Cuando
se trata de Dios, todas las personas tienen el mismo problema básico
con Él. Y es que Él es Dios y nosotros no lo somos.
Si
nos preguntasen: ¿Desearía ser Dios?, por supuesto que
contestaríamos que si. Seriamos mucho más sabios, mejor informados
y sabríamos qué es lo mejor para nosotros. Todo seria mucho más
suave y pasaríamos una vida sin tantas aflicciones... pero... la
realidad no es así... existe un problema.
¿Quién
tiene el problema?
León
Tolstoi dijo: "Todo el mundo piensa en cambiar el mundo, pero
nadie piensa en cambiarse a sí mismo." Lo mismo podría
aplicarse al hombre en su relación con Dios.
Queremos
cambiar a Dios. Queremos cambiarle de opinión, cambiar la forma en
que nos trata y cambiar su autoridad sobre nosotros. Ingenuamente
unos y tontamente otros, guardan en sus corazones la esperanza de que
puedan cambiar el único ser inmutable en el universo. Millones de
nosotros pasamos la vida entera tratando de conseguir que Dios haga
las cosas a nuestra manera. Millones de nosotros queremos hacer
caminar a Dios por nuestros propios senderos.
Ahí
estamos, convencidos de que el problema es que Dios no nos escucha,
pero por supuesto, el verdadero problema es que no estamos escuchando
a Dios. No queremos que nadie nos diga qué hacer. Queremos dar las
órdenes. Queremos que Dios haga nuestra propia voluntad.
En
mas de una ocasión a igual que Usted, le di las órdenes a Dios
durante gran parte de mi vida, diciéndole lo que debía de hacer.
Nunca funcionó. Por alguna razón, El simplemente se negó a seguir
mis planes, no importando lo brillantes que eran. Pero por cansancio
y no por mucha inteligencia, por apaleado y no por muchas victorias,
un día después de sólo cuatro décadas, entendí... no podía con
Él, Él me rindió.
Y
hablando con toda honestidad, no puedo decir que fue un poco mi
genial proceder, comprendí poco a poco que ya estaba simplemente
cansado, desgastado. Después de chocar tanta y tantas veces contra
aquel muro de necedades, decidí dejar que Dios tomara el rumbo de mi
vida, más por curiosidad que por agotamiento y amor por Él. A
pesar de mis malos procederes, Él intervino y asumió el reto.
Ahora
puedo decir que ese es un problema de nuestra propia fabricación y
muy común en el pueblo de Dios. Estoy seguro que el noventa y nueve
por ciento de los cristianos lo hemos pasado o estamos pasando.
Ahora,
a más de dieciocho años después, puedo decir por experiencia
propia, que lo que parece un problema imposible es en realidad la más
grande oportunidad de la vida.
Piensa
esto por un momento. Tenemos a la mano a un ser que todo lo puede,
es todo poderoso. No hay fuerza alguna en la tierra pueda detenerlo.
Y no sólo eso, sino que conoce el futuro. Lo que es mas, Él crea
el futuro.
Pero
la mejor parte de todo esto, es que te ama más que lo que tu mismo
te amas. Me costó mucho aceptar esto, pero es verdad. En esos
momentos cuando te odias por ser torpe e incompetente, cuando ya
encuentras una salida y a veces piensas que ya no hay nada porque
luchar y te sientes peor que una cucaracha, oyes o sientes en tu
pensamiento la voz de su espíritu que te dice que Él, así te ama.
Cuando te sientes y piensas como un perdedor, él piensa y te dices
que eres el mejor. Él sabe que su hijo es un ganador, un príncipe
o una princesa de la familia real. Jesús sabe que eres su hermano,
su hermana.
Dios
demostró su amor por ti a costa de sacrificar a su hijo, Jesucristo,
para que puedas vivir con Él para siempre en el cielo. Ese solo
hecho demuestra que no hay duda sobre el amor de Dios para ti.
Piensa... ¿Sacrificarías tú una mano, un ojo o un hijo por otra
persona?
Pero
es triste tener que plantearlo existen aun en nosotros los cristianos
una enorme cantidad que alcanzan a dimensionar en su cerebro, el
significado de una entrega de un hijo y el caso de Dios, el único,
el unigénito... seguimos y seguimos insistiendo con nuestra
terquedad, nuestra obstinación, queriendo hacer del verde el rojo,
no entendemos que ese sacrificio fue por amor a que saliéramos de
esa obstinación y fuésemos libres.
Debemos,
estamos obligados a superar esos instintos propios del hombre viejo,
tenemos que entender que ahora, nueva criatura somos.
Su
madurez espiritual comienza en el momento de aceptar a Jesucristo
como su Salvador, pero entendamos que eso, no es el final de la
historia, por el contrario es tan solo el comienzo. Como cristiano,
usted continúa creciendo en la fe a lo largo de su vida.
Si
usted está luchando con Dios como yo lo hice durante tantos años,
le insto a dar la vuelta en torno a este problema y convertirlo en
una oportunidad. Puede sentir o ver que va en contra de todos sus
pensamientos y procederes, pero eso y solo eso, es lo que hay que
hacer.
Jesús
entiende su renuencia, Jesús entiende ese su temor a dejar que Dios
tome el control. Eso es precisamente de lo que estaba hablando
cuando dijo: "Porque el que quiera salvar su vida la perderá,
pero quien pierda su vida por mí, la salvará." (Lucas 9:24
NVI)
Dejar
o perder la vida pasada, la de antes de aceptar a Jesús, te da
control y te asegura el ser un ganador.
Ten
la seguridad que el Espíritu Santo, su guía infalible, está
dispuesto a ayudarte a tomar esa decisión que cambia la vida. Él
puede mostrar la forma de superar su terquedad humana y ver las cosas
desde la perspectiva de Dios.
Nuestra
cultura adora la independencia, pero la independencia es en esta vida
algo muy sobrevalorado. El hecho de depender en Dios es la forma más
inteligente de vivir. Después de haber vivido en ambos sentidos, te
puedo decir que permitir que Aquel que nunca comete errores, tome y
determine el rumbo de tu vida, es obtener el control de la forma
libre de toda situación estresante para vivir.
¿Que
si funciona? Si funciona, ¿Cómo? No lo sé, pero si sé que
funciona. Milagrosamente, las cosas funcionan. Claro, todavía se
pasa por momentos difíciles y desilusiones, pero tu destino final no
está en duda. No importa si eres rico y famoso o pobre y
desconocido, esta vida es como un suspiro lastimero en comparación
con la eternidad de gozo que pasarás con Jesús.
De
ti depende como veas la autoridad de Dios sobre ti, como un problema
o como una oportunidad.
Si
la ves como una oportunidad para reconocer y deja que él este al
mando, creo que vas a encontrar, como yo, que la vida realmente
comienza cuando Cristo maneja tus pasos.
Vamos,
ATREVETE.
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