Este año cumpliremos 500 años de la Reforma
Protestante, hecho acaecido cuando un fraile alemán llamado Martín Lutero alzó
su voz en contra de las autoridades de la iglesia católica, clavando sus
postulados teológicos (Las 95 tesis) en la puerta de la Catedral de Wittemberg,
Alemania.
Estamos claros y entendemos que la fe cristiana
no nació hace 500 años, pero esta fecha en particular es muy importante porque
marcó un antes y un después en el cristianismo protestante.
Martín Lutero, al igual que otros precursores
de la reforma, desafiaron y se pusieron frente a frente con un gigante que a
todas luces era difícil de vencer. Aun así, sabiendo contra lo que desafiaban,
estos hombres se atrevieron a oponerse con valentía al papado y su imperio
afirmando que sus prácticas religiosas y sus doctrinas iban en contra de la
Palabra de Dios.
Un ejemplo de lo que estaba sucediendo en la
iglesia en esos días, lo vemos en el caso de las indulgencias, que era una
remisión de los pecados hecha por la iglesia católica en la que por lo general
existían dadivas del pecador, se considera un sistema ritualista de penitencias
anti bíblico ligado al concepto de pecado, perdón y purgatorio.
En pocas palabras, la indulgencia consistía en
que las consecuencias del pecado pueden ser objeto de un perdón o favor
concedido por ciertos representantes de la iglesia católica bajo ciertas
condiciones y ciertos pagos.
Esa práctica la fueron afinando a tal punto que
ya no sólo era un privilegio que los vivos podían obtener, sino que llegaron a
incluir hasta los muertos que estaban en el purgatorio, estos podían ser
libres, siempre y cuando alguien comprara una indulgencia para que su alma
saliera libre de ese lugar y supuestamente llegara al cielo.
Entonces fue cuando Lutero, quien llevaba ya
años de estudios e investigación y escudriñamiento de la Biblia, fue inspirado
e iluminado por el Espíritu de Santo para entender el contexto de Romanos 1:17:
“De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual
es por fe de principio a fin, tal como está escrito: El justo vivirá por la fe”
NVI.
Lutero entendió, a la luz de la Biblia,
que ciertas prácticas de la iglesia estaban erradas, y la venta de indulgencias
era una de ellas.
Por otro lado, sabemos por la historia, que el
acceso a la Palabra de Dios estaba restringido. Sólo unos pocos privilegiados
podían leer las Escrituras, pues se decía que el pueblo no tenía la suficiente
preparación teológica para entender por sus propios medios lo relacionado con
la fe.
Además, las misas eran oficiadas en latín, un
idioma muerto que la gente no entendía y al no entenderlo, las personas jamás
podían ser edificadas, pues la fe viene por el oír, y el oír por la
Palabra de Dios (Leer Romanos 10:17). La Biblia estaba presa, secuestrada,
silenciada, la habían vuelto muda. La ignorancia espiritual florecía lo cual
era ventajoso para el clero corrupto de Roma y las personas, ante la
imposibilidad de conocer la palabra divina por medio de las Escrituras, eran
esclavas de su propia ignorancia e incredulidad.
Luego de la Reforma Protestante y las 95 tesis
de Lutero, quien fue un teólogo y fraile católico agustino, que serviría como
el instrumento de Dios para traducir la Biblia al alemán, con el fin de que
todas las personas pudieran leer la Palabra de Dios en su propio idioma.
Uno de los gritos de la reforma fue el “Post
Tenebras Lux”, que traducido quiere decir “Después De Las Tinieblas Vino La
Luz”, es una frase que abarca el hecho de que las personas podían ser
iluminadas con la luz irradiada por la Palabra de Dios.
Ahora, pasados ya quinientos años, los
creyentes tenemos otro reto histórico, no sólo contra las falsas enseñanzas
persistentes en la iglesia católica, sino con ciertos “cristianos evangélicos”
y algunas de sus prácticas anti bíblicas.
Existen, se enseñan, se practican y se difunden
en la actualidad ciertas prácticas que realmente No son bíblicas, tales como:
- · Ya no se venden indulgencias, pero se venden milagros por dinero a través de pactos que son promovidos por charlatanes que buscan enriquecerse a costa de la ignorancia de los incautos.
- · Ya no se venden indulgencias, pero se venden pañuelos milagrosos, aceites de la unción, entre otros elementos esotéricos.
- · Ya no se predica en latín, pero se predica en el lenguaje de la mediocridad escritural, sin contexto, alejados de la predicación expositiva.
- · Ya no se esconde la Biblia, pero muchos la han escondido de los púlpitos, sustituyendo el verdadero evangelio y predicando en su lugar mensajes positivistas, moralistas y de auto ayuda, ocultando de los ojos de las personas la verdad que los puede hacer libres.
- · Muchos se salieron de aquella iglesia contra la que se protestó hace quinientos años, pero siguen creyendo que los opulentos templos, cual estadios, son agradables a Dios, cuando las hacen en naciones donde su población muere y sufre hambre, olvidándose de los orígenes que encontramos en la iglesia primitiva.
- · Muchos líderes eclesiásticos ahora se han olvidado de: Juan 21:15…19 “Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis oveja
Podríamos
seguir escribiendo hasta sacar un libro, pero usted amado lector a estas
alturas sabe de qué hablamos y puede apuntar más y más desviaciones, pero no
olvide que como cristianos bíblicos tenemos un compromiso con Dios, con la
historia, con los que nos antecedieron y sobre todo con las almas, para
defender, predicar, vivir y enseñar el mensaje de Salvación y exaltar a Cristo
a través de la única y verdadera
Escritura y de esa forma emular a aquellos reformadores que dieron su
vida por la causa del evangelio.
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