,
estoy seguro que muchos se deban estar preguntado el por qué les
cuento esto. La razón es porque el Señor me dio un mensaje durante
este incidente, la Palabra nos dice:
Apocalipsis
3:20..22 - He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi
voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi
trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias.
Estos
versículos forman parte de la carta que nuestro Señor escribió a
la iglesia de Laodicea; esta carta es la carta más fuerte que le
escribo a todas las iglesias.
Cuando
analizamos la carta completa o mejor dicho la advertencia completa,
vemos que Cristo no tuvo nada bueno que decir de ellos. La razón por
la cual Él escribió esta carta tan fuerte fue porque como podemos
interpretar en el versículo 16 ellos en vez de acercarse más a
Dios, en realidad se alejaban de Él. Ellos estaban en un camino que
no agradaba a Dios. Yo diría que ellos estaban como muchos creyentes
hoy en día, que les da lo mismo una cosa que otra.
En
el texto el Señor nos dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo..." Esto es significativo porque el llamado no es como
muchos piensan. El llamado no es solamente cuando Él permite que
escuchemos Su Palabra y le aceptemos como Rey y Salvador. La realidad
del caso es que Él nos llama a diario, Él toca las puertas de
nuestros corazones a menudo, pero tal como el caso que les conté al
inicio, muchos de nosotros no respondemos cuando Él toca.
Las
razones pueden ser varias, pero creo que todas caen en solo cuatro
categorías.
La
primera
es que tal como los residentes de ese domicilio, simplemente no lo
oímos. Existen muchas personas que se encuentran tan ocupados con
las preocupaciones de nuestro diario vivir, que en muchas ocasiones
no oyen cuando Cristo toca la puerta de sus corazones. Existen
numerosas personas que están tan preocupadas con las cosas del mundo
que van a las iglesias Domingo tras Domingo, pero nunca escuchan la
voz de Dios.
Esto
no sucede por coincidencia, esto es algo que el enemigo tiene
programado para que no escuchemos la voz de Dios, para que nos
alejemos de Su voluntad. El enemigo quiere mantenernos preocupados y
atormentados en el bullicio de este mundo para que no escuchemos el
tocar de nuestro Dios.
Solo
tenemos que hacer un poco de memoria y veremos que el Señor toca en
nuestras puertas con frecuencia. Puede ser algo tan simple como el
dejar de hacer algo o el hacer algo. Puede ser algo tan simple como
el pedir perdón por una ofensa, pero el caso es que Él toca a la
puerta con frecuencia y no oímos su tocar por estar encerrados en el
bullicio de este mundo. En otras palabras estamos tan preocupados con
lo que sucede afuera de la iglesia que no prestamos atención a lo
que sucede adentro.
La
segunda
razón es que no reconocemos Su voz. Ser Cristiano es mucho más del
decir que somos cristianos. Ser Cristiano significa que hemos hecho
un compromiso con Dios. El cristianismo no es una religión como
muchos le describen, el cristianismo es una manera de vivir, es un
estilo de vida. Ser Cristiano significa que Él cambia nuestra
naturaleza corruptible a incorruptible. Ser Cristiano significa que
Él nos da una naturaleza divina, Él nos da la naturaleza de Dios
Entonces
para decir que somos Cristianos es necesario conocer a Cristo (1
Corintios 1:9). No se puede decir que una persona es un doctor de
medicina si nunca estudio; no podemos decir que somos Cristianos si
no tomamos el tiempo de estudiar Su Palabra, si no tomamos el tiempo
de conocerle, si no tomamos el tiempo de entrar en comunicación a
través de la oración con Dios. Nunca podremos reconocer la voz de
Dios porque nunca la hemos escuchado.
Esto
es uno de los problemas más grande que existe hoy en día en el
pueblo de Dios, no reconocen Su voz porque en realidad nunca la han
escuchado, a consecuencia vemos como o escuchamos de hermanos y
hermanas que se apartan de los caminos de Dios siguiendo falsas
doctrinas de este mundo. En estos tiempos existen numerosas personas
proclamando venir en el nombre de Jesús, pero la realidad del caso
es que se encuentran muy lejos de Jesús. Es por esta razón que es
de suma importancia que sepamos reconocer Su voz, que sepamos que no
todo lo que proclama o aparente ser de Dios es de Dios (1 Juan
4:1..3).
La
tercera razón
es porque quizás estamos muy débiles o como se dice "dormidos
en los laureles", para levantarnos y abrir la puerta. ¿Cuántos
han pasado por una gripe? Es algo serio, la gripe nos debilita dé
tal manera que solo queremos dormir, nos quita las fuerzas de
levantarnos. El pecado en nuestras vidas hace lo mismo, el pecado en
nuestras vidas nos va debilitando de tal manera que llega el momento
que no tenemos las fuerzas para cambiar. El pecado nos va debilitando
de tal manera que tal como la gripe, se nos tupen los oídos y no
podemos escuchar la voz de Dios. Ninguno de nosotros podemos vencer
esto por nuestra cuenta, pero cuando verdaderamente tenemos a Cristo
en nuestros corazones, no existe demonio ni potestad que nos pueda
debilitar (1 Juan 4:4). No podemos permitir que el demonio nos atrape
en la trampa de la tentación, no podemos permitir que el demonio nos
atrape en el pecado.
La
cuarta
razón es que no queremos hacer caso. Este también es un problema
bien serio, la desobediencia. Solo tendremos que leer la Palabra y
veremos que la desobediencia ha causado que el hombre le falte a Dios
desde el principio (Génesis 3:17). Si examinamos nuestras vidas,
creo que podremos ver que nuestra desobediencia nos ha causado
problemas y dolor. Esto es algo que para aquellos que no están
firmes en la Palabra, para aquellos que no están firmes en las
promesas, en la roca, les es muy difícil de hacer.
En
muchas ocasiones no cumplimos con Dios y no obedecemos Su Palabra
porque no estamos dispuestos a dejar atrás costumbres o hábitos de
nuestra vida. Aunque sabemos que lo que estamos haciendo no agrada a
Dios, no dejamos de hacerlo. Pero la realidad del caso es que si no
dejamos a tras el viejo hombre, nunca formaremos parte del Reino de
Dios (Efesios 5:5..7). En otras palabras no abrimos la puerta cuando
Él Señor toca. Continuamos en la desobediencia y luego tenemos el
valor de preguntarle a Dios; ¿por qué nos suceden las cosas?
Como
les dije, creo que estas son las cuatro razones principales por la
cual muchos no abren la puerta de su corazón a Dios. Pero cuando
reconocemos nuestros errores, cuando le abrimos a Él nuestro corazón
y permitimos que nos guié, Él nos dice: "...si alguno oye mi
voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo. 21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi
trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono."
Solo
tenemos que abrir. Abrir las puertas de nuestros corazones,
entregarle a Él nuestras cargas. Si podemos vencer, si podemos vivir
vidas victoriosas, pero solo cuando dejamos que Él reine en todo lo
que somos.
Yo
lo invito hoy a que cambie de actitud y abra esa puerta de su corazón
a Jesucristo.
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