Nuestras sociedades han ido perdiendo una cantidad de fundamentos y estamos
en una crisis de los valores ciudadanos, morales, familiares. Y peor aún,
estamos cada vez más bajando los brazos. Basta ver nuestras cárceles de América
Latina y los jóvenes que cumplen condenas que en su mayoría proceden de hogares
en dificultad; hablando claramente, provienen de hogares donde existe la
violencia doméstica, el divorcio, las drogas, el alcohol, madres solteras, etc.
Niños muriendo por falta de atención de sus progenitores, pero lo peor
de todo esto, es que mueren rodeados de adultos que no hacen nada por ellos. A
pesar de los esfuerzos de los gobiernos, de las ONG y las asociaciones cada vez
más numerosas, nuestro mundo está cada vez peor porque estamos viviendo las
consecuencias de una sociedad que le ha dado la espalda a Dios y a Su Palabra.
Ser padres hoy, se limita a una función biológica, los padres y las
madres han dejado que Satanás, gobierne sus mentes, sus hogares, sus familias. Y
han entregado sus hijos al fecebook, a la telenovela, a las redes sociales, al
internet, etc., todo sin tomar las precauciones debidas. Pero ya es hora que haya un despertar y que
el príncipe de las tinieblas salga de los hogares, de la televisión, de la
prensa.
Moisés, vino a la existencia por medio de unos padres que amaban y
obedecían a Dios con todo corazón. El libro de Éxodo relata de Satanás operando
a través de Faraón, rey de Egipto, para la destrucción de los niños judíos
Éxodo 1:22. Pero en medio de aquel violento ataque, ciertos padres decidieron
no dejarse vencer por el edicto real. “Un varón de la familia de Leví fue y
tomó por mujer a una hija de Leví, la que concibió, y dio a luz un hijo; y
viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses.” Éxodo 2:1,2. Esta
decisión salvó a Moisés y llegó a ejercer uno de los ministerios más
extraordinarios narrado en la Biblia. Era el hombre que hablaba cara a cara con
Dios. Éxodo 33:11.
¿Cómo llegó a cumplirse esto? Por el amor de su madre, quien con su
ejemplo nos enseña la necesidad de vivir entregados a Dios. Hay un orden hermoso
en la vida de esta madre, llamada Jocabed, que hizo posible la entrega de su
hijo a Dios, quien formó un líder sin par.
“Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres tres
meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.”
Hebreos 11:23.
Para vencer la crisis en su familia, Jocabed se entregó junto a su
esposo a la fe en Dios. Dios les impartió fe y esa fe se adueñó de sus corazones.
Y aunque había un edicto de Faraón que les exigía entregar su hijo a la muerte,
ellos deciden esconderlo; desafiaron la orden, mientras otros se dejaron
arrebatar a sus hijos. Aunque estaban corriendo peligro de muerte, se pusieron
con su bebé en las manos de Dios, tenían fe en que Dios guardaría a aquel niño.
Nuestras sociedades necesitan que se levanten las Jocabed de Dios para
decirle a Satanás que no le van a dejar a sus hijos en sus manos, ¿qué madre
pondría a su hijo en las manos de un asesino? Satanás es el mayor asesino de
todos los tiempos, “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir”
Juan 10:10. El poder maléfico de este ladrón es incuestionable, entones, ¿cómo
podemos dejarle en sus manos a nuestros hijos?
Jocabed decidió luchar, pelear aquella batalla y Dios la respaldó.
Dios está interesado en nuestros hijos. Ésta es una batalla que tenemos que
pelear por la fe y al lado del Señor. No importa cuánto se tenga que luchar,
arriesgar, sufrir, no se puede dejar en las manos de Satanás a nuestros hijos,
la fe en Dios vence al mundo y sus poderes. 1 Juan 5:5.
Jocabed entrego sus sentimientos de madre al Señor, la Escritura dice:
“Pero no pudiendo ocultarle más tiempo…” Éxodo 2:3. Llegó el momento que no
podía hacer más por aquel niño; sus sentimientos de madre le decían:
“quédatelo, no te puedes separarte de tu bebé, ¿quién lo cuidará?” Esos sentimientos
desgarraban su corazón, pero entendió que sus sentimientos no podían salvar al
hijo; los sentimientos no tienen la capacidad de resolver los conflictos, los
problemas, las dificultades. Muchas veces luchamos con nuestros sentimientos apartando
la fe. La fe no tiene que ver con lo que uno siente, sino a quién dirigimos la
mirada. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y el consumador de la fe…” Hebreos
12:2.
Y aún hay algo asombroso, algo que falta en toda esta historia, no
encontramos en toda la Biblia el nombre que Jocabed le dio al niño, ¿puede una
madre tener un hijo y después de tres meses no darle nombre? El nombre de
Moisés “sacado de las aguas” no le fue dado por Jocabed, sino por la hija de
Faraón. Tremendo debe ser esto para una madre. ¿Cómo logró esto? Entregando sus
sentimientos en las manos del Señor, dejar que fuera Dios quien decidiera por
ella.
A veces, los sentimientos de los padres malogran los propósitos de
Dios para con los hijos, se cree que esto o aquello conviene más y nos
anteponemos a los propósitos de Dios. ¿Cuántos jóvenes se han malogrado a causa
de las decisiones paternas y maternas? Tenemos una enorme responsabilidad y no
puede ser llevada bien si no dependemos de Dios.
“Tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y
colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río.” Éxodo
2:3.
Tuvo que entregar su hijo a las aguas y lo hizo lindamente. Se aseguró
de que los materiales en los cuales iba a depositar al niño, fuesen los mejores.
En Egipto el junco era la materia prima con la que se construían las embarcaciones;
luego la untó con asfalto y brea, le puso dos protecciones. El asfalto le daba
a la arquilla una protección contra la filtración del agua y la brea hacía
solida la estructura para que no se deshaga.
Jocabed se aseguró de que aquello sobre lo cual entregaba a su hijo a
las aguas fuera adecuado, resistente a las aguas del Nilo. Nuestros hijos
tienen que hacer frente a unas aguas impetuosas en las escuelas, universidades,
compañías, están rodeados de un ambiente decadente y agresivo contra todo
concepto moral. La Biblia es cuestionada por maestros, amistades, estamos
viviendo los días del fin y el pecado ha tomado proporciones universales.
Pregúntese: ¿Estamos usando
lo que puede vencer ese río contaminado? ¿Nos preocupa lo que estamos usando
para la arquilla de nuestros hijos?
Jocabed fue cuidadosa en la elección de los materiales para que las
aguas no se filtraran y su hijo terminara ahogándose. Entregó al río su niño
condenado a muerte por el decreto del Faraón, pero con fe lo puso en las manos
de Dios. El río estaba plagado de cocodrilos, pero Dios no permitió que
atacaran la mini barca. Y la mano de Dios iba llevando al niño hacia la hija de
Faraón. ¿Qué mejor lugar que la casa de la hija del Faraón que había dado el
decreto? No había en Egipto un lugar más seguro que ése. Así pasó de la amenaza
de muerte a la protección real. ¿Quién mataría en el palacio del rey al
protegido de Faraón?
Dios tocó el corazón de la hija de Faraón para que se lo entregara de
nuevo a la madre sin tan siquiera saberlo, leemos: “Entonces su hermana dijo a
la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe
este niño? Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó
a la madre del niño, a la cual la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo,
y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crio” Éxodo 2:7…9. María, la
hermana de Moisés volvió a casa para pedirle a Jocabed que fuera al palacio a
recoger a Moisés para criarlo; además de esta bendición, recibió una paga del
fondo de gobierno egipcio para criar a su propio hijo. ¡Cuán grande es Dios!
Jocabed volvió a tener a su hijo y ahora con la protección de Faraón. Dios obra
de formas extrañas.
“Y cuando el niño creció, ella
lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó y le puso por nombre Moisés,
diciendo: Porque de las aguas lo saqué.” Éxodo 2:10.
Jocabed había tenido aquel hijo en sus brazos unos años más, sin
embargo, cuando llegó la hora, lo tuvo que entregar por segunda vez. Ésta es
otra clave hermosa: tuvo que renovar la entrega cuando el niño creció. Tuvo que
sacrificar de nuevo sus sentimientos, su amor de madre para que los propósitos
de Dios se cumplieran con su hijo y la nación de Israel.
La elección era dura, pero ¿qué era mejor, un hijo vivo en otras manos
o un hijo muerto en las suyas? Es mejor un hijo vivo en las manos de Dios a un
hijo muerto en nuestras calles. A veces nos cerramos y traemos muerte en vez de
vida.
Es en el proceso de la entrega que nacen las grandes liberaciones;
todo un pueblo esclavizado estaba recibiendo liberación por medio de una madre
que supo renovar su entrega. Jocabed entregó al río a un niño condenado, un
instrumento escogido por Dios y éste le entregó a Israel un libertador. Cuán grandes
cosas producen la entrega a Dios.
Moisés nunca negó el nombre que recibió de la hija de Faraón, sino que
se identificó plenamente con ese nombre; se entregó plenamente a los propósitos
de Dios porque su madre supo prevalecer en la crisis. Puede que no hayamos
tenido las mejores condiciones en nuestra vida, pero no debemos vivir
amargados, resentidos, frustrados, sino abiertos a la utilidad que nuestro Dios
nos quiera dar, todavía Él puede hacer
algo con nosotros y con nuestros hijos.
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