Aun Con Tu Rebeldía Serás Evaluado



Conozco y he sido testigo de casos empresariales como también en otras esferas, en donde una persona es evaluada y han aflorado sus desatinos, responde aceptando su evaluación con un “si pero no” o sea diciendo: si son ciertos los resultados pero a futuro las cosas mejoraran y sus subsiguientes acciones demuestran que su verdadera respuesta es un “no”, producto de la rebeldía y soberbia.  

Para una mejor asimilación leamos estas definiciones: a) Rebeldía: Cualidad o condición de rebelde.  b) Rebelde: Difícil de dirigir y c) Soberbia: Altivo, arrogante.  

Pero permíteme decirte que tarde o temprano, hagas lo que hagas, llegará el tiempo de la rendición de cuentas y hoy en día, el propio mercado se ocupa de realizar este balance y dar su dictamen. “Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos”. Mateo 25.19  

Necesitamos entender que esto es ineludible y que antes o después, seremos puestos sobre más o nos quedaremos sin nada. Todo dependerá de tu decisión entre la humildad y la rebeldía, no importa que tan poderoso, adinerado o sapiente eres… reflexionemos: Todos conocemos a más de una persona talentosa que inició su carrera con grandes éxitos y bendiciones, pero sin embargo, contra todo pronóstico, terminó desastrosamente. ¿Quién fue?... Saúl, el primer rey de Israel, es uno de esos casos. Su carrera se inició ungido por Dios para gobernar a su pueblo. Lleno con el poder del Espíritu Santo. Convertido en una nueva persona. Listo para tener éxito en todo lo que estuviera a su alcance, pues Dios estaba con él. Gozaba de la admiración y el respeto general: De él, la Biblia dice: “Era tan alto que nadie le llegaba al hombro”. (1 Samuel 10:23) Al pasar por las calles, las personas exclamaban con orgullo: “¡Miren al hombre que el Señor ha escogido! ¡No hay nadie como él en todo el pueblo!”. (1 Samuel 10:24)

Y a pesar de todo, trágico fue el final de tan prometedor personaje.

Saúl, el ungido de Dios, el hombre lleno del poder del Espíritu Santo, con quien estaba Dios para hacerlo triunfar en todo, terminó derrotado y suicidándose. ¿Cómo es posible? ¿Cuál fue la causa de su debacle? La Biblia enseña que murió por rebelde.

La rebelión, es un pecado que implica acción deliberada, persistente y premeditada contra la verdad. Esa verdad que sale como resultado de una evaluación. La rebelión es la violación voluntaria y desafiante de las indicaciones del buen proceder. Es el mal uso, abuso y desprecio de la bondad y la misericordia. Es el abandono del sendero de la rectitud y la marcha deliberada en la errática senda de la satisfacción de los perversos pensamientos de la carne.

Saúl sabía que solo los sacerdotes podían ofrecer sacrificios. No obstante, impaciente por la tardanza del profeta Samuel, con rebeldía «ordenó: “Tráiganme el holocausto y los sacrificios de comunión”; y él mismo ofreció el holocausto». (1 Samuel 13:9)

Más adelante, el Señor, por medio de su profeta, le ordenó a Saúl destruir completamente a los amalecitas con sus pertenencias. Sin embargo, para su propio benefició, él decidió desobedecer; perdonó la vida al rey amalecita y a lo mejor de sus ovejas y del ganado mayor.  

Ya casi al final de su vida, Saúl, a pesar de que conocía perfectamente la orden divina de eliminar «el hombre o la mujer que consulten espíritus de muertos o se entreguen a la adivinación», (Levítico 20:27), se disfrazó para evitar ser reconocido y acudió a una hechicera, por medio de la cual consultó a los espíritus diabólicos.  

Saúl fue abiertamente rebelde, terco en desafiar las indicaciones y observaciones.

¡Pobre Saúl! Sí, y también ¡pobres de nosotros!; porque la triste realidad es que todos nacemos con un Saúl dentro, con una marcada tendencia a la rebeldía, de la cual, si no somos curados, terminaremos siendo víctimas.

El orgullo, la ambición, el engaño, el odio y el egoísmo, deben ser erradicados del corazón. Muchos de estos rasgos pecaminosos han sido parcialmente vencidos, pero no completamente desarraigados de nuestro corazón. Bajo ciertas circunstancias brotan de nuevo y maduran en rebelión. Esto es acariciar a un enemigo que solo espera un momento de descuido para ocasionar la ruina.  

Pero, ¿es posible ser sanado de ese congénito y degenerativo espíritu de rebeldía? afortunadamente, sí: lea Oseas 14:4. Lo primero que destaca aquí es que esta enfermedad de la rebeldía tiene remedio.

Quien nos cura y sana de nuestra rebeldía es Dios. Conmueve la forma de curar la enfermedad porque es con el amor de Dios. Su amor es gratuito, no se vende, no se puede comprar; únicamente se puede dar y recibir. No se puede merecer, solamente se puede aceptar. El único que no puede ser sanado de sus rebeliones es quien no quiere ser sanado; porque al enfermo lo único que se le pide para ser sanado es reconocer que tiene un problema y dejarse ayudar.  

Esto no es para preocuparse sino para ocuparse de multiplicar nuestros talentos, nuestra humildad y de ayudar a que todo el mundo los multiplique.

De esta forma no solo seremos bendecidos nosotros, sino que seremos de bendición a los que nos rodean. El rebelde es egoísta, inmoviliza, ata, a quienes le rodean, trata de anular a quienes le hacen observaciones de su mal procedimiento, hasta llegar a ignorarlos y apartarlos de su vida. 

El versículo en Mato 25:19 dice “después de mucho tiempo”. Cuidado. Que no se te pase la vida sin multiplicar el talento que has recibido. Dios manda a multiplicar y tarde o temprano, los hombres en este mundo y Dios, llegado su momento, te avaluaran, entonces te guste o no te guste saldrá a la luz la verdad de tu empresa, de tu vida… Para ese momento ¿Qué harás? Dios que es amor, de seguro que ya puso algo en tu camino, si sigues haciendo las cosas en rebeldía no las veras, no las apreciaras y seguirás cada día engañándote, porque ya fuiste evaluado en algún momento por alguien y no te corriges, no buscas ayuda.

No te olvides que no solo hay que hacer lo correcto sino hacerlo cuanto antes para poder ser bendecidos y ser de bendición a los demás.

Ya es el momento en tu vida que hagas las cosas bien para lograr esa multiplicación de talentos:

  • ·         Para la gloria de Dios honrándolo a Él con lo que Él te dio. ¿Cómo están tus diezmos? ¿Tu ayuda al prójimo?

  • ·         Para tu propia bendición aprovechando lo que has recibido o ahora recibes ¿y se lo lleva el diablo?

  • ·         Para bendecir a los demás con lo que de gracia has recibido. ¿Cómo ayudas a tu hogar, a tus familiares, etc.?


Oro para que habiendo sido evaluado, puedas evolucionar de forma continua y de esta manera ser bendecido y ser de bendición a los demás… Estas a Tiempo.

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