Los seres humanos tenemos una tendencia a ser
conformista y lo más fácil es adaptarnos a lo que hacen los demás,
dejándonos llevar por lo que ellos hacen.
Esa
tendencia puede ser destructiva. A veces se ha usado una cabra
especialmente entrenada en la matanza de las ovejas. A esta cabra se
le entrena a subir la rampa al matadero y las ovejas confiadas la
siguen. Al último momento la cabra salta y se escapa y todas las
ovejas siguen derecho a su destrucción. ¡Cuántas personas no han
seguido ese mismo camino!
Lo
invito a sacar su Biblia y leer Génesis 13:1..13 Esa es la historia
de un hombre que fue conformista y veremos cuál fue el pago de su
conformismo.
Leemos
que Abraham salió de Egipto y regresó hacia la tierra prometida.
Que Abraham estaba consciente de su pacto con el Señor, pues en el
lugar donde acampó y había construido un altar, ahí otra vez
Abraham invocó el nombre del Señor.
Con
Abraham está su sobrino Lot. Entre Abraham y Lot empiezan a surgir
problemas.
Es
interesante notar que la Biblia también nos dice que había cananeos
y ferezeos en esas zonas, pero parece que ellos no tuvieron problemas
con Abraham y Lot. Pensemos que a veces parece que uno tiene más
problemas con sus familiares que con la gente desconocida o que se
necesita más esfuerzo para llevarse bien con un pariente que con
otra persona que no es de la familia.
Y
vemos que Abraham hace ese esfuerzo, trata de llevarse bien con el
familiar. Aunque Dios le había prometido toda la tierra de Canaán,
él esta dispuesto a compartirlo con Lot. Llega hasta permitir que
Lot escoja la parte que mejor le parece.
Al
responder Lot vemos algo distinto. Su respuesta nos servirá para
estudiar la dinámica de la conformidad:
- La conformidad con el mundo inicia por la atracción de algo aparentemente bueno
Los
versículos 11 al 14 muestran cuál fue la elección de Lot. Él
levantó la vista y vio la parte más bonita, más regada, más
atractiva y escogió esa parte. Las ciudades que dominaban esa
región, según la arqueología y la Biblia, eran muy ricas. Situadas
muy cerca de una ruta principal del comercio y también localizadas
en una zona bien regada. Lot eligió vivir a la orilla de una de
estas ciudades ricas.
Seguramente
pensó que así la fortuna que él ya poseía se volvería aun más
grande. Era una región donde habría mucho pasto para su ganado y
sus rebaños podrían crecer; además de esto, podría negociar con
los mercaderes que transitaban por aquella zona y así aumentar su
riqueza.
Pero
hay un detalle... el texto nos dice que los habitantes de Sodoma eran
malvados y cometían muy graves pecados contra el Señor.
Pensaría
Lot que podría separarse de ese mundo, viviendo a las orillas.
Después de todo, él no se había metido completamente en ella.
Podría negociar con los habitantes de Sodoma sin volverse como ellos
y así tener lo mejor de ambos mundos. Podría sólo asociarse con
los sodomitas lo suficiente como para vivir de una manera mejor.
¿Cuántas
veces no seguimos nosotros el ejemplo de Lot? Creemos que podemos
vivir a la orilla del mundo. Creemos que podemos seguir viviendo como
miembros del pueblo de Dios, pero a la vez disfrutar de algunas de
las cosas mejores del mundo.
En
algunas iglesias hasta el día de hoy, se enseña a los creyentes a
no escuchar música que no sea religiosa, no pueden ir al cine, no
pueden ver televisión y otras reglas. Nosotros sabemos que estas
restricciones no son bíblicas. Hay cosas que la Biblia nos manda
directamente y otras que deja a nuestro albedrío. Pero será que,
habiendo abandonado el legalismo, hemos ido al otro extremo. Ese
extremo se llama libertinaje.
Habiendo
dejado atrás el legalismo, nos mudamos a la orilla de Sodoma
escuchando música que no nos edifica, mirando programas de
televisión que nos inculcan valores que no son bíblicos, contando
chistes que - si no son colorados - por lo menos están un poco rosa,
empujando así los límites de lo que le agrada a Dios.
Queremos
probarnos qué tan cerca podemos llegar al borde del precipicio sin
caernos. Eso, es un proceder muy peligroso. Más bien, debemos de
caminar a una distancia prudente de ese límite.
Eso
significa que habrá cosas que no hacemos, no porque son pecados,
sino porque nos alejan de la santidad que Dios desea para su pueblo.
Habrá programas que no veremos, simplemente porque su contenido
refleja actitudes que no son de Dios. Quizás dejaremos de reunirnos
con ciertas personas, porque su manera de hablar o de actuar nos
aleja de la santidad.
En fin, la santidad, la separación del pueblo de
Dios, tiene que ser radical. No podemos vivir, como Lot, a la orilla
de Sodoma, porque al final será algo muy doloroso. Veamos lo que le
sucedió a Lot leyendo Usted en su Biblia Génesis 19:1, 4..17,
23..26.
Al
terminar de leer, podemos ver que Lot pagó un precio muy alto por su
selección. Lo perdió todo.
- Ser conformista con el mundo termina exigiendo un precio alto
Lot
había llegado a ser parte del pueblo de Sodoma. El no se había
metido en la maldad de este pueblo; no participaba en sus prácticas
inmorales. Pero al estar sentado a la entrada de la ciudad, indicaba
que él se había vuelto parte del sistema de la ciudad. Era en la
entrada que se hacían los negocios, era ahí donde estaban los
ancianos de la ciudad, y por su presencia ahí vemos que Lot había
llegado a integrarse totalmente.
Podemos
empezar viviendo a la orilla, pero tarde o temprano, igual que Lot,
vamos a adentrarnos más en la vida que nos llama la atención. El
mundo nos atrae y podemos pensar que nos quedaremos a la orilla, pero
siempre terminamos adentro.
Cuando
pretendemos vivir a la orilla, pronto nos encontramos cayendo más y
más adentro, así como Lot se encontró más y más envuelto en la
vida de Sodoma.
Llegó
el día en que Dios decidió destruir la ciudad, por su gran maldad.
Dios le ofreció a Lot una salida. El fue salvado de la destrucción.
Pero ¿qué pasó? El perdió todo lo que tenía. Tuvo que abandonar
todos sus bienes en Sodoma y huir. Lo más triste es que su esposa se
había quedado enamorada de la vida en Sodoma, miró atrás,
perdiendo así la vida.
El
mensaje es muy claro. Si nos revolvemos con las cosas del mundo, si
nos dejamos llevar por las actitudes de los que nos rodean, si
empezamos a pensar como ellos, entonces terminaremos perdiéndolo
todo. Si gastamos nuestra vida en la acumulación de cosas, si
vivimos para nosotros mismos en vez de para otros, terminaremos con
las manos vacías.
Pero
lo más triste es que esas decisiones no sólo nos afectan a
nosotros. Afectan a quienes nos rodean. Si tú decides vivir a la
orilla del mundo, es posible que aun así seas salvo, pero ¿qué
será de tu familia? ¿Qué será de tus hijos? ¿Se dejarán ellos
llevar por esas cosas? ¿Seguirán tu mal ejemplo?
La
lección de la vida de Lot es que las cosas que el mundo nos ofrece,
por más bonitas que sean, nos dejarán en la bancarrota. Las
fiestas, los entretenimientos que no son sanos, las amistades que nos
influyen para mal, inclusive esa música que nos gusta pero que no
conviene puede ser el comienzo de una gran caída.
¿Qué
cosas tendrán que cambiar en tu vida para que dejes de vivir a la
orilla de Sodoma, y vivas más bien en la ciudad de Dios? ¿Qué
programas tendrás que dejar de ver? ¿Qué música dejarás de
escuchar? ¿Qué amistades tendrás que dejar?
Piensa...
piensa... ¿qué estas haciendo?... si hay algo que corregir...
CORRÍGELO YA
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