Durante
los últimos 2013 años, unos años mas o unos menos, muchos
cristianos hemos puesto a Judas en una categoría especial de maldad.
Todo por vender a Jesús en manos del sacerdocio de Israel, este es
un pecado que la mayoría de los cristianos creen que no serían
capaces de hacer.
Muchos
cristianos tienden a categorizar el pecado. De este modo, pretenden
crear una excusa para separarse de los peores pecadores como Judas.
La Biblia dice que la paga del pecado es la muerte y que todos han
pecado y están destituidos de la gloria de Dios.
La
muerte es la muerte. Pequeños pecados y grandes pecados todos
producen exactamente la misma cosa... la muerte y no hay grados de
muerte. Un muerto es un muerto, no importa cómo es de hermosa su
tumba.
Los
cristianos debemos terminar con nuestra maña de buscar chivos
expiatorios.
Parece
que el mundo está obsesionado en estos días, en poner la culpa de
los problemas del mundo en cualquiera, excepto en nosotros mismos. Ya
es hora de parar. Todos somos culpables.
Nosotros,
los cristianos hemos dejado de cumplir nuestra misión en el mundo,
lo hemos dejado hacer y dejado pasar, este mundo al que tanto amo
Dios que dio a su único hijo, lo hemos abandona y lo que puede ser
peor, una gran cantidad de cristianos se ha plegado al mundo, viven
en sus riquezas, sus placeres, sus pecados.
Tenemos
que reconocer que los resultados son devastadores, proliferación de
asesinatos, prostitución, trata de blancas, gay, lesbianas,
pedófilos, sátiros, en fin lo más cruel y vil del mundo, va siendo
aceptado y legalizado en este mundo, sin que los cristianos hagamos
algo. Creo que esta es una actitud muy moderna de un moderno Judas,
vamos a las iglesias a besar a Jesús, pero dejamos que lo que tanto
amo Dios como para sacrificar a Jesús... se pierda.
Debemos
ser humildes. El propósito de este artículo es persuadirlo de lo
mal que andamos, para que podamos ser de beneficio al mundo. Nuestra
arrogancia y orgullo nos ha hecho casi inútiles de cambiar el mundo
para bien. Si el mundo es cada vez más oscuro, es porque no
resplandecemos a pesar de habernos llegado la luz. Ruego a Dios para
que este artículo ponga una chispa de nuevo en nuestro testimonio
cristiano.
Eche
un vistazo a su vida día a día. ¿Cuánto de su tiempo se dedica a
funcionar y hacer esto o hacer aquello que le impone la sociedad
consumista? ¿Cuánto de su vida responde simplemente reaccionando a
lo que venga? ¿Con qué frecuencia usted deja que su ego atado a una
cosa u otra, que es de poca importancia? El hecho es que la mayoría
de nosotros vivimos de lo que esta de moda... que el vestido, los
zapatos, la tele, el celular, el ipod, etc., etc. y más etc..
Entonces,
de repente, algo va mal. Nos ponemos enfermos. Perdemos nuestro
trabajo o el del cónyuge... y siempre que estas desgracias suceden
al instante volvemos a Dios, a pedirle ayuda.
Lo
que todos necesitamos es llevar una vida intencional, no una de
reacción.
Urge
que se nos recuerde periódicamente que necesitamos a Dios vayan las
cosas bien o no. Tenemos que admitir que sin el alimento frecuente y
regular del Amor Divino y la Divina Sabiduría somos unos hambrientos
espiritualmente hablando. Años de experiencia han dejado claro en mí
que tengo que postrarme diariamente ante Dios y admitir de mi corazón
que sin la guía de Dios, me voy a ver en problemas tarde o temprano,
por lo general antes. Cuando creo que puedo hacerlo solo y sin ayuda,
no pasa mucho tiempo en que me encuentre avergonzado por las cosas
estúpidas y egoísta que he sido.
El
pecado no es un tema popular en la actualidad. No es frecuente el oír
hablar del pecado. No queremos hablar de que todo el mundo nace en el
pecado de Adán y Eva.
Nos
cuesta hablar del pecado, de definirlo... cuando el pecar es hacer lo
que quieres hacer, en lugar de lo que muy bien sabes que Dios quiere
que hagas.
¿Alguna
vez has conocido a alguien llamado Judas? ¿Podría cualquier padre
considerar la posibilidad de que su hijo lleve el nombre de Judas?
Sin embargo, Judas fue invitado a la mesa del Señor y su pecado no
es diferente a cualquiera de los nuestros. ¡Eso es! Tú y yo hemos
sido tan pecaminosos como Judas.
Se
trata de las consecuencias de las acciones de Judas. Sospecho que
ninguno hemos pensado en sí mismos que podemos ser tan malos como
Judas. Judas a igual que nosotros fue elegido por Jesús para ser un
discípulo, pero hizo lo que todos hacemos. Puso sus deseos por
encima de la voluntad del Señor y por eso su nombre es sinónimo de
la infamia.
Ahora
pregúntese, ¿ha hecho algo que fue doloroso para alguien a pesar de
que no fue su intención hacerle daño? ¿Alguna vez pensó que usted
sabía lo que era mejor para otra persona? ¿Alguna vez ha puesto su
voluntad por encima de la voluntad del Señor?
Si
nos fijamos en la historia tenemos que concluir que el resto de los
discípulos no tenían conocimiento de las acciones previstas de
Judas. Sin duda, Judas no habría escapado con vida si los demás
hubiesen conocido su intención. Pero Jesús sabía desde el
principio lo que estaba haciendo. Lo mismo ocurre con nosotros.
Podemos engañar a todos, incluso a nosotros mismos, pero el Señor
siempre sabe nuestros deseos y pensamientos más íntimos.
Durante
siglos, las personas han preguntado por qué Judas traicionó a
Jesús. Podríamos hacernos la misma pregunta. Pregúntese: ¿Por qué
he traicionado a Jesús? Dígaselo ¿Por qué he traicionado a Jesús?
Usted
puede me protestar, "No he traicionado a Jesús." Pero el
hecho es que cada vez que alguno de nosotros decide hacer algo que no
sea la voluntad de Dios, estamos traicionando la causa de Cristo.
Me
parece inmediatista creer que Judas traicionó a Jesús por treinta
monedas de plata. William Barclay (5-Dic-1907/24 Ene-1978, Glasgow
autor escocés, presentador de radio y televisión, Iglesia de
Escocia. Ministro y profesor de Teología y crítica Bíblica en la
Universidad de Glasgow) sugiere que Judas estaba tratando de forzar
la mano del Señor. Él quería que Jesús actuara. Quería que Jesús
usara sus poderes divinos contra los romanos y los fariseos. No tenía
intención de que Jesús muriera. Esto explicaría por qué Judas no
estaba en el juicio, porque arrojó las treinta piezas de plata a los
sacerdotes en el templo y porque luego se suicidó.
Cualquiera
que sea la teoría usada para explicar las acciones de Judas, la
verdadera tragedia es que no aceptan a Jesús como lo que fue. En
lugar de tratar de ser lo que Jesús quería que Judas fuese, Judas
trató del Señor a hacerlo como él.
No
podemos cambiar a Dios. Cuando ponemos nuestra voluntad por encima de
la voluntad de Dios, entonces nos convertimos en Judas. En su lugar,
tenemos que someternos a su voluntad y hacer su voluntad.
Judas
había calculado mal. Nunca las consecuencias del pecado han sido tan
dramáticas como esa noche cuando la consecuencia desembocó en la
muerte de Jesús.
Esto
es un recordatorio para todos nosotros de que las consecuencias de
nuestro pecado siempre van a ser mucho peor de lo que jamás
imaginamos. Nuestro acomodamiento al mundo nos puede cegar a la
comprensión de que la vida se nos ha dado para servir a Dios, de
hecho esta ceguera esta generando efectos profundos sobre el mundo
entero y puede afectar nuestra vida eterna.
No
olvide, cada vez que se niega a cumplir la voluntad de Dios, usted
esta igual que Judas, despreciando el sacrificio de Jesús y esto...
es peligroso. Usted puede ir todos los días a la Iglesia, puede
saberse la Biblia de memoria, pero, la cuestión esta, en hacer la
voluntad de Dios. En el
Nombre de Jesús Recapacite.
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