Por Unas Personas Mayores Resistentes Y Hermosas


Salmos 92:14 NVI: “Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos”

El Ciprés solitario de Monterrey en Estados Unidos, es un árbol que se aferra a la vida en un lugar aparentemente imposible. Ese es el ciprés solitario de la Bahía de Monterrey. Situado sobre una colina de granito, muy cerca de Pebble Beach, este árbol se ha convertido en todo un símbolo de California y en uno de los árboles más fotografiados de América del Norte. Su fortaleza es más que evidente, ni siquiera los vientos del océano son capaces de tumbarle. Dicen que tiene más de 250 años. Este resistente y hermoso ejemplar ha sido el blanco de muchas atenciones, entre ellas la colocación de cables de apoyo y de un muro de piedra en la base.

El Ciprés Solitario tal vez nos recuerde a los cristianos de edad avanzada que tenemos en el pueblo de Dios, quienes se caracterizan por su extraordinaria perseverancia, particularmente en la predicación. El profeta Joel predijo que habría “viejos” que declararían públicamente el mensaje de la Biblia (Joel 2:28…32; Hechos 2:16…21). Y así ha sido. Basta con señalar el gran número de horas que dedican estos celosos predicadores a difundir las “buenas nuevas del reino” (Mateo 24:14). Algunos han soportado por años persecución y otras dificultades. Si la resistencia de un simple ciprés basta para que reciba alabanzas y se le cuide reforzándolo con piedras y cables, ¡con cuánta más razón la fidelidad de nuestros hermanos mayores justifica que les demos reconocimiento y respeto, tratándolos con dignidad! Y no solo al predicador a todo anciano le debemos respeto, al abuelo, la abuela, los padres, etc.

La Palabra de Dios da mucha importancia a honrar a los demás, es decir, a tratarlos con profundo respeto. Jehová dio esta orden a su pueblo de la antigüedad: “Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido” (Levíticos 19:32). Entre los viejos de Dios de la actualidad encontramos excelentes ejemplos de personas mayores que por décadas han demostrado lealtad al andar con Dios, al crear a sus hijos, al amar a los nietos, al hablar con usted y traspasarle su sabiduría. Debido a su constante obediencia a los principios bíblicos, puede decirse que sus canas son una “corona de hermosura” (Proverbios 16:31).

Pablo dio esta instrucción al joven Timoteo: “No critiques severamente a un hombre mayor. Por lo contrario, ínstale como a un padre”. También le animó a tratar “a las mujeres de más edad como a madres” (1 Timoteo 5:1, 2). Al actuar de este modo, Timoteo estaría, por así decirlo, levantándose ante las canas. Es claro y se ve con claridad que Jehová desea que hablemos a los mayores de un modo que denote respeto.

“En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”, indica Romanos 12:10. Por supuesto, los buenos hijos que han aprendido en su familia son los primeros en tratar con respeto a los mayores. Pero todos debemos seguir este principio.


Y esta obligación es aún mayor en el caso de quienes tienen padres o abuelos de edad avanzada. Si la gente se plantea cómo preservar el buen estado del Ciprés Solitario, ¿no deberíamos nosotros plantearnos cómo preservar la dignidad de nuestros padres y abuelos? Lo podríamos hacer, por ejemplo, escuchando su opinión y no insistiendo en que las cosas se hagan a nuestra manera, sin tener en cuenta sus preferencias, cuando crecemos y nos autogobernamos, tenemos y cometemos la insensatez y la malacrianza de querer obligar a nuestros viejos ha hacer las cosas como nosotros queremos, eso, eso no es honrar.   

En algunas partes del mundo no es bien visto que los niños estén de pie al lado de un adulto sentado, pues quedarían por encima de él. Por eso se sientan en el suelo junto a él como señal de respeto. También demuestran su respeto a los mayores evitando darles la espalda.

Por supuesto, cada cultura tiene su forma particular de mostrar respeto a los demás. En cualquier caso, el ejemplo nos recuerda el siguiente mandamiento de la Ley mosaica: “Ante canas debes levantarte (en señal de respeto), y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido” (Levítico 19:32). Lamentablemente, en muchos lugares se ha perdido el respeto que antes había hacia la gente mayor. Las familias han descuidado esa parte fundamental de la educación en los hijos y en un mundo en constante abandono de las buenas costumbres, la falta de respeto está a la orden del día.

El valor que le atribuimos a la vida influye en nuestras relaciones con otras personas. Por ejemplo, la Palabra de Dios manda: “Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana” (Proverbios 23:22).

El verbo escuchar no solo significa oír palabras; en este proverbio se refiere a oír y luego obedecer (Éxodo 15:26; Deuteronomio 7:12; 13:18; 15:5; Josué 22:2; Salmo 81:13).

¿Por qué dice la Biblia que hay que escuchar a los padres? No solo porque tienen más edad y experiencia, sino porque causaron nuestro nacimiento, “Escucha a tu padre, que te engendró”. Algunas versiones traducen este versículo así: “Escucha a tu padre que te dio la vida”. Es comprensible que, si uno valora su vida, sienta una obligación para con quien se la dio. 

Aunque es bíblico que los padres honren a sus hijos y les escuchen, estos no deben ser irrespetuosos con sus familiares mayores. “No desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido”, dice Proverbios 23:22. El rey Salomón cumplió con ese proverbio y honró a su madre cuando esta se le acercó con una petición. Salomón mandó que se colocara un trono a la derecha del suyo y escuchó lo que su anciana madre, Bat-seba, quería decirle (1 Reyes 2:19, 20).

El Dios verdadero, Jehová, considera muy valiosos a sus siervos de edad avanzada. Nunca los abandonará (Salmo 71:18). De hecho, les da fuerzas para seguir sirviéndole fielmente. Nosotros también debemos darles nuestro apoyo y respeto.

Después de establecer un pacto con los israelitas de la antigüedad, Dios les mandó: “Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido, y tienes que estar en temor de tu Dios” (Levítico 19:32). Como se ve, respetar a los mayores era un deber sagrado que estaba vinculado a la sujeción a Dios.

Aunque los cristianos de la actualidad no estamos bajo la Ley mosaica, esta nos recuerda que Jehová considera muy valiosos a sus siervos de mayor edad (Proverbios 16:31; Hebreos 7:18).

¿Reflejamos el parecer de Dios al respecto?

¿Valoramos a nuestros hermanos y hermanas cristianos de edad avanzada?

¿Atendemos a nuestros padres y abuelos?

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