De
seguro que alguna vez cuando has ido ha pasar un día a la
naturaleza, visitando una montaña, un bosque, un río, el mar o
cualquier elemento natural de grandes dimensiones, te has sentido
muy, pero muy pequeño en comparación a tu entorno. Entonces sientes
esa sensación de majestuosidad a tu alrededor, de ser una pequeña
parte de algo mucho pero mucho más grande. Con un poco de
sensibilidad actuando en nuestras almas llegamos a sentir la
sensación de ser una flor en un gran jardín, en ese Jardín del
Edén que Dios creo para nosotros.
El
hombre en la Real Academia Española define la inmensidad asi: “Del
lat. immensĭtas, -ātis.
1. f.
Muchedumbre, número o extensión grande.
2.
f. Infinitud en la extensión; atributo de solo Dios, infinito e
inmensurable.”
Según
la Biblia inmensidad podría describirse de muchas formas pero esta
es una muy completa: Romanos 11:33..36 "¡Oh profundidad de las
riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán
insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Porque
¿quién conoció la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?
¿O quién le dio un regalo a él que él podría ser pagado? Porque
de él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria
por los siglos. Amén "
Pensar
que el Creador que hizo y sostiene toda esta inmensidad ha centrado
su amor redentor en nosotros diminutas criaturas humanas y para
colmo, criaturas pecadoras... Él nos valora de forma individual como
si cada uno fuera el único objeto de su paternal atención. Es
increíble, como Pablo testificó de Cristo "... el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20)
Pero...
¿entendemos la inmensidad de ese amor? Pues existen aquellos que
dicen que si y la verdad es que mienten, porque aun no logramos
realizar en nuestra mente lo que es una inmensidad. Pero muchos dicen
que si entienden.
Su
amor se expresa de tal manera que no existe nada ni nadie en el mundo
que nos pueda amar como lo hace Dios.
Las
palabras de Juan 3:16 "de tal manera" expresan el énfasis
grande que el apóstol desea remarcar a sus lectores en cuanto a lo
excelso y grandioso de este hermoso don. Estas palabras nos expresan
la infinitud de altura, longitud, anchura y profundidad de su amor.
Esa es la inmensidad de Dios, cubriendo a su creación, a Usted, a su
familia tan solo por su amor. El
amor de Dios llena la inmensidad del espacio; por lo tanto, no hay
escasez de amor en el universo, sólo en nuestra disposición para
hacer lo que sea necesario para sentirlo. Para lograrlo, Jesús
explicó que debemos “amar al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a
tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27).
Oh mi
Señor, cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las
estrellas que tú formaste; me pregunto ¿Qué es el hombre? ¿Para
qué te acuerdas de nosotros? Y me respondo, tan solo porque nos
amas.
Enseñarles
a nuestros pequeños la inmensidad del amor de Dios, es como
construir un barco, para construir un barco, no reúnas a gente para
recoger madera ni les asignes tareas, debes enseñarles a admirar y
respetar la infinita inmensidad del mar; de igual forma se procede
con el niño hay que iniciar enseñándole a admirar y respetar la
infinita inmensidad de Dios.
Estuve en la playa un domingo, pero lo que vi no
fue la vida cotidiana del ir y venir de la gente o los castillos de
arena que se desvanecen (o más bien eso fue en lo que no me fijé)
Lo que sí vi o me pareció ver fue al hombre ante la inmensidad.
Para ser más exactos, vi a un niño frente a la inmensidad del mar.
Y como dicen algunos psicólogos lo que ha de ser del hombre ya lo
podemos ver en el carácter del niño. Se acercó a la orilla de la
playa dando pasitos de contento, con las manos hacia arriba y
emitiendo un canto alegre e indescifrable. De pronto, extendió sus
bracitos como queriendo abrazar el mar y cerró los ojos con una
enigmática sonrisa dibujada en su carita. Debo confesar que me
conmovió tanta devoción innata, algo de lo que yo suelo adolecer
para bien o para mal.
Así
estuvo un buen rato hasta que su madre lo cogió en brazos y ambos se
adentraron en el mar.
Dios
es aun más inmensidad que el mar, ¿cómo vería aquel niño la
inmensidad del mar?(*). Estaba ahí parado a su año y dos meses, no
mostraba miedo y su madre lo introdujo con amor a esa inmensidad.
De
igual forma, debemos introducir a nuestros hijos en la inmensidad de
Dios, enseñándoles prácticamente Quien Es Dios, enseñándoles que
Dios es un Dios de orden, celoso y severo, pero también es una
inmensidad de amor... cuando tu amas a tu hijo, lo corriges, les
pones metas y a la vez le abrazas como aquélla madre abrazo al niño
del mar, entonces el por tu amor, aprende del amor de Dios.
¿Cómo
estas guiando a tus niños? Ellos deben vivir la inmensidad de Dios.
¿Por
qué es tan grande e incomparable este amor?
1.
Porque proviene del ser más excelso y magnifico del mundo: "Tuya
es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y
el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la
tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso
sobre todos" (1 Crónicas 29:11)
2.
Porque es eterno, no tiene fin: "Jehová se manifestó a mí
hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por
tanto, te prolongué mi misericordia". (Jeremías 31:3)
3.
Porque no está basado en nuestros propios méritos: "No por ser
vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha
escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los
pueblos". (Deuteronomio 7:7)
4.
Porque es un amor infalible, jamás fallará: "¿Se olvidará la
mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su
vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti".
(Isaías 49:15)
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