Génesis 2:24 NVI "Por eso el hombre deja a
su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo
ser"
Dejar es soltar una cosa, alejarse, separarse
de ella. Abandonar es separarse de un objeto con el cual se tienen relaciones
de interés, de afecto, de protección o de deber. Un aficionado a las artes deja
la ciudad que habita para visitar Italia. El mal esposo abandona a su familia.
Dejar puede ser una acción transitoria y
temporal, así expresamos: dejó el coche a la puerta, deja ese asunto a mi
cuidado, en cuyos casos puede volverse a tomar el coche y el asunto. Abandonar
es dejar para siempre, como: los náufragos abandonaron el buque, los refugiados
abandonaron la ciudad bombardeada.
Este versículo no dice o no se trata de
abandonar e irte miles de kilómetros lejos de tus padres, sino que ahora las
decisiones las tomarás en otro orden de importancia donde a quien se escuchará
primero será a tu esposa o esposo y en conjunto decidirán el rumbo de su nueva
vida, como una sola carne, una sola persona. Lo anterior presupone que ambos
entienden el mandato de Dios en cuanto “honrar a tus padres”, es bueno recordar
en este apartado que nadie está obligado a hacer lo que la Palabra de Dios no
manda, esto porque muchos cónyuges tienden a apartar de sus padres a su pareja
y porque aun en predicadores hay quienes fomentan el rechazo a los suegros y
suegras; en mi país existió un supuesto pastor que llamaba a las suegras en sus
predicaciones “tarántulas”.
La sumisión es la respuesta natural a un
liderazgo amoroso. Cuando un esposo ama a su esposa como Cristo ama a la
iglesia (Efesios 5:25…33), entonces la sumisión es una respuesta natural de la
esposa. La sumisión de la que se habla
en Efesios 5, no se refiere a una sujeción unilateral de un creyente para ser
dominado egoístamente por la otra persona, como sucede pasar cuando uno o ambos
cónyuges rechazan a sus suegros y se apartan hasta en las visitas de cortesía.
El buen cónyuge anima y acompaña a su compañero(a) a atender a sus padres.
Jehová nunca quiso que los seres humanos
sufriéramos dolencias por la edad. Al contrario, su propósito era que hombres y
mujeres disfrutaran de una salud perfecta en el Paraíso. Pero la realidad es
que “toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor” (Romanos
8:22). Y si no, ¿Cómo cree usted que se
siente Dios cuando ve los estragos que provoca el pecado en los seres humanos?
Y, por si fuera poco, muchas personas mayores se ven abandonadas justo en esa
etapa de la vida, cuando más ayuda necesitan (Salmos 39:5; 2 Timoteo 3:3).
Debemos agradecer contar con personas mayores ¿Por
qué?
Los cristianos debemos estar agradecidos de
tener hombres y mujeres mayores en la congregación. Su experiencia nos
beneficia y su fe nos inspira. Muchos de nosotros somos familiares de estos
queridos. Pero seamos parientes o no, a todos debe preocuparnos su bienestar
(Gálatas 6:10; 1 Pedro 1:22). Por consiguiente, examinemos lo que Dios piensa
de los hermanos de edad avanzada y veamos qué obligaciones tienen para con
ellos tanto su familia como la congregación.
¿Qué importante petición hizo a Jehová el
escritor del Salmo 71?... ¿Qué pueden pedirle a Dios los mayores de la
congregación?
Salmo 71:9 dice: “No me deseches en el tiempo de la vejez; justamente cuando mi poder
está fallando, no me dejes”. Parece que el Salmo 71 es la continuación del
Salmo 70, que lleva el encabezamiento “De David”. Así que probablemente fue
David quien hizo esa súplica. Él sirvió a Dios desde su juventud hasta su
vejez, y Jehová lo utilizó para realizar grandes hazañas, lea 1 Samuel 17:33…37,
50; 1 Reyes 2:1…3, 10. Aun así, sintió la necesidad de pedirle a Jehová que lo
siguiera bendiciendo y cuidando.
En las congregaciones y en las familias, hay
muchos hermanos como David, quienes a pesar de que han llegado a los días
calamitosos de la vejez, hacen todo lo que está en su mano para alabar a Dios y
colaborar en lo posible de sus fuerzas. Muchos no pueden hacer lo mismo que
antes en distintos aspectos de su vida. Pero, como David, pueden suplicarle a
Jehová que siga bendiciéndolos y cuidándolos, seguros de que Él contestará sus
oraciones. Al fin y al cabo, con ellas expresan las mismas inquietudes válidas
que David expresó por inspiración divina.
¿Valora Jehová a los mayores fieles? ¿Cuánto?
Las Escrituras dejan claro que Jehová
tiene en alta estima a los cristianos de edad y espera que los honremos (Salmo
22:24…26; Proverbios 16:31; 20:29). En Levítico 19:32 leemos: “Ponte de pie en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme
a tu Dios. Yo soy el Señor” Honrar a los mayores de la congregación era
una seria responsabilidad cuando esas palabras se escribieron y hoy lo sigue
siendo.
Pero ¿quién tiene la responsabilidad de
atenderlos y cubrir sus necesidades?... ¿Qué ejemplo dio Jesús en cuanto al
cuidado de los padres?
La Palabra de Dios nos dice: “Honra a tu padre
y a tu madre” (Éxodo 20:12; Efesios 6:2). Jesús subrayó este mandamiento cuando
condenó a los fariseos y los escribas que se negaban a mantener a sus padres
(Marcos 7:5, 10…13). Jesús mismo dio un buen ejemplo a este respecto. Cuando
estaba a punto de morir en el madero, le encargó el cuidado de su madre, quien
al parecer ya era viuda, a su amado discípulo Juan (Juan 19:26…27).
¿Qué principio estableció el apóstol Pablo en
cuanto a mantener a los padres? y ¿Cuál es el contexto de las palabras de
Pablo?
Jehová inspiró al apóstol Pablo a escribir que
los creyentes debían mantener a su propia familia (lea 1 Timoteo 5:4, 8, 16).
Veamos el contexto de este pasaje: Pablo estaba explicándole a Timoteo quiénes
podían recibir apoyo económico de la congregación y quiénes no. Aclaró que la
responsabilidad de cuidar a las viudas de edad avanzada correspondía
principalmente a los hijos, nietos y otros familiares creyentes. Eso libraba a
la congregación de una carga económica innecesaria. También hoy, es un mandato
a los cristianos el que ayuden materialmente a sus familiares que lo necesitan.
Podría preguntarme: ¿Por qué la Biblia no
ofrece soluciones concretas para cuidar a los padres en su vejez?
Sencillamente los cristianos adultos tienen que
asegurarse de que las necesidades materiales de sus padres estén cubiertas,
incluyendo las monetarias. Y aunque Pablo se refería a familiares creyentes,
los cristianos deben atender a sus padres aun si estos no son miembros de la
congregación.
La forma en que los atiendan puede variar. No
hay dos situaciones idénticas. Las necesidades, la personalidad y la salud en
cada adulto mayor son distintas. Algunos mayores tienen varios hijos y otros,
solo uno. Hay quienes cuentan con ayudas del gobierno, mientras que otros no.
Las preferencias de quienes necesitan cuidados también pueden variar. Por lo
tanto, no sería prudente ni amoroso criticar la manera en que alguien atiende a
sus familiares mayores. Al fin y al cabo, Jehová puede bendecir cualquier
decisión que se amolde a su Palabra y hacer que funcione, como lo viene
haciendo desde los días de Moisés (Números 11:23).
Cuando los hijos viven lejos de sus padres,
puede resultar difícil proporcionar la ayuda necesaria. El empeoramiento
repentino de la salud de uno de los padres por culpa de una caída, una fractura
u otra emergencia tal vez requiera una visita urgente. Y luego quizás necesiten
asistencia, ya sea temporal o prolongada.
Sin importar lo que una familia
cristiana haga para atender a sus padres, todos los implicados querrán
asegurarse de dejar en buen lugar el nombre de Dios. Nunca seamos como los guías
religiosos de tiempos de Jesús (Mateo 15:3…6). Debemos de lograr que nuestras
decisiones honren a Dios y a la familia procediendo como 2 Corintios 6:3…10: “Por nuestra parte, a nadie damos motivo alguno de tropiezo, para que
no se desacredite nuestro servicio. Más bien, en todo y con mucha paciencia nos
acreditamos como servidores de Dios: en sufrimientos, privaciones y angustias;
en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre.
Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y
en amor sincero; con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de
justicia, tanto ofensivas como defensivas; por honra y por
deshonra, por mala y por buena fama; veraces, pero tenidos por engañadores;
conocidos, pero tenidos por desconocidos; como moribundos, pero aún con vida;
golpeados, pero no muertos; aparentemente tristes, pero
siempre alegres; pobres en apariencia, pero enriqueciendo a muchos; como si no
tuviéramos nada, pero poseyéndolo todo”
Ahora tan solo piensa… reflexiona… y
bendice ya a tus padres si aún tienes la bendición de Dios de tenerlos vivos.
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