Debemos Dar Buena Cosecha

Hace como cuatro años nos mudamos a esta casa en que habito con Dios y mi familia, tiene un jardín, suficiente para poner tres árboles. Al inicio no tenía idea de qué hacer en el jardín, pero vi a mis vecinos diligentemente hacer cosas en sus jardines. Una de mis vecinas hermana en Cristo, tiene un precioso árbol de aguacate y que ricos aguacates.

El jardín va descendiendo en terrazas, formando tres partes planas y al final hay un limonero. Viendo aquello me dije a sí mismo: Saúl, tendrás que hacerte jardinero y le pedí a Dios que me enseñara qué hacer. Después de todo Él es, el que plantó el jardín del Edén (Génesis 2:8). De forma sorprendente e inesperada, meses después todo lo sembrado prospera.

Acabo de podar los árboles. La jardinería es un trabajo difícil, sobre todo cuando eres alguien como yo que casi no sabe nada de eso. En la Biblia (Romanos 1) dice que puedes aprender de Dios viendo a Su creación. Un hermoso árbol te puede dejar anonadado por su belleza. Pero en la ciudad es casi seguro que ha demandado la habilidad de un jardinero para que un árbol se ponga muy bonito.

La razón de la poda, es que no quiero que se me fueran a salir de control, creciendo muy alto. La luz también es importante; ese árbol debe dejar luz para los otros árboles o plantas.

Si consideras que un árbol empieza como una plantita, creciendo luego como un arbusto, ni siquiera parece si alguna vez se va a convertir en árbol. Pero lo cuidas bien y le cortas unas ramitas para que otras se fortalezcan y den fruto. Ahora disfruto mirar a los árboles aún más porque trato de ver cómo los jardineros los podan para que se puedan convertir en la forma que son y también trato de ver cómo pueden crecer más y qué ramas hay que cortar, porque esas solo les quitan la energía a las otras ramas.

Bueno todo bien en la jardinería del patio, pero, hablemos de otra área de la jardinería... la crianza de los hijos. Me refiero a esas veces cuando Dios te confía el cuidado de una persona, dos personas o un grupo de gente. Puede que sean niños, sobrinos, sobrinas, o un grupo pequeño. No importa quiénes son o cuántos son, si tú estás a cargo, será mejor que tengas una visión para ellos.

Ha igual que los árboles y plantas, ya con estas nuevas adquisiciones, debemos enseñarles, darles agua, ser ejemplo y podrás observar que unos aprenden mejor con ejemplos prácticos, otros memorizando enseñanzas específicas, especialmente cuando se aplica con la vara de la corrección.

Así que con cada individuo, a igual que con cada árbol, se necesita ver cuáles retoños deberían crecer para hacerse ramas, cuáles áreas necesitan podarse para que puedan florecer de acuerdo a su posición, don y función. Así uno puede dirigir su crecimiento.

A igual que mi jardín, en donde Dios, el sembrador y cuidador del Jardín del Edén, en la jardinería de los hijos, Él nos enseña, la Biblia también habla de gente semejante a los árboles:

Salmo 1:1..3: "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará."

Salmo 52:8: "Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre."

Ahora vamos a combinar las dos áreas de la jardinería y llevarlas a una nueva forma de ver las cosas; en otras palabras transformemos el entendimiento. Para lo anterior los invito a la siguiente lectura: Juan 15:1..8: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos."

Ahora nos damos cuenta que estamos para dar fruto, lo cual es bueno. Pero, ¿de qué fruto estamos hablando? Encontramos la respuesta en Gálatas 5:22..23: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley."

Si empezamos a leer desde el verso 19 vemos a los frutos del espíritu en una fuerte comparación con las obras (frutos) de la carne: Gálatas 5:19..21 "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios."

Entonces, vemos de esos pasajes que Jesucristo es la vid y que nosotros somos los pámpanos (retoños). Los retoños separados de la vid obviamente se marchitan porque se secan.

El Padre es el labrador, el jardinero que planta, poda y hace lo que sea para que nosotros llevemos fruto. Y si llevamos fruto, Él nos poda para que de ese modo demos aún más.

Podar significa cortar una pieza, dar forma. Para un ser humano, esto no es así como cortarse las uñas o despuntarse el cabello, sino que puede ser doloroso algunas veces.

También vemos que el Espíritu Santo es el que quiere dar fruto a través de nosotros, no olvidemos que al aceptar a Jesucristo, el Espíritu de Dios viene a vivir en nosotros.

El fruto del espíritu es el carácter de Cristo producido por el Espíritu Santo. El hombre natural no puede desarrollar un carácter divino sin la obra del Espíritu Santo.

El principio de dar fruto es un principio de vida. La vida se desarrolla de una fuente de vida, esta no se puede fabricar. El fruto crece conforme se vayan reuniendo los requerimientos de los principios de vida.

Muy a menudo quiero saber cómo funcionan las cosas y no me conformo solo sabiendo que yo "he nacido de nuevo, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre." (1 de Pedro 1:23) y que el Espíritu Santo está produciendo el fruto.

La Biblia es un libro muy práctico e incluso provee una respuesta al respecto en Gálatas 5:24: "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos." De acuerdo a Romanos, estamos para considerar a nuestra vieja naturaleza como crucificada. Y solo cuando estoy crucificado, mi carne esta deshabilitada y el Espíritu está libre de actuar. Alguien dijo por ahí: "Si el pecado toca a la puerta, solo deja que Jesús le responda".

Por favor ten en mente que la jardinería es un trabajo sucio, puede que se te meta el lodo a las uñas o que te espines o que te molesten hierbajos y sudor. Pero ciertamente crecerás en tu conocimiento, en que hay una temporada para todo (Eclesiastés 3:1). Dios ha puesto al hombre en el jardín para que lo trabaje y lo mantenga (Génesis 2:15) - ve a tu jardín y hazlo, poda y que te ¡poden para que florezcas!

No debemos de olvidar que cuando deseas cosechar mangos, siembras mangos, nadie siembra melones para comer fresas, de igual manera Dios ha sembrado su Espíritu en cada uno de los que somos cristianos confesos, Romanos 10:9..10 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”, al sembrar su Espíritu espera de nosotros la cosecha de los frutos del Espíritu.

Y tu... ¿Estas dando frutos?, ¿Qué frutos estas dando?... cuidado... porque por sus frutos los reconoceréis (no hay mas o eres hijo de Dios o eres hijo del diablo) y recuerda que todo árbol que no de fruto será cortado. Amen.

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