La Ética Al Trabajo Como Realización Vocacional

Siempre oigo a mi esposa Silvia decir: “Doy gracias a Dios, porque me pagan por hacer lo que me gusta hacer”

Pero por experiencia propia y por los comentarios de mi familia, ahora todos ya laborando, me doy cuenta de la miseria ética en que caen muchas personas, aun cristianas, en sus lugares de trabajo, donde pareciera que dejan a Jesús en las salas de espera de sus trabajos, para poder caminar entre sus compañero/as con los diablos que puedan, destilando maldad, mentira, hipocresía, serruchando pisos para que otros se caigan, cortando canillas para hacer enanos y así aparentar que son mas altos, porque no pueden crecer por sus propios meritos.

Pero el caso se vuelve más delicado para cuando trabajamos directamente con otras personas, para incorporarlas al seno de la sociedad, llámense estas trabajadores sociales, médicos, terapistas, psicólogos, pastores, etc.

¿Quién inventó el trabajo? ¿Es acaso el invento de una sociedad capitalista obsesionada por la acumulación de riqueza? ¿Acaso es una maldición que vino a la humanidad por la Caída del hombre?... La Biblia tiene respuestas sobre este asunto y necesitamos conocerlas. Algunos desprecian el trabajo al punto de decir: "Mira si el trabajo no es algo terrible que hasta tienen que pagarte para que lo hagas". Otros, por su parte, idolatran el trabajo hasta el punto de sacrificarlo todo por él. Por eso, como cristianos, es importante entender cómo quiere Dios que pensemos y actuemos respecto al trabajo.

Por "vocación" entendemos en este lugar el amor a la propia tarea, a la propia forma de contribuir personalmente a un proyecto común de la institución a la que trabajamos. Es decir, una verdadera predilección, estima, entrega, pasión por la labor personal, dentro de una organización, de un equipo, de un proyecto.

En mi opinión, la ética pasa por una transfiguración, de comprender y vivir el trabajo humano en una organización social. A futuro, la propia misión en un equipo no podrá limitarse a alcanzar niveles éticos como el compromiso, responsabilidad y la identificación con la meta y el grupo. Ya no basta con esto. El porvenir exige ir aún más allá en el camino de la ética.

Todas y cada una de las personas de una organización han de desarrollar su colaboración a ella como una vocación profunda, una pasión por el propio quehacer y el propio ser, con relación al fin común institucional. Proponemos, en definitiva, la conversión del trabajo en una aventura vocacional, creativa, lúdica, mezcla de esfuerzo y de gozo, realizadora. Realizadora de un perfecto amor.

Trabajar y disfrutar, en la organización, debe comenzar a entreverarse, en orden a la realización auténtica de la persona.

Trabajar ha de entenderse como una búsqueda de sentido, una profundización en el significado personal de la vida. Esto, porque el propio trabajo y el propio sentido no son dos dimensiones separadas del ser humano.

Trabajar ha de convertirse en un esfuerzo por realizarse uno mismo, por encontrar aquel camino que conduce a la singular plenitud. Mas ello articulándolo con la misión común de un grupo más amplio de personas, que colaboran ayudándose unos a otros, a la mutua realización y desarrollo.

Muchas personas creen que el trabajo llegó a la humanidad como una maldición por haber caído en pecado. Esta idea se deriva de una mala interpretación de Génesis 3:17..19. Las palabras "con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra" no significan que antes de la caída no había trabajo, sino más bien, que esta actividad instituida por Dios se tornaría complicada y dificultosa por estar la tierra bajo la maldición del pecado. La Biblia también nos aclara que Dios puso a Adán, Su imagen, en el huerto del Edén para que trabajara (Génesis 2:15) Adán no estaba en un centro vacacional en el Edén, estaba trabajando. Como vemos, el trabajo ya existía aun antes de la caída. ¿Vamos entendiendo?

En 2 Tesalonicenses 3:6..12 el apóstol exhorta a los holgazanes y plantea el deber de trabajar. El problema era que algunos de la congregación vivían desordenadamente. Teniendo la capacidad física y mental para hacerlo, no estaban trabajando (v.11) Pablo dice que la solución es que "trabajando sosegadamente, coman su propio pan". Y de allí surge la famosa frase tan mencionada: "Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma". El trabajo es un deber, es una obligación.

El trabajo no es una opción para aquellos que tenemos las facultades físicas y mentales para realizarlo. No estemos buscando maneras para no trabajar. Si tiendes a la pereza y a la vida fácil, debes recordar que el trabajo es una obligación. Dios nos quiere activos, diligentes y productivos.

Al aducir la vocación como clave de futuro vital para el trabajo, no proponemos, en efecto, sino el que se mantenga con el propio trabajo una relación distinta a la puramente interesada, utilitaria o instrumental.

Reclamamos un ánimo generoso, de amor al sentido de lo realizado, de realización personal en la tarea, una forma de trabajar que ciertamente transcienda la identificación de lo que se hace laboralmente como un mero medio para alcanzar lo necesario a la subsistencia. El trabajo es también algo espiritual.

Cuando pensamos en el trabajo, pensamos en cómo éste suple nuestras necesidades materiales ya sean personales o de otros, pero nunca pensamos que el trabajo sea algo espiritual. Es decir, algo que tenga que ver con la gloria de Dios, que sea un acto de adoración. En Colosenses 3:22..24, el Señor nos dice a los que trabajamos que debemos hacerlo para agradarle y no para agradar a los hombres (v.22) Que debemos trabajar como para el Señor y no sólo para los hombres (v.23) y que cuando trabajamos estamos sirviendo a Cristo

¿Las nuevas formas laborales permitirán lo vocacional? Frente a esta incertidumbre, contestamos que es la única alternativa de auténtico progreso. Pues, sólo un contexto que permite la realización personal, vía vocación, satisface al cabo las expectativas humanas actuales.

La vocación personal constituye una clave, decisiva y ambiciosa, para la ética en el futuro. La vocación ofrece un eje común sobre el articular la vida de las personas, en el seno de las organizaciones. Ha de orientar la planificación, la organización, la motivación y el resto de las funciones estratégicas y éticas de toda organización.

Por vocación entendemos la llamada personal, única y responsable, a contribuir de un modo diferente, creativo, generoso y enriquecedor, hecha a un sujeto concreto, por parte de determinada organización. Esta llamada implica el desarrollo y la realización de un sentido propio en comunidad, por parte de todas y cada una de las personas comprometidas, en una determinada organización profesional.

La importancia ética de la vocación personal resulta siempre clave para la propia felicidad, tanto en su sentido personal como social o comunitario. A partir del principio de la vocación, cabe "transformar" toda la vida y dinámica de una organización, transfigurarla, transcenderla, convirtiéndola en un verdadero ámbito ético.

¿Te das cuenta que esta perspectiva puede revolucionar tu vida laboral? Esta perspectiva te dice que no trabajes por la quincena, sino para honrar a Dios. Que no trabajes para tener contento al jefe, sino para agradar a Dios. Que cuando haces un trabajo para la institución donde laboras estás trabajando para Cristo. No importa cual sea tu ocupación (lícita, por supuesto), si cambias tuberías o reparas computadoras, si cambias pañales o vendes artículos, si enseñas a niños o recoges basura, si diriges al personal de una empresa o lavas y planchas, cuando trabajas puedes glorificar a Dios con lo que haces. Más allá del salario, de lo popular de tu trabajo, de lo monótono y cansado que pueda ser, recuerda: Eres siervo de Cristo. Estás adorando a Dios al trabajar.

Si tienes una mala actitud hacia el trabajo, recuerda que Dios te lo ha dado como una bendición. Si te ves tentado por la pereza, recuerda que Dios nos dice que el trabajo es una obligación. Si crees que a tu ocupación le falta dignidad, recuerda que con tu trabajo adoras a Dios. ¿Qué actitud tendrás mañana? Puedes despertar agradecido a Dios por la bendición de trabajar, con el gozo de cumplir tu deber delante de Dios y con la alegría de ir más allá del salario y el cansancio, sirviendo al único que merece toda tu adoración.


"EL SEÑOR ENVIARÁ SU BENDICIÓN... SOBRE TODO AQUELLO EN QUE PONGAS TU MANO..." (Deuteronomio 28:8)

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