Sé que existe formalmente una disciplina
(epistemología), que trata del estudio del cómo se genera y se valida el
conocimiento de las ciencias. En otras palabras y para mejor comprensión, se
trata del ¿cómo sé que lo que sé es verdad? y ¿cómo sé que lo que creo que es verdad,
es verdad?
Siempre me tratado de hacer las cosas lo mejor
posible y ahí es cuando surge el dilema, pues la verdad se vuelve relativa y
esta circunspecta al bagaje de conocimiento y cultura de quien busca.
Dentro de ese entendimiento, comprendo el por
qué, algunos interpretan de una u otra forma lo leído bíblicamente. Dentro de
lo anterior si bien es cierto que existen normas didácticas ya aceptadas para
la interpretación bíblica, también es cierto que la gran mayoría de la
feligresía asistente a las iglesias no tienen acceso a su estudio y
conocimiento; lo anterior puede ser aplicado también a un gran número de líderes,
incluyendo pastores, que predican de acuerdo a su entendimiento llegando a
opinar y hasta defender sus malas interpretaciones. Por ejemplo, conocí a
alguien que como consejero decía a padres de familia: “no se preocupe por las
malas notas de su hijo, recuerde que la mucha letra mata”.
Al tener un problema con la verdad, porque esta
se encuentra delimitada de acuerdo al entendimiento y conocimiento de cada
persona, en ese sentido, me ha llamado la atención la recomendación que Pablo
les dio a los creyentes en la iglesia Tesalónica, la cual tiene que ver mucho
con todo esto de la verdad y el entendimiento.
1 Tesalonicenses 5:21: “Examinadlo todo;
retened lo bueno”
Este texto ha sido ampliamente predicado,
recomendado, leído y difundido, es de tremenda y gran bendición, pero creo que
las personas lo pueden mal interpretar y/o tergiversar.
Para el caso, en varias ocasiones he escuchado
a predicadores y maestros decirles a las personas que cuando escuchen a alguien
más, traten de retener lo bueno y desechar lo malo… eso es cierto, lo que me
preocupa es: ¿Cómo sé yo que es para mí bueno o malo? ¿Cómo puedo estar seguro
que lo que yo creo que es bueno, es realmente bueno?
Para ilustración de lo que trato de exponer,
permítanme dar este testimonio: Visitaba años atrás, una isla aquí en mi país,
donde las tres iglesias evangélicas existentes, habían enseñado que el deporte
es malo, porque nadie puede enseñar su cuerpo como lo hacen los futbolistas y
todos los futbolistas de la isla, habían sido sacados de su iglesia. Todos
sabemos que tal afirmación no es cierta. Cuando como predicador invitado predico
que el vestuario para deportes tiene que ser diferente al cotidiano y que para
el cristiano el parámetro debía ser “pero hágase todo decentemente y en orden y
que para todo hay un tiempo y lugar” la mayoría desecharon tal afirmación,
sencillamente porque va en contra de lo que les han enseñado, de manera que
muchos podrían desechar tal verdad, utilizando fuera de contexto el pasaje de
Pablo a los tesalonicenses. Y dirán lo siguiente:
·
Desecho
todo eso porque el deporte es pecado.
·
Desecho
todo eso porque a mí me enseñaron que el deporte no es para cristianos.
·
Desecho
todo eso porque siempre he creído que el deporte es malo.
Claramente a la iglesia se le está diciendo por
la Biblia que el deporte es malo, pero la mayoría lo rechaza y ni se preocupa
por verificar si es cierto o no, sino que sus ideas preconcebidas son las que
dictaminan su posición en cuanto a cualquier cosa.
Eso es sólo un ejemplo, pero en la realidad
muchas iglesias por años han enseñado doctrinas erróneas y mucha gente, por no
escudriñar ni verificar tal información, sencillamente creen a todo y lo peor
es que cuando alguien viene y les dice la verdad, entonces desechan eso, pues,
según ellos, hay que desechar lo malo. ¿Ven ahí lo referente a la verdad de la
verdad? ¿Cómo yo sé que lo que creo es cierto?
Alguien leyendo podría preguntarse: ¿Hay algún
ejemplo en la Biblia de cómo yo puedo probar todo por las Escrituras? Sí lo
hay.
Para lo anterior, leamos lo que aportaron los
hermanos de Berea en relación a cómo debe ser nuestra actitud frente a la
enseñanza de la Biblia.
Hechos 17:11: “Y éstos eran más nobles (los de
Berea) que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda
solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran
así”
Del versículo podemos apuntar varios
principios:
1.
La
Palabra se debe recibir con toda Solicitud,
es decir, con cuidado, con atención, con interés.
2.
La
Palabra no sólo se debe escuchar, se debe Escudriñar,
es decir, se debe profundizar, indagar, escrutar.
3.
El
mensaje se debe Probar por la misma
Biblia para ver si tiene o no sustento bíblico.
Lo anterior nos ayudara a que nuestro
conocimiento venga de Dios y no de cuentos fantásticos, suposiciones de los
predicadores o las vanas palabrerías de los hombres.
Si aplicamos estos tres principios
correctamente, entonces estaríamos mejor preparados para “Retener Lo Bueno Y
Rechazar Lo Malo”, pues será la Biblia la que nos dé las normas y los preceptos
en cuanto a saber qué es de Dios y qué no lo es.
Sé que puede surgir esta pregunta: ¿por qué
alguien que no está preparado bíblicamente no puede retener lo bueno y desechar
lo malo?
Por varias razones:
a)
Porque
desconoce lo que la Biblia enseña.
b)
Porque
es probable que tenga ideas preconcebidas sobre muchos aspectos teológicos
erróneos.
c)
Porque
no está acostumbrado a probar y escudriñar lo que la Biblia enseña.
d)
Porque
se cree sabio en su propio conocimiento.
Luego entonces, la próxima vez que alguien te
diga que retengas lo bueno y deseches lo malo, hazte las siguientes preguntas:
·
¿Estaré
en lo correcto en lo que yo creo que es bueno?
·
¿Estaré
desechando algo que yo creo que es malo por mis propias ideas, pero que en
realidad es bueno?
Lo anterior te llevará a ser como los de Berea,
es decir, a probar por la Biblia que lo que te dicen es cierto.
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