¡Hey Hermano!... En Vida, En Vida

Daniel 2:21 "Él cambia los tiempos y las épocas..." Si bien es cierto que debemos recordar que Jehová es el Señor del Tiempo, que su horario no depende ni de los sucesos mundiales ni de los planes de los hombres y que a fin de que se cumpla su voluntad, él puede controlar qué ocurrirá y cuándo. También es cierto que debemos de recordar que la vida, en este caso nuestra vida, se limita a un tiempo. ¿Qué hacemos por agradar o recompensar a otros en ese tiempo?

Cuántas veces esperamos para hacer lo que nuestro corazón nos dicta, la intuición nos señala y la imaginación nos hace casi realidad, sin embargo de pronto aparece algún freno que nos dice no, mejor después... y ese después nunca llega; o más propiamente nunca le permitimos que llegue.

Se nos olvida que la vida no la tenemos comprada y que nos puede sobrevenir la muerte en cualquier momento y nos impediría haber hecho lo que pensamos.

No engrosemos las filas de los tibios, a esos dice la Biblia que el Señor los vomita, o en el mejor el de los indecisos, porque nos estaremos impidiendo hacer más suave la carga de la vida de resentimientos y culpas.

Así pues, en la vida debemos realizar muchas cosas con las que seguramente haríamos muy felices a otros y desde luego a nosotros mismos.

Inspirémonos hoy en este tema a través de motivarnos a hacer las acciones de expresión que nos hemos impedido hasta ahora y nos dispongamos a dar los pasos necesarios.

¿Cuántas veces te has quedado con la sensación de que algo te falta cuando se va un ser querido?

¿Porqué no hallamos la paz, si sabemos que está con Dios y en mejores manos no puede estar?

Por los resentimientos hacia otros o con nosotros mismos. Que no nos dejan vivir en paz. Es tan dolorosa su pérdida que se queda la sensación de que se pudo hacer algo más por ellos mientras vivieron.

Y es mucho más doloroso cuando realmente pudiste haberlo hecho, cuando tenías los medios y no lo hiciste.

Leí un testimonio que decía así: “Me sucedió con mi abuelita. Estaba lejos en su silla de ruedas y yo sin dinero para poder ir a verla seguido. Desee traerla para mi casa, pero vivíamos en un cuarto tan pequeño que no podía estar tan cuidada como lo estaba allá. Estaba en el mejor lugar donde podía estar, cerca de una nieta, en su casa donde vivía un hijo y su nuera, junto con otras dos nietas. En ése tiempo, yo estaba enferma con una depresión tremenda, que no me permitía casi moverme. Y las únicas personas cercanas que pudieron ayudarme, fueron la hermana de mi abuelita y su familia.

En ése tiempo, mi tía ya era una persona mayor que difícilmente podía subir caminando el cerro donde yo vivía, pero que sin embargo, cuando se trató de ir a regañarme consiguió quien la llevara en carro, pero lo consiguió. Su hija, dueña del terreno en que yo vivía, radica en Estados Unidos, no me permitió armar un cuarto en donde yo pudiera traerme a mi abuelita, aún siendo una tía que la había ayudado mucho. Su otro hijo, la corrió de la casa de mi tía, aún cuando él le robaba dinero cada vez que podía.

En ése tiempo, estaba yo tan enferma que difícilmente coordinaba mis pensamientos. Mi tía pudo facilitarme dinero para ir con mi mamá (así la llamé siempre porque ella mi crió desde bebé) y no se le ocurrió hacerlo. No la culpo, simplemente pienso que no tenía la sensibilidad suficiente para darse cuenta que una madre necesita a sus hijos cerca cuando está hospitalizada. Aún siendo madre, no supo ver que lo necesitaba.

No siempre las personas mayores son las más sabias. Mi tía teniendo más de 80 años no supo ver que necesitaba ver a mi mamá que se estaba muriendo en un hospital. No tuvo la sensibilidad suficiente para facilitarme el dinero necesario para ir a verla. Ni siquiera me lo ofreció para ir al entierro”

Lucas 12:32..34 “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”

Hay cosas que no necesitan pedirse. Se ofrecen sobre todo cuando la persona que lo necesita, está tan agobiada, como aquella mujer lo estaba en ése momento. Sus propios hijos que estando en Estados Unidos, teniendo los medios suficientes para viajar a verla en el hospital, no lo hicieron.

Es increíble cómo se hace todo lo que se pueda para olvidarnos del prójimo, como cuando realmente se necesita a las personas, no se mueve un dedo por ellas.

Todos cometemos un grave error, el de esperar que el otro dé el primer paso. Si aún tienes a tus padres, si tienes a tus hijos lejos o a algún ser querido y esperas que sea él quien dé el primer paso, piénsalo. Puede que no vuelvas a verlo nunca. Y te quedes con la sensación de que algo te falta. Da tu, el primer paso.

Y si tienes algo contra aquel, el perdón es el único medio con que se cura ésa ausencia, ése vacío. El perdón llega después del arrepentimiento. En vida, hermano. En vida.

En vida, hermano. En vida, es un poema de Ana María Rabatté (*), que comparto:

Si quieres hacer feliz
a alguien que quieras mucho…
díselo hoy, sé muy bueno
en vida, hermano, en vida…

No esperes a que se mueran
si deseas dar una flor
mándalas hoy con amor
en vida, hermano, en vida…

Si deseas decir “te quiero”
a la gente de tu casa
al amigo cerca o lejos
en vida, hermano, en vida…

No esperes a que se muera
la gente para quererla
y hacerle sentir tu afecto
en vida, hermano, en vida…

Tú serás muy venturoso
si aprendes a hacer felices,
a todos los que conozcas
en vida, hermano, en vida…

Nunca visites panteones,
ni llenes tumbas de flores,
llena de amor corazones,
en vida, hermano, en vida…

Si después de leer este estudio te has motivado a hacer algo por alguien conocido o pariente hazlo hoy... Tal vez mañana puede ser muy tarde... ¡En vida, hermano. En vida!!!


(*)Uno de los poemas más conocidos de Ana María Rabatté oriunda de Tamaulipas y fallecida en febrero de 2010 en su ciudad natal, quien con sus poemas invitó a expresar el amor hoy y no esperar a la muerte, es el poema titulado “En vida, hermano, en vida”. Tras su fallecimiento, su secretaria Martha Martínez quien fuera su secretaria por casi 11 años dijo: “No se casó, tampoco tuvo hijos, pero ayudó a muchos y nos seguirá ayudando con sus libros y pensamientos”.

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