Jeremías 6:24 "Hemos oído de su fama,
flaquean nuestras manos. La angustia se ha apoderado de nosotros, dolor como de
mujer de parto"
Una mayoría de personas desconfían de lo que
ven y/o escuchan en las noticias a diario. Una encuesta de la firma Gallup
preguntó a las personas cuánto confían en la imparcialidad y exactitud de las
noticias que presentan los periódicos, la radio y la televisión. De cada 10
entrevistados, 6 respondieron “no mucho” o “nada”. Los anterior nos habla de un
60% que es la mayoría.
Ahora bien, preguntémonos: ¿Es justificada la
desconfianza a las noticias en la actualidad?
Aun cuando varios periodistas, como las
agencias noticiosas para las que trabajan, han expresado su compromiso de
producir reportajes informativos y confiables. Sin embargo, hay factores que
despiertan dudas algo así como pequeñas moscas que arruinan el perfume.
Analicemos algunos de ellas.
-
El poder de los medios. Los principales medios
de comunicación están en manos de un pequeño pero poderoso grupo de empresas y
sociedades que realizan diversos trabajos y servicios con el fin de conseguir
un enriquecimiento común. Este grupo ejerce una gran influencia a la hora de
decidir qué historias se cubrirán, cómo se contarán y cuánta publicidad se les
dará. Como la mayoría de esas empresas y sociedades busca ganar dinero, las
decisiones pueden estar condicionadas por intereses económicos. De modo que si
una noticia amenaza con reducir sus ganancias, tal vez no salga a la luz o se
presente acomodada a sus intereses.
-
Los gobernantes. Muchas de las noticias
tienen que ver con materia política. Los gobiernos tratan de convencer a la
gente para que apoye a sus dirigentes y sus programas. Y como son una de las
fuentes más importantes de información, no es raro que haya cooperación entre
sus portavoces y los reporteros.
-
La publicidad. En la mayoría de los
países, los medios de comunicación necesitan dinero para operar y casi todo
proviene de la publicidad. Tomando como caso la realidad estadounidense, ahí las
revistas obtienen entre el 50 y el 60% de sus ganancias de la publicidad; los
periódicos, el 80%, y la radio y la televisión, el 100%. Como resultado normal,
los anunciantes prefieren no patrocinar programas que puedan dañar la imagen de
sus productos o su forma de hacer negocios. Si no les gusta lo que se presenta,
pueden anunciarse en otro. Sabiendo esto, algunos editores eliminan noticias
que podrían perjudicar a sus patrocinadores.
-
La falta de honestidad,
de ética y de honradez. No todos los periodistas
dicen la verdad; algunos fabrican sus historias. Hace unos años, por ejemplo,
un reportero de decidió hacer un documental sobre el daño que estaban causando
los buzos a los corales. Como no encontró ningún coral dañado, él mismo mutiló
uno y lo fotografió. También se pueden manipular las fotografías para engañar
al público. Los programas de edición fotográfica, por ejemplo, el photoshop,
son muy efectivos y hay algunas alteraciones que son prácticamente imposibles
de detectar. Por otro lado, muchos presentadores noticiosos presentan la
noticia desde su óptica e ideología personal.
-
La orientación que se
le da a la noticia.
Aunque los hechos sean tan sólidos como la roca, la forma en la que se
presentan dependerá del criterio del reportero. ¿Qué información se incluirá en
la historia y cuál no? Quizás los muertos sean dos, pero en lugar de precisar
la noticia dice Varios Muertos. Ese es el hecho, pero en la presentación de una
historia que el periodista puede contarla de muy diversas formas.
-
Información incompleta. Muchas veces para
hacer más impactantes las noticias, los reporteros suelen eliminar los cabos
sueltos y los detalles que aclaran la historia. Esto resulta en que algunos
datos se exageran y otros se minimizan. Y en el caso de la televisión a veces
solo hay un minuto para presentar una historia compleja, entonces los
presentadores y los reporteros se ven obligados a omitir detalles importantes.
-
La competencia. En los últimos años ha
crecido la cantidad de canales de televisión, de modo que la gente pasa cada
vez menos tiempo viendo un solo canal. A fin de mantener su interés, los
canales de noticias se ven forzados a ofrecer una programación original o
entretenida. En esta parcialidad en las noticias las noticias de televisión se
han convertido en una sucesión interminable de imágenes impactantes. Además,
las historias se han acortado para ajustarse a la capacidad de concentración,
cada vez menor, de los televidentes.
-
Los conceptos
equivocados o juicios falsos. Los periodistas son seres humanos y cometen
errores. Una palabra mal escrita, una coma mal puesta o un error gramatical
pueden distorsionar el sentido de una oración completa. O quizás no se
documenten con cuidado todos los hechos. Y si un reportero tiene prisa porque
le han puesto tiempo límite, es fácil que tenga problemas con las cifras. Por
ejemplo, podría escribir 10.000 en lugar de 100.000.
-
Malas conclusiones. Dar una noticia cien
por ciento exacta no es fácil como al contrario se cree. Lo que hoy parece un
hecho, mañana podría no serlo. Por citar un caso, antes se creía que con una
danza se lograba hacer llover, pero hoy sabemos que la lluvia es un proceso que
nos obliga a cuidar nuestro medio ambiente.
Ciertamente que no podemos creer todo lo que leemos
o vemos en las noticias, pero eso no quiere decir que no debamos creer totalmente
nada. La clave está en ser cautelosos y objetivos. El equilibrio es importante.
La Biblia dice en Job 12:11: ”Ciertamente
el oído distingue las palabras,
Y el paladar gusta las viandas.”. Para que el oído distinga y el paladar guste, se tiene que pasar un proceso educativo a veces natural otras veces dirigido según el caso, igualmente sucede en cuanto a que desarrollemos una criticidad aplicable a las noticias que vemos o leemos, si la Biblia nos manda hasta probar a los espíritus, entonces, porque no a las palabras que oímos o leemos. Tratemos ahora de equiparnos para ello auxiliándonos de someterlas a preguntas tales como las siguientes:
Y el paladar gusta las viandas.”. Para que el oído distinga y el paladar guste, se tiene que pasar un proceso educativo a veces natural otras veces dirigido según el caso, igualmente sucede en cuanto a que desarrollemos una criticidad aplicable a las noticias que vemos o leemos, si la Biblia nos manda hasta probar a los espíritus, entonces, porque no a las palabras que oímos o leemos. Tratemos ahora de equiparnos para ello auxiliándonos de someterlas a preguntas tales como las siguientes:
a)
¿Quién da la noticia? ¿Es confiable la
persona u institución que la presenta? ¿Tiene fama de ser seria o
sensacionalista? ¿Quién aporta los fondos?
b)
¿De qué fuente procede? ¿Se denota que ha
realizado una buena investigación? ¿Cuántas fuentes hay? ¿Son confiables y
objetivas? ¿Son equilibradas las historias o han sido seleccionadas para
presentar un solo punto de vista?
c)
¿Cuál es su
imparcialidad?
¿Se busca informar o entretener al público? ¿Se está tratando de vender algo o
de apoyar alguna causa?
d)
¿Presenta alguna
tendencia?
¿Refleja enojo, malicia o afán de criticar? Entonces, lo más probable es que se
trate de un ataque y no de una noticia imparcial.
e)
¿Concuerdan los datos
con los de otras fuentes? Si las historias se contradicen, tenga cuidado.
f)
¿Es actualizada la
información?
Algo que hace veinte años se consideraba cierto puede que hoy no lo sea. Por
otro lado, las noticias de última hora suelen estar incompletas. Es bueno saber
si están en desarrollo.
Que existirán errores, existirán y esto nos
motiva a concluir respondiéndonos a la pregunta: ¿debemos confiar en las
noticias?
El sabio y rey Salomón responde así: “El simple todo lo cree; Mas el avisado mira bien sus pasos.” Proverbios
14:15
Ahora en usted queda.
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