¿Quieres Llorar? Llora - Por Saúl Guevara (Estudio No. 836)

 


Juan 11:35 "Jesús lloró"

 Algunos de mis versículos bíblicos favoritos mencionan el llanto y las lágrimas. Pero eso empieza a tener sentido cuando uno se da cuenta que algunos de esos versículos mencionan el llanto como una cosa del pasado.

 No es que nos la pasemos llorando, pero tal vez deberíamos hacerlo. Yo crecí pensando que los hombres no lloran y que, si las lágrimas afloraban, necesitabas esconderlas y desviar la atención.

 Al estudiar la Biblia acerca del llanto, notamos de que no hay reglas diferentes para hombres y mujeres. No dice que los jóvenes o los hombres de verdad no lloran. De hecho, muchos de los héroes de la Biblia, hombres y mujeres, tienen registradas sus lágrimas: Ruth (Rut 1:9), Ana (1 Samuel 1:7…10), Ester (Ester 8:3), María Magdalena (Juan 20:11) y las viudas de Jope (Hechos 9:39) lloraron. Y también hay una lista de hombres que lloraron: Job (Job 16:20), José (Génesis 43:30), David y Jonatán (1 Samuel 20:41), Eliseo (2 Reyes 8:10…12), Ezequías (2 Reyes 20:5), Jeremías (Jeremías 9):1; 13:17), Nehemías (Nehemías 1:4), Pablo (Hechos 20:19), Timoteo (2 Timoteo 1:4), Juan (Apocalipsis 5:4) y el mismo Jesucristo (Juan 11:35).

 Los verdaderos hombres de Dios no temían llorar. De hecho, muchas veces Dios se agradó de las actitudes y emociones que había detrás de las lágrimas tanto de hombres como de mujeres.

 Como hijos de Dios, no debemos tener miedo de admitir que este mundo está lleno de sufrimiento y tristeza. Podemos mirar el quebrantamiento a la cara y llorar, sabiendo que la redención y la restauración vendrán. Cuando se habla de la muerte de los cristianos, Pablo nos dice: “No se entristezcan como lo hacen los demás que no tienen esperanza. Porque… creemos que Jesús murió y resucitó” (1 Tesalonicenses 4:13…14).

 A diferencia de aquellos que no conocen a Cristo, tenemos una esperanza real debido a la resurrección. No tenemos que fingir que la vida siempre es genial, porque sabemos que eventualmente lo será. El Señor ha prometido que, un día, limpiará toda lágrima de nuestros ojos y no habrá más muerte, luto, llanto o dolor (Apocalipsis 21:4…5).

 Jesús ciertamente lloró y no fue porque fuera pecaminosamente débil, sino porque era humano. Sus lágrimas son un profundo ejemplo para nosotros. Al acercarse a Jerusalén en un pollino, Él lloró por la ciudad ante la ceguera y el rechazo hacia Él como Mesías (Lucas 19). ¿Con qué frecuencia lloramos por los perdidos y recordamos la eternidad que enfrentan sin Jesús? Jesús lloró ante la tumba de Lázaro, un poderoso recordatorio de que la muerte no es como las cosas deben ser. No debemos pasar por alto la muerte, evitar el tema, o pretender que es natural y benigna. La muerte es un enemigo que Jesús vino a vencer. Lloró por la muerte y nosotros también deberíamos.

También es apropiado llorar por nuestro pecado. Después de todo, fue nuestro pecado lo que clavó a Jesús en la cruz. La Biblia registra innumerables casos en los que el pueblo de Dios lloró por su pecado. Después de que David pecó, escribió: “Mi sacrificio, oh Dios, es un espíritu quebrantado” (Salmo 51:17). Después de que Pedro negó conocer a Jesús, “lloró amargamente” (Mateo 26:75).

 Es bueno llorar a veces. Incluso es bueno llorar en la iglesia, mientras adoramos junto a nuestros hermanos y hermanas y permitimos que la verdad de las Escrituras penetre nuestros corazones y emociones.

Llorar puede ser malo o bueno. Primero las malas noticias. Hay algunos tipos de llanto que son mal referenciados en la Biblia. Las lágrimas manipuladoras de la esposa de Sansón no hicieron nada bueno (Jueces 14:16…17). Las lágrimas autocompasivas de Esaú no mostraron un verdadero arrepentimiento (Hebreos 12:17). Y en muchos pasajes la peor suerte de todas para los malvados que no aceptan corrección y no se arrepienten es ser echados fuera con “llanto y crujir de dientes” (Mateo 8:12; 22:13; 24:51; 25:30).

También la Biblia muchas veces muestra el llanto bajo una perspectiva positiva, con un resultado positivo: Un hombre cuyo hijo estaba sufriendo “clamó y dijo: Creo; ¡ayuda mi incredulidad!'“ (Marcos 9:24). Y Jesús sanó al niño. La mujer pecadora que lavó los pies de Jesús con sus lágrimas estaba verdaderamente arrepentida y recibió el perdón (Lucas 7:38, 47…50). Pedro “lloró amargamente” después de negar a Jesús tres veces, pero esto condujo a un cambio y verdadero arrepentimiento (Mateo 26:75; Juan 21:15…19). Incluso Jesús oró ofreciendo “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas” y fue escuchado por Dios y “por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:7…8).

 Jesús prometió a sus discípulos que, aunque “vosotros lloraréis y lamentaréis” por su muerte, “vuestra tristeza se convertirá en gozo” (Juan 16:20).

 ·         Bendiciones para los que lloran

 Ezequiel escribió una profecía que muestra la expectativa que Dios tenía de su pueblo cuando estuvieran pasando por momentos difíciles e incluye el llanto: “y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella” (Ezequiel 9:4). Llorar también puede traducirse como “gemido” o “lamentar”.

 Pablo fomentaba la unidad cristiana y eso incluía estar dispuestos a: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Romanos 12:15) y para hacer esto necesitamos crecer en amor al prójimo y en compasión (1 Pedro 3:8). Nadie quiere sufrir, pero cuando sufrimos juntos se construyen lazos de unidad cristiana que tienen beneficios inmediatos y eternos (1 Corintios 12:26).

 Afortunadamente, el llanto es sólo temporal. Algún día será un recuerdo lejano. Jesús enseñó: “Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis” (Lucas 6:21). Los que lloran “recibirán consolación” (Mateo 5:4). Dios promete una época futura en la cual todas las lecciones humanas habrán sido aprendidas, los pecados vencidos y los males removidos. Entonces: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).

 Y la Biblia dice que “hay un tiempo para llorar” y que “Jesús lloró”.

 La verdad es que algunas de las personas más fuertes que conozco lloran a menudo. El llanto muestra emoción y quiénes somos realmente. Aunque se puede exagerar, llorar no es algo malo. Y si no lloramos no significa que seamos más duros que la mayoría. Puede significar que somos demasiado débiles para dejar salir esas emociones y dejar que la gente nos vea como realmente somos.

 Si usted es de los que llora, puede que sea más fuerte de lo que cree.

 

S.A.G. - 18 – MAY – 2025

(Estudio No. 836)

Si deseas escribirnos, puedes hacerlo a:

igelrenuevo@gmail.com

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario