(Diciembre
6 catorce años de vida de mi iglesia)
Asistir
a una iglesia y pertenecer a esta no es lo mismo. Asistir significa
llegar, ocupar un asiento, escuchar, participar, recibir y retirarse.
Pero pertenecer a una iglesia es mucho más que asistir porque
implica una identificación y un compromiso con la visión que los
líderes han recibido de parte de Dios.
La
iglesia somos cada uno de nosotros, quienes sumamos y somos parte del
cuerpo de Cristo. A veces mencionamos la palabra iglesia para
referirnos al templo, a la construcción, el recurso físico para
congregarnos, pero cuando la Biblia habla de iglesia se refiere a la
congregación, al pueblo de Dios.
Todos
somos parte vital del cuerpo de Cristo, tenemos una función que
nadie más puede ejercer. Por eso somos diferentes y cada cual tiene
habilidades particulares. Imaginemos que sería extraño que nuestro
cuerpo fuera un inmenso ojo o una gran oreja, pero no es así, Dios
nos ha diseñado íntegros, con pequeñas partes que al relacionarse
funcionan a la perfección. Así que el cuerpo de Cristo está
conformado por todas las iglesias o congregaciones que creen en Él
como Señor y Salvador. Por eso, debemos valorarnos, reconocernos y
respetarnos.
Tú y
cada uno de los hijos de Dios, específicamente, fuimos llamados para
formar parte de una congregación especial. El Señor nos llevó a
ese lugar porque tenemos una función que cumplir allí.
Nuestro
Señor desea que pertenezcas a una congregación, es decir que seas
uno con tus hermanos, que establezcas vínculos de identidad y amor,
que reconozcas el liderazgo que Él ha definido.
Hay
una razón divina para formar parte de la iglesia donde Él te ha
puesto. Así que intégrate con pasión a la iglesia y participa
activamente del trabajo que Él nos ha encomendado.
Al
conocer cómo funcionaba la iglesia primitiva, podemos descubrir los
valores que les permitieron avanzar en esos tiempos difíciles,
cuando la fe en nuestro Señor Jesucristo era una pequeña semilla
que creció hasta alcanzarnos. La Biblia explica que los creyentes
perseveraban en el templo, daban alabanza a Dios y compartían en las
casas con alegría y sencillez. Entonces, Dios añadía a otros
miembros para que la iglesia creciera y diera fruto. Ellos cumplían
su parte y el Padre cumplía la Suya. Así es como funciona, cada
cual se ocupa de lo que le corresponde y confía en la obra del
Señor.
Él
definió a la iglesia con autoridades para que el trabajo sea
ordenado. Así ha sido siempre. Noé fue el designado para dirigir la
construcción del arca y los animales no habrían subido a ninguna
otra. Lo mismo sucedió con Moisés a quien Dios designó para sacar
a su pueblo de la esclavitud. A él le hablaba y le daba
instrucciones. Era a través de él que Dios hacía Su obra para el
pueblo. Incluso, fue él quien recibió la ley que debían respetar y
obedecer.
Reconocer
que Dios nos colocó en una congregación implica respetar la
autoridad que ha designado en esta.
Dicho liderazgo y autoridad está diseñada para
bendecirte. Antes de que pensaras en acercarte a Dios, Él sabía a
dónde pertenecías. Estoy convencido de que la identidad de cada
miembro de la congregación se percibe en la forma como expresa su
fe. Esta identidad se reconoce en su mirada, en su conducta, incluso
en su forma de hablar. Reflexiona por un momento en todo lo que has
recibido de Dios a través de la iglesia donde te ha puesto. Has
recibido amor, fe, prosperidad, milagros, carácter, sabiduría, paz,
diligencia, convicción y compromiso. Lo que recibimos y aprendemos
está relacionado con las autoridades que Dios ha puesto frente a la
congregación a la que pertenecemos. Por lo que debemos respetarlas y
honrarlas ya que ellos tienen un depósito de sabiduría, unción y
Palabra que nos permite descubrir hacia dónde quiere llevarnos el
Señor.
Persevera
en tu congregación porque ese es el lugar que Dios ha diseñado para
ti.
Todo
es cuestión de saber pertenecer a un lugar y escuchar la voz del
Señor a través de las autoridades que ha puesto para guiarnos.
Pertenecer
a una congregación en particular es un propósito o proyecto de
Dios.
Él
nos ha guardado un lugar especial y nos pide que no desmayemos, que
perseveremos en crecer y compartir en ese lugar. Él conoce lo que
necesitas y lo que anhelas, sabe qué lugar es el ideal para que
obtengas lo que requieres para alcanzar Sus objetivos.
No te
pierdas tu iglesia dudando o dándote tiempo: cuentan que alguien
encontró una vez una lámpara como la de Aladino y por las dudas, la
frotó. De inmediato apareció el genio y le dijo "Pídeme tres
deseos y te los concederé". El hombre, que no tenía claros sus
deseos más importantes, exclamó: "¡Espera un segundo! ¡Dame
tiempo! ¡Déjame pensar!". Un segundo más tarde el genio dijo
"Concedidos" y desapareció para siempre, dejándolo con
todo el tiempo del mundo para pensar.
Intégrate
a tu iglesia YA... Tu iglesia ante todo. Hay muchas iglesias. Todas
son hermanas de tu iglesia y sus miembros son también tus hermanos.
Debes amarlas a todas, como si fuésemos una sola familia.
Cuando
voy a orar yo oro por todas las iglesias. Para que Dios les bendiga,
las prospere y para que puedan resolver los problemas a que muchas de
ellas se enfrentan. Para que mantengan en alto el testimonio de la fe
cristiana y para que proclamen el mensaje del evangelio a todos los
hombres.
Cuando
voy a dar de mi dinero. de mi talento, de mi tiempo y de todos mis
haberes. debo hacerlo generosamente. así estoy contribuyendo a la
obra de Dios en este mundo.
Cuando
voy a adorar a Dios tampoco tengo reparos de ninguna especie. Puedo
hacerlo en cualquier lugar o junto a cualesquiera de mis hermanos en
la iglesia.
Muchas
veces sucederán cosas que no me gustaran o que no entenderé, pero
en todas partes esto es así, es producto de la inconclusividad de
nosotros los seres humanos.
Todo
esto es así, pero quiero reiterar que mi iglesia es ante todo. Mi
primer amor y mi primera obligación son para mi iglesia. Esta
iglesia donde estoy creciendo y fortaleciéndome espiritualmente;
para mi pastor que vela por mi alma y me prodiga su cuidado pastoral.
Para mis hermanos, que participan conmigo de la comunión con Dios.
Es mi
deber atender primeramente las necesidades de mi iglesia. Cuando mi
iglesia tiene un servicio yo no puedo dejarla e irme para otro lado,
pues ella requiere mi presencia. Yo no puedo ser candil de la calle y
oscuridad de mi iglesia. Sí, mi iglesia ante todo.
Para
muchos "La Iglesia" es un requisito y la verdad es que es
más fácil odiar un requisito que amarlo... Para otros la iglesia es
un ídolo, piensan que la iglesia les llenara cualquier vacío en su
corazón y piensan que encontraran las respuestas en la iglesia. Pero
la iglesia no les termina llenando ese vacío.
Pero
para algunos pocos La Iglesia es literalmente "La Novia" de
Cristo. En Efesios 5:22..33 encontramos esta comparación
explicándonos como Cristo dio su vida por ella. También el libro de
Apocalipsis describe como Cristo regresara por su novia.
Siendo
servidor de Cristo yo estoy dispuesto a hasta perder mi vida por
fortalecer mi Iglesia. La Amo y aunque este llena de imperfecciones,
se que Dios la esta perfeccionando y ojala me use a mi para ayudar.
A
pesar de todo, A Mi Iglesia, Yo La Amo
Reconozco
que hoy se conocen más los defectos de las Iglesias que sus
virtudes. Pero yo amo a mi Iglesia, ya que ha sido ella la que me ha
dado a Cristo. Sin Iglesia ¿cómo llegaría a conocer a Cristo? Y
cuando digo que creo en la Iglesia estoy afirmando que creo en
Cristo. "Lo mismo que cuando afirmo que estoy bebiendo un vaso
de leche, lo que realmente bebo es la leche y no el vaso". Pero
sin vaso ¿cómo beber la leche?
¿Qué
Iglesia no tiene defectos? Los tuvo, los tiene y los tendrá, al
menos mientras la Iglesia está compuesta por cada uno de nosotros.
Me encanta la comparación de José Luís Martín Descalzo (español)
cuando escribe "Siempre que yo me monto en un tren, sé que en
la historia del ferrocarril está llena de accidentes. Pero no por
eso dejo de usarlo." A lo anterior Bernanos (escritor francés)
apunta: "La Iglesia, es como una compañía de transportes que,
desde hace dos mil años ha tenido que contar con muchos
descarrilamientos, con infinidad de horas de retraso. Pero hay que
decir que, gracias a sus santos, la compañía no ha quebrado".
Amo
la Iglesia de Cristo. Pero también amo a la Iglesia defectuosa de
los hombres. Porque, gracias a sus defectos humanos, yo puedo estar y
seguir en la Iglesia.
Amados...
A MI IGLESIA, YO LA AMO
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