La Codependencia No Es Amor

Pensaba cuan poderoso se puede volver el amor, cuando una persona ama es ciega, sorda y muda… no ve más allá de lo que perciben sus sentimientos y a veces eso no basta, muchas veces se pierde la cordura por un amor que no conviene o solo te usa cuando estime conveniente.

Mi conocimiento me dice que no importa si te lastiman una y otra vez, lo que importa es cuan fuerte vuelves a levantarte para recomenzar de nuevo, pero también me dice que “no todo lo que brilla es oro”, hay que tener la capacidad de ver en ese amor, poder pensar objetivamente si te conviene o no… A veces es difícil, por que manda el corazón antes que la razón, pero ten presente que si tu amor es ciego, sordo o mudo…solo tú decides que así sea

La codependencia puede ser definida como una enfermedad, cuya característica principal es la falta de identidad propia. El codependiente pierde la conexión con lo que siente, necesita y desea. Se crea un yo falso, pues en realidad no está consciente de quién es y está tan desconectado de sus propios sentimientos, asume responsabilidad por las acciones de los demás y toma las cosas de una manera personal. Invierte una enorme cantidad de energías en mantener una imagen o un estatus para impresionar, ya que depende del valor que los demás le otorgan.

La dependencia emocional, se trata de un problema de la pareja por la existencia de una necesidad continua de afecto. Es algo similar a lo que se sufre con la dependencia del alcohol, por ejemplo. Afecta tanto a hombres como a mujeres. La diferencia está en que los hombres tienden a ocultarlo por vergüenza, agravando el problema. 

Quien la sufre es una persona con un miedo a la soledad, que no concibe su vida sin pareja. Un hecho llamativo es que, generalmente, el dependiente emocional busca parejas dominantes, de carácter fuerte, egoístas y egocéntricas, desconsideradas, posesivas e incluso déspotas, capaces de llegar al maltrato físico y/o psicológico, a las que idealizan en extremo. El afectado, a pesar de que reconoce esta desconsideración, no puede dejar de estar apegado. Es capaz de pedir perdón, incluso, por cosas que no ha hecho, con tal de que su pareja lo quiera y esté contenta. Le colmarán de regalos y atenciones, para que esté contenta en todo momento.

Depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, es un acto de automutilación psicológica donde el amor propio, el autorrespeto y la esencia de uno mismo son regalados irracionalmente. Bajo el disfraz de amor romántico, la persona apegada comienza a sufrir una despersonalización lenta e implacable hasta convertirse en un anexo de la persona “amada”, un simple apéndice.  

El Desapego no es indiferencia, amor y apego no siempre deben ir de la mano. Lo hemos entremezclado tanto, que ya confundimos el uno con el otro. Equivocadamente, entendemos el desapego como dureza de corazón, indiferencia o insensibilidad y eso es incorrecto. El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción. La persona no apegada (emancipada) es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promocionar el egoísmo y la deshonestidad.  

Desapegarse no significa salir corriendo a buscar un sustituto afectivo, volverse un ser carente de toda ética o instigar la promiscuidad. La palabra libertad nos asusta y por eso la censuramos. Declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse de lo perjudicial y hacer contacto en la ternura. El individuo que decide romper con la adicción a su pareja entiende que desligarse psicológicamente no es fomentar la frialdad afectiva. No podemos vivir sin amor, pero si podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra ahorcarse con él. El desapego es una elección que dice a gritos que el amor es ausencia de miedo.

¿Amor o necesidad? ¿Cuál es la diferencia entre amar y depender? Parece que no es fácil definir las finas líneas que separan estos dos términos. En una relación basada en el amor, dos personas están juntas por el placer de compartir con el otro aquello que cada uno es y que les hace sentir bien, no para que el otro le proporcione lo que uno siente que le falta en su vida. Así, la persona que vive una relación con amor, situación distinta del enamoramiento, se siente completa, libre y puede recibir y dar bienestar a su pareja en una relación de intercambio entre iguales.  

Como en la mayoría de las cosas, no todo es blanco o negro, amar o depender. Hay grados de dependencia y es fundamental que uno detecte cómo le afecta un tipo de relación así en su vida y de qué manera impide un desarrollo personal sano.

 El amor que no produce paz, sino que angustia o culpa, está contaminado de codependencia. Ese tipo de amor patológico, de obsesión, es sumamente destructivo al no producir paz interior ni crecimiento espiritual. La codependencia crea amargura, angustia, enojo y culpabilidad irracional. El fruto del amor debe ser la paz y la alegría. Si no es así, algo anda mal. Somos imagen y templo de Dios. No debemos albergar en nuestro corazón ni angustia ni ninguna otra emoción dañina.

Hay que tratar de mantener una relación sólo hasta donde debamos y podamos. Procurar mantenernos en la línea de la Ley de Dios. Si una relación humana resulta perjudicial para la salud física, moral o espiritual, hay que cortar. La iglesia permite la separación de los casados cuando la vida en común se hace intolerable.  

Hay madres que usan a sus hijos para llenar un vacío. En la codependiente se vive como un ser vacío. Contrario al verdadero amor que promueve el crecimiento mutuo. El fin de todo ser humano no es complacer siempre al otro o ser lo que el otro espera de uno, sino ser el reflejo de Dios para los demás: lo que Dios le creó para ser.

La codependencia aparenta ser amor, pero es egoísmo, destrucción, miedo, control, relación condicionada. En la codependencia hay una gran cantidad de manipulación. Es una relación descontrolada: hago todo lo que sea para que la otra persona este feliz. En momentos de frustración, la codependencia es abusiva y de tremenda tolerancia del abuso. La persona codependiente permite tanto que no reconoce el abuso cuando lo sufre y se irrita con quienes se lo señalan.

El amor humano debe ajustarse a la razón. Un codependiente se dejan llevar solamente por sus sentimientos. Su autoestima depende del comportamiento o reacción de su pareja. Son capaces de dejar sus aspiraciones profesionales, por lo general sufren de abuso económico, pues entregan todo control monetario, hasta el personal, a su pareja.  

El codependiente debe recibir ayuda profesional y espiritual. Debe amarse ordenadamente a sí mismo, atendiendo a sus necesidades básicas. Eventualmente el depender tanto de otra persona se convierte en una condición patológica que afecta al codependiente en sus relaciones con todas las demás personas. 

No es extraño, que la persona codependiente se junte a personas con problemas, como los divorciados o separados de sus parejas. Pareciera que tienen un radar que atrae a estas personas. Es la combinación perfecta entre el hambriento y los deseos de comer.

Aunque en la Biblia no existe ningún versículo que mencione el término codependiente, cuando te adentras en sus historias, te das cuenta que la codependencia no es un problema nuevo. En Gálatas 1.10 Pablo pregunta: “¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo” 

En otras palabras, no puedes ser siervo de Cristo y a la vez vivir obsesivamente pendiente de agradar a los demás. Claro que, al agradar a Dios, por lo general, agradaremos también a las personas. Pero no siempre es así. Un consejo muy sabio para todos, en especial para el que padece de codependencia, lo encontramos en 1 Tesalonicenses 2.4:

Como ya hemos dicho, el problema principal del codependiente es el hábito de agradar a otros llegando a ser controlados aun cuando no lo acepten o no se den cuenta. Esta es su estrategia para sentirse amados. Y poco a poco se vuelven más controlados.

Es como la esposa que vive insegura de su marido y entonces, para retenerlo, le compra ropa, regalos, lo premia con aquello que a él le gusta y él se porta mejor. Y ella entonces intensifica su esfuerzo para agradar más.

Si estas cayendo en esta adicción, levántate, mira el horizonte y contempla el sol de justicia que resplandece y te dice:
⦁    “Asimismo te apartará de la boca de la angustia A lugar espacioso, libre de todo apuro, Y te preparará mesa llena de grosura”. Job 36:16
⦁    “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”. Isaías 58:6
⦁    “Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad”. Lucas 13:12.

Que Dios te ayude a romper esta codependencia y vivir en la dignidad que Él te dio.

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