Días Buenos Y Malos… Una Cosa No Significa La Otra

Desde siempre, los seres humanos o al menos, los seres humanos normales, ansían vivir en tiempos felices, llenos de paz y justicia. Desean poder disfrutar con tranquilidad del fruto de su trabajo y de las posibilidades que ofrece su mundo y su sociedad en particular.

No hay duda que en nuestros países estamos viviendo tiempos malos, tiempos de aflicción, de angustia por la delincuencia, de pobrezas, de familias divididas, de jóvenes en fracaso, de amenazas, de cambio climático extremo, de catástrofes naturales, etc.

Pero aun en estos tiempos malos, nosotros podemos tener días buenos en nuestra vida, en nuestra familia, días de bendición, de gozo, de paz, de esperanza.

Desde que tengo uso de razón en mi vida comencé a soñar o pensar de lo que quería hacer y tener en mi vida, pasa el tiempo y a lo largo de los años cambiamos nuestros sueños y le damos prioridad a otras cosas y acontecimientos que llaman nuestra atención, por ejemplo, en la adolescencia toda la vida se mira fácil, como se dice, color de rosa. 

Sin embargo, conforme la edad avanza vamos adquiriendo madurez y con ello responsabilidades más serias que nos obligan a tomar decisiones importantes, por ejemplo: que profesión nos gustaría ejercer, a qué edad nos gustaría conformar una familia, etc. Y así nuestra vida va evolucionando con el correr del tiempo, al mismo tiempo que la tecnología.

Todos en el transcurso de nuestra vida pasamos por tiempos buenos y difíciles. Tiempos difíciles como enfermedades, fracasos, escasez de dinero, etc. También disfrutamos de los buenos tiempos como logros obtenidos académicamente, satisfacciones laborales, satisfacciones familiares, etc.

Lo que en realidad el ser humano persigue en la vida es la felicidad. De ahí el dicho de muchos finales de cuentos y películas que dicen: ¡Y fueron felices para siempre!

Pero esto es solo una falacia, es un razonamiento incorrecto que aparenta ser correcto.  

No me gustaría sonar negativo, pero si muy realista ya que lo acontecimientos buenos y malos son parte inherente de nuestras vidas y nadie las puede obviar.

La felicidad en nuestras vidas va y viene, sin embargo, es bueno saber que una buena vida va a ser aquella donde los buenos tiempos van a superar a los malos.

Pero que una cosa se dé en unos, no significa que en nosotros también “Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países, más en toda la tierra de Egipto había pan”. Génesis 41.54

Que el tiempo sea malo no significa que te vaya a ir mal, los tiempos difíciles traen dificultades, pero no imposibles.  Todo cristiano va a tener días malos tarde o temprano, sin importar lo consagrado que sea. De hecho, creo que mientras más consagrado sea, más dolorosos y angustiosos serán sus días malos.

Al encarar tu día ten bien presente esta diferencia porque si no terminarás el día negativamente. Primero trata de estar lo mejor que puedas con Dios y luego con tu familia, esto hará que te sientas bien contigo mismo y con los demás. Luego no podemos dejar fuera el factor económico, porque, aunque sabemos que no lo es todo, pero nadie puede negar que es muy importante.

El factor económico sabemos que es el que te ayudara a que los malos tiempos se acorten y que lo buenos tiempos se alarguen.

Frente a las noticias negativas recuerda que una cosa no significa la otra y tenlas presentes a la hora de emprender las cosas.

Aprovecha también este tiempo para ser de testimonio a los demás y que ellos puedan ver que Dios bendice a su Pueblo en todo momento.

El progreso no está dado tanto por las condiciones externas sino por las decisiones internas las cuales nos conducen positiva o negativamente.

Por eso hay personas que, a pesar de haber atravesado buenos tiempos, no han progresado en su vida debido a que no han actuado con sabiduría.

Por el contrario, vemos otras que han progresado en tiempos difíciles y que lograron hacer una diferencia gracias a su forma acertada de actuar.

En muchos casos, los tiempos buenos sirven para que la gente se endeude todavía más y no logre ahorrar para progresar económicamente.

Lo mismo sucede con los buenos ingresos, hay personas que cuanto más ganan más gastan y no logran nunca hacer una diferencia.

Por otro lado, vemos personas que ganando mucho menos progresan mucho más y además, viven más tranquilos personal y familiarmente.

Por eso no dejes nunca de confiar en el Señor y de obedecer los principios de su Palabra a la hora de administrar tu economía y de desarrollar tu trabajo.

A medida que continuamos en el caminar con el Señor, nuestros días malos deben ser menos intensos. Y debemos darnos cuenta en nuestros tiempos malos que tenemos todos los recursos necesarios para combatir con el enemigo.

Creo que muchas veces nuestros días malos a menudo son para llevarnos a la madurez y sacarnos de la atadura de la niñez. Piénsalo. La mayoría de nuestros días malos son causados por nuestra reacción infantil hacia las situaciones de la vida. Y considera como los niños reaccionan a la vida: En un minuto están riendo y al otro están gritando. Hacen pucheros. Son un puñado de temores. Son heridos con facilidad y lloran en demasía. Tienen una medida corta de atención y exigen recompensa al instante.

Pero a pesar de esto, los padres piadosos aman y alientan a sus hijos a través de todas las experiencias de la vida. Ninguna rabieta hace que un padre amoroso niegue o rechace a su hijo.

De igual manera, como cristianos, algunas veces hacemos pucheros o tenemos rabietas carnales cuando enfrentamos tiempos difíciles. Exclamamos: “Esta bien, Dios, si esa es la manera que me vas a tratar, si vas a seguir permitiendo que me pasen cosas malas entonces, ¿por qué tengo que seguir orando? 

Mas, sin embargo, nuestro Padre celestial sigue amándonos y confortándonos a pesar de nuestras rabietas, nuestras cargas, nuestros gritos y niñerías.

Como ves, su gran deseo es que en medio de nuestras pruebas comencemos a echar mano del conocimiento de quienes somos y qué poseemos como sus hijos. Él sabe que cuando somos sacudidos por el viento y las olas de nuestras emociones, nos olvidamos que somos sus hijos y comenzamos a vivir por debajo de nuestros privilegios. Sin embargo, su Palabra nos dice que somos sus herederos y coherederos con nuestro hermano mayor, ¡Jesús! 

Frente a la incertidumbre y las proyecciones negativas recuerda que una cosa no significa la otra, que los tiempos sean difíciles no significa que te vaya a ir mal.

No te olvides que en todos los países había hambre, pero en Egipto había pan. Aplica esto a tu realidad y declara que más allá de toda dificultad tú serás bendecido por Dios.

Yo bendigo tu vida para que Dios pueda darte discernimiento a la hora de encarar cada día y puedas recordar que Él bendice a sus hijos en todo tiempo.

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