En repetidas ocasiones he escuchado de hermanos, de hermanas y de amigos, aun de desconocidos una frasecita que puede sintetizarse así; “La verdad es la verdad y hay que decirla aunque duela”, y a la luz de ese pensamiento he visto muchas personas heridas en sus sentimientos.
Se preguntará: ¿Por qué pasa eso?... Pasa por la falta de prudencia y asi como en eso, muchas cosas pasan en nuestra vida por la falta de prudencia.
Mateo 10:16 “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.”
La serpiente es agresiva, venenosa, falsa, perspicaz y ágil. Elegante y al mismo tiempo repugnante; frágil al punto de poder ser aplastada por un niño y peligrosa a punto de matar un león con su veneno; adaptada por toda su forma, su modo de moverse y de actuar, al ataque velado, traicionero, fulminante; tan fascinante que en ciertas especies hipnotiza y al mismo tiempo esparce a su alrededor el terror, es ella verdaderamente el símbolo del mal, con todos los atractivos y toda la felonía de las fuerzas de la perdición. Pero en toda ésta “malicia” cuanta prudencia, cuanta astucia. La prudencia es una conducta de cautela y tanteo extremo, por la cual alguien emplea los medios necesarios para llegar a los fines que tiene en vista.
Esta conducta cuando es usada para lo que se considera bueno y correcto, comparte y se ajusta a las normas o leyes morales, volviéndose la prudencia entonces en una virtud.
La prudencia es una virtud de la razón, no especulativa, sino práctica: la cual es un juicio, pero ordenado a una acción concreta.
La prudencia nos ayuda a reflexionar y a considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia. La prudencia en su forma operativa es un puntal para actuar con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida.
La prudencia es la virtud que permite abrir la puerta para la realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del ser humano, hacia su progreso interior.
La prudencia es tan discreta que pasa inadvertida ante nuestros ojos. Nos admiramos de las personas que habitualmente toman decisiones acertadas, dando la impresión de jamás equivocarse; sacan adelante y con éxito todo lo que se proponen; conservan la calma aún en las situaciones más difíciles, percibimos su comprensión hacia todas las personas y jamás ofenden o pierden la compostura. Así es la prudencia, decidida, activa, emprendedora y comprensiva.
El valor de la prudencia no se forja a través de una apariencia, sino por la manera en que nos conducimos ordinariamente. Posiblemente lo que más trabajo nos cuesta es reflexionar y conservar la calma en toda circunstancia, la gran mayoría de nuestros desaciertos en la toma de decisiones, en el trato con las personas o formar opinión, se deriva de la precipitación, la emoción, el mal humor, una percepción equivocada de la realidad o la falta de una completa y adecuada información.
La falta de prudencia siempre tendrá consecuencias a todos los niveles, personal y colectivo, según sea el caso. Es importante tomar en cuenta que todas nuestras acciones estén encaminadas a salvaguardar la integridad de los demás en primera instancia, como símbolo del respeto que debemos a todos los seres humanos.
El ser prudente no significa tener la certeza de no equivocarse, por el contrario, la persona prudente mucha veces ha errado, pero ha tenido la habilidad de reconocer sus fallos y limitaciones aprendiendo de ellos. Sabe rectificar, pedir perdón y solicitar consejo.
La prudencia nos hace tener un trato justo y lleno de generosidad hacia los demás, edifica una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando confianza y estabilidad en quienes nos rodean, seguros de tener a un guía que los conduce por un camino seguro.
Como alcanzarla:
- El recuerdo de la experiencia pasada: Si una persona no sabe reflexionar sobre lo que le ha sucedido a él y a los demás, no podrá aprender a vivir. De esta manera la historia se transforma en maestra de la vida.
- Inteligencia del estado presente de las cosas: El obrar prudente es el resultado de un "comprender" mirando la comprensión con total responsabilidad.
- Discernimiento al confrontar un hecho con el otro, una determinación con la otra. Descubrir en cada opción las desventajas y las ventajas que ofrecen para poder llegar a realizar una buena elección.
- Asumir con humildad nuestras limitaciones, recurrir al consejo de todas aquellas personas que puedan aportarnos algo de luz.
- Sensatez para confrontar las circunstancias. Alguna acción mirada y tomada independientemente puede parecer muy buena y conveniente, pero viéndola desde nuestro plan de vida, del progreso personal, puede volverse mala o inoportuna La experiencia es, sin lugar a dudas, un factor importante para actuar y tomar las mejores decisiones. Aprender o no es nuestra opción.
El rey Salomón dice: "Oré y me fue dada la prudencia." El diccionario define la prudencia como ser cauteloso o discreto en las conductas. La prudencia es necesaria para evitar cualquier daño. Un ejemplo común de imprudencia es la automedicación, tomando las medicinas equivocadas o después de una dieta de moda que puede arruinar la salud de una persona, el consumo de alcohol en exceso, etc Otro ejemplo de la prudencia es el uso de tarjetas de crédito. La prudencia nos puede ayudar a evitar la ruina física y financiera. Pero Salomón hace hincapié en que la prudencia es mucho más que mantener la salud y el bienestar económico. Prudencia significa, entonces, más que ser cautelosos. Esto es lo que Salomón dice: “Oré, y me fue dada la prudencia; Le supliqué, y el espíritu de la sabiduría vino a mí.”
Prudencia significa tener un espíritu de sabiduría. La sabiduría es diferente de saber un montón de cosas o de ser inteligente. Una persona puede tener IQ de genio y aún así no ser sabio. La sabiduría es la prudencia para seguir el camino correcto.
Usted puede ver a Jesús como un maestro de la sabiduría. No sólo enseñó el camino correcto, vio claramente que el camino llevaba. Leemos en un Evangelio que un hombre se acerca a Jesús con esta pregunta: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Esa es una pregunta prudente.
No creamos que por solo pasar todo el tiempo diciendo Señor, Señor, ya tenemos asegurada la vida eterna...Mateo 7:22..23 “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” De seguros estos muchos no fueron en su vida prudentes.
Y tú... ¿Cómo estás? ¿Estás siendo prudente?
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