La Acción Del Necio Son Necedades

¿Sabía Usted que es enteramente posible ser un sabio y sin embargo aparentar ser un tonto? ¿Sabía Usted que dependiendo del trato que demos a un necio, podemos hacerse sentir sabio en su propia estima y hacernos creer a nosotros los tontos?... No se asombre, pero esto es más común de lo que generalmente pensamos. Pese a la seriedad de este asunto, es uno de los aspectos de la sana doctrina más ignorados y violados por la gran mayoría.  

El necio no se interesa en el entendimiento correcto de las cosas, sino que fija su interés en lo que su propia mente le pueda revelar. Es una persona fácilmente atraída y seducida. Le encantan las opiniones, sobretodo la suya propia, porque se cree sabio. Por eso es que muchos de ellos tienen la osadía de llegarse a proclamar sabedores de lo que no saben. 

“No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará”. (Proverbios 9:8) Este versículo habla de la importancia que tiene la actitud de aquel que recibe una corrección para mejorar su vida. Porque para el necio, por más pertinente que sea el mensaje y más correcta la forma de transmitirlo, él no tiene la disposición adecuada y no te recibirá. 

Las personas que tienen en poco la sabiduría, por lo general, se burlan de aquellos que la imparten y terminan enfrentándose o ignorando a los que procuran ayudarlos. Por eso, cuando reprendas a un necio, seguramente estarás ganando un enemigo, no importa lo que le digas o cómo se lo digas, igual te aborrecerá. Por el contrario, si la persona que recibe el mensaje es sabia te amará y valorará tu aporte actuando y haciendo lo que se le aconseja, aun si la forma en que se lo dijiste no fue la mejor, igual lo recibirá bien, ya que el sabio le presta más atención al contenido que a la forma, porque sabe que en definitiva el contenido es lo que transforma. 

Los planes del necio son egoístas: Lucas 12:17...19 “Así que se puso a pensar: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha. Por fin dijo: Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. 19 Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.”
En los planes del necio no aparece nadie, solo él… “¿Qué voy a hacer? ¡No tengo dónde guardar mi cosecha!” “¡Ya sé lo que haré! Derribaré
En sus planes no involucra a Dios (no diezma) y menos ayuda a los que le rodean, es mezquino, aparte de necio.
En los planes del necio no hay un pensamiento de cambiar. El necio cree que su forma de vida es la mejor, que no necesita de cambios.
Cree que su objetivo en esta vida es alcanzar riqueza y en eso invierte su vida. 

Pero como la necedad tiene un principio, también tiene un final. Pero el necio no piensa que tendrá un final. El necio no se preocupa por su final. El necio solo piensa en disfrutar de lo que tiene. Lucas 12:18...19, “Entonces dijo: “¡Ya sé lo que haré! Derribaré mis graneros, construiré otros más grandes, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes. Y me diré a mí mismo: ‘Ya puede descansar mi alma, pues ahora tengo guardados muchos bienes para muchos años. Ahora, pues, ¡a comer, a beber y a disfrutar!”

La necedad, no es la cualidad solo del necio, sino una manera de vivir. Vive trabajando sin ocuparse de Dios y sirviéndose de todos, principalmente de quienes lo rodean. No entiende, ni acepta e ignora los consejos. Sus planes son egoístas y nunca dará nada, ni compartirá nada.
  
Cuentan que, en unas tierras lejanas, existía un Rey muy sabio y bondadoso; cierto día el rey había salido a pasear por los jardines de su castillo, pero para su sorpresa, junto al camino estaba un mendigo que clamaba a fuerte voz misericordia, ya que tenía días sin comer y no poseía dinero para comprar. El rey movido a misericordia se acercó a auxiliar a aquel mendigo, pero sabiamente le preguntó, qué tenía él para ofrecerle a su rey; el mendigo sorprendido notó que cargaba un saco de mazorcas que había recogido en el campo y solamente sacó dos mazorcas de todas las que tenía, para dárselas al rey, pues pensaba que este no tendría necesidad de sus dádivas, pues era un rey y vivía cómodamente en el palacio, saciándose de los mejores manjares. El Rey ante la actitud miserable del mendigo y para darle una lección por ser tan duro de corazón, mandó a sus sirvientes que le trajesen un saco de monedas de oro e igualmente sacó sólo dos monedas de oro y se las dio al mendigo.

La moraleja de esta historia nos hace reflexionar. “Si el mendigo le hubiese dado más mazorcas o todo el saco de mazorcas al rey, hubiese recibido de la misma manera, más monedas de oro o todo el saco de monedas”

Así, nos pasa muchas veces en nuestras relaciones con Dios y los que nos rodean, pues el rey de esta historia se puede comparar al Rey de la plata y del oro, que es Dios Nuestro Padre, el cual exige a sus hijos dar de la misma manera que reciben; ya que muchas veces y en forma necia, sólo damos “pequeñeces”, pues pensamos solo en nosotros y luego nos quejamos porque lo que recibimos no nos alcanza y terminamos insatisfechos; pero no debemos olvidar nunca una ley que Dios mismo dijo en su palabra y que es la regla de oro de la bendición: “Dad y se os dará”.

Obviamente, incluso nosotros los creyentes, que se supone buscamos la sabiduría de Dios para aplicar en nuestras vidas, podemos en determinados momentos actuar como inexpertos o incluso necios. Siempre debo, al momento de tomar una decisión preguntarme, si estoy actuando de acuerdo a los principios generales de la Palabra de Dios o a lo que a mí me parece mejor.

Por ejemplo: Me aconsejan y aconsejan de lo que debo hacer, pero no lo hago. La sabiduría de Dios dice que primero debo pensar en los demás miembros de mi familia y pensar en cómo les afectará si no lo hago, si mi necedad me va a causar una mala experiencia a tal grado que nuestras relaciones familiares a futuro se deterioren.

Con estos antecedentes veamos una definición de necedad: “La palabra es usada en las Escrituras con respecto a deficiencias morales más que intelectuales. El necio no tiene falta de capacidad mental, sino que usa mal esa capacidad. En la Escritura necio es la persona que hace a un lado el temor de Dios, y piensa y actúa como si puede vivir tranquilo sin considerar los principios santos de Dios (Salm.o14:1; 92:5 y 6; Proverbios 14:9).” (Diccionario Unger pag.375).

En una frase sencilla necio es aquel que ha cerrado su mente a Dios y tiene las siguientes características:
Es moralmente peligroso (Proverbios 17:12).
Es una persona que cree que sus opiniones son verdad (Proverbios 18:2; 14:33). No escucha. No aprende de otros. Proclama su posición siempre de forma que su necedad es pública (Proverbios 12:23; 13:16).
Es virtualmente incambiable (27:22; 26:11).
Impulsivo (Proverbios 14:29; 17:24). Actúa siempre por la conveniencia inmediata y por lo que se siente bien.  Para el, todo lo que hace está bien.
Es sordo al consejo y no puede ser disciplinado (Proverbios 1:7; 12:1; 15:5; 17:10; 16:22; 23:9; 24:7). No soporta que se lo “sermonee”, nunca aprende de sus errores y siempre encuentra a quien culpar.
Comete maldades (Proverbios 10:23; 13:19; 14:9).
Confía en el supuesto que todo lo sabe (Proverbios 12:15; 18:13; 28:26). No hay peor cosa para un ser humano que considerarse el dios de su vida y regirse solo por su propia sabiduría. Jugar a ser dios solo nos trae dolor a nosotros y a los que nos rodean.

No hay peor cosa que argumentar con un necio (Proverbios 29:9), por tanto, es un asunto de actitud. Hasta que no haya un aceptar y actuar por consejo en una persona las argumentaciones son vanas y no llegarán a ningún lado.

Que la Palabra de Dios en esta enseñanza nos sirva de advertencia a no comportarnos como necios, porque aun los creyentes podemos tomar esa actitud en determinadas áreas de nuestra vida, permitamos que la sabiduría de Dios, este en cada decisión.

Por favor Escuche, acepte y actúe lo que a bien se le aconseja.

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